El pasado 15 de febrero coincidí con cinco adolescentes en un motorcito de alquiler rumbo a la Virgen del Camino. Cuatro de ellas iban ruidosas y vibrantes. La última, muy tranquilita con su celular entre las largas uñas y auriculares en rojo, llevaba la cara iluminada de quien escucha desde el corazón.
Mientras avanzábamos, atrapé fragmentos de la conversación de las otras y logré adivinar que la nena disfrutaba una canción compuesta, cantada y editada por el novio, gracias a una app de inteligencia artificial. Un regalo especial de San Valentín que “no paraba de sonar” desde el día anterior.
Según una de las alborotosas (note un poquito verde el tono de su plática, la verdad), aquello no era prueba ni de amor ni de talento, porque cualquiera podía entrar a la aplicación y encargar canciones falsas para ganarse puntos. ¿Acaso no había miles de tonadas de amor había antes de que nacieran ellas? Pues ahora saldrían cientos por día sin ningún mérito artístico, afirmaba una y otra vez.
En realidad, hay más de cien millones reconocidas y grabadas, contando las que se conocen desde la prehistoria, puntualicé a la chica. (Lo siento, no puedo dejar de inmiscuirme en conversaciones ajenas si me dan trigo para hablar del consumo crítico de información, mi vicio educativo del momento).
Y ni hablar de los poemas, las novelas escritas, películas y culebrones de tele, las óperas y obras de teatro, las esculturas, pinturas, tejidos y grafitis… ¡Miles de millones de toneladas de inspiración artística, si se ponen a ver!, aseguré con mi aire más doctoral.
Todas me miraron con cara de espanto (por los números, creo… ¿o por ser tan metiche?), pero igual llegué a mi punto: el amor es uno de los metatemas civilizatorios, siempre hubo y habrá arte para exaltarlo como algo oscuro o brillante, para multiplicar su efecto embriagador o denunciar los abusos cometidos en su romántico y desesperado entorno.
Recuerdo un encuentro provincial de talleres literarios, donde los participantes suelen valorar el trabajo ajeno, y ante la etiqueta de “muy manido” que afloraba con demasiada frecuencia, un famosísimo escritor y presidente del jurado nos dijo: “¿Y eso qué es, o por qué importa? Después de Homero nadie ha escrito nada nuevo…”.
Cualquier App que produzca sucedáneos de poemas y canciones comparte el mismo proceso humano: hurgar en el bazar de la memoria comunicativa y armar un texto con lo que resulte más cercano a la capacidad de asimilación del interlocutor, siguiendo (o no) reglas gramaticales obtenidas en una revisión paralela.
Ya sé que esto deprime un poco a algunas amigas poetas, pero no debería: no hay mucha diferencia entre el arte por encargo digital y la ropa industrial, por ejemplo, y nadie sale en cueros por no saber hilarse una falda. Es más, así sea en serie, siempre hay diseños hermosos y funcionales, ¿no?
La IA accede rápido a más fuentes, “domina” más idiomas y absorbe estilos de bibliotecas on line. Además, conoce los hábitos de consumo de su usuario y eso le ayuda a resonar con su deseo, aunque también puede conducirlo a una tendencia de “gustos” posicionados por quienes son más habilidosos con el algoritmo o pagan más por la promoción (por eso hace falta ser críticos al consumir, al mejor estilo de los talleres literarios).
Más allá de eso, la historia de confrontación entre tecnología y creatividad es demasiado vieja como para tomarla en serio. Hoy es la IA y la robótica, ayer la imprenta o la tele… Ningún continente superará en diversidad artística al contenido del romance.
Aquel viaje era corto y lleno de baches, así que la masterclass quedó trunca, pero al menos les colé el bichito de la curiosidad en segundo plano, y espero que comprueben mi información para asimilarla en sus dinámicas como amigas.
Obvio que también dediqué frases de consuelo a la novel enamorada: las otras pueden burlarse lo que quieran, pero lo que cuenta al dedicar una obra (propia, ajena o híbrida) es la intención y el tiempo dedicado a pensar en su destino, y si bien todas tenían la app a su alcance y sabían usarla, la evidencia apunta a que la única con novio este 14 era ella.
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