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sábado, 12 de julio de 2025

Emily

No hay quien no se haga más bueno, más suave, si hay un recién nacido cerca...

Yeilén Delgado Calvo
en Exclusivo 12/07/2025
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Emily
Un nacimiento, la semilla que germina. Foto: Tomada de Depositphoto

No sé si aún existirá la sección, porque hace mucho que no vivo en mi ciudad natal, pero recuerdo nítidamente aquel espacio en una revista de Radio 26, donde después de que se escuchaba: en Matanzas nació un niño, sin dolor, sin dolor, sin pena, en Matanzas nació un niño, cómo se llamará… (o algo así) se daban a conocer los nacimientos que habían sucedido durante la jornada correspondiente en el hospital materno.

Como es de suponer, muchas familias esperaban esos minutos para grabar la noticia de la llegada al mundo de su bebé. Me parecía entonces una iniciativa hermosa y original, y todavía lo creo. Se elevaba así a la categoría de acontecimiento de interés social la entrada a la existencia de cualquier niña o niño, sin importar quiénes fueran sus padres o cuán rutinario hubiese sido su parto.

En verdad creo que el hecho de que un nuevo ser humano nazca es siempre un milagro cotidiano, que nos habla de futuro, de la supervivencia de la especie, de amor, de posibilidades, de fe… Así como supone una alegría que sentimos más honda cuando nos compete directamente.

Y si pienso en todo eso es porque esta semana (nos) nació Emily, una niña hermosa y saludable; cuyo nacimiento no acaparó titulares de medios de prensa, pero que ha venido a alumbrar muchas vidas con la felicidad de su ser.

Celebran su madre y su padre, su hermanito, los primos, abuelas, tías y la familia en esos mil vericuetos que siempre se conectan con las buenas nuevas; celebramos nosotras, las amigas, y la gente del trabajo, y quizá hasta algún lejano conocido de Facebook.

Durante días, los chats se hacen más bonitos, porque aparece ese rostro pequeño y hermoso que habla de luminosidad, y una termina por conmoverse y pensar “ay, qué rico tener otro bebé” (para luego recordar todo lo que conlleva criarlo, y decirse “solavaya”); y también durante días se hace más palpable el heroísmo materno que supone poner el cuerpo para engendrar la vida nueva.

También se piensa en el paso del tiempo, en cómo la veremos crecer, y en el futuro; porque una niña que nace es una metáfora de la naturaleza humana. No hay quien no se haga más bueno, más suave, si hay un recién nacido cerca.

Yo, que le he querido cambiar el nombre, que le auguro un futuro de presidenta, que he dicho que se parece a mí (nada más por entrar en la disputa) afirmo que esta semana ha sido más bella por su arribo al reino de este mundo; y ha pesado menos cualquier minucia rutinaria.

Esa es la maravilla de un nacimiento feliz, que hace que valga la pena todo dolor anterior, todo camino escabroso.

En La Habana nació una niña… entérense.
 
 


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Yeilén Delgado Calvo

Periodista, escritora, lectora. Madre de Amalia y Abel, convencida de que la crianza es un camino hermoso y áspero, todo a la vez.


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