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martes, 3 de diciembre de 2024

El carguero cubano que Hitler torpedeó

El 13 de mayo de 1943 el mercante Mambí recibió un artero y letal ataque de un submarino alemán, hecho histórico no muy conocido que conectó a Cuba con la II Guerra Mundial

Julio Martínez Molina en Exclusivo 13/05/2010
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El Mambí era una embarcación nacional matriculada por la empresa de la miel Cuban Destilling Co., asentada en Cienfuegos, ciudad del centro sur de la isla. El 13 de mayo de 1943 el buque-tanque cubano, tripulado por 31 marinos criollos y cinco guardias estadounidenses, rendía viaje hacia Estados Unidos, no exactamente con los propósitos con que se construyó.

A las tres de la madrugada de la fatídica fecha, los torpedos frontales del submarino alemán Unterseeboot U-176 lo hicieron añicos, justo a diez millas de Puerto Padre y a 27 de Nuevitas.

Solo se salvaron del impacto once hombres de la nave cubana y un norteamericano, quienes pudieron asirse de las balsas salvavidas o fragmentos a la deriva.

La razón del ataque: el Mambí se dirigía hacia puertos estadounidenses, con avituallamientos para los aliados contra el fascismo.

Quintín Mota, en la actualidad el único que vive entre los once sobrevivientes de la tragedia, permanece en el Hogar de Ancianos de Cienfuegos, y prácticamente no puede articular palabras.

En su día, le refirió a este reportero la verdadera odisea en que se convirtió la epopeya de la supervivencia, hasta que llegaron al puerto de camagüeyano de Nuevitas.

Refería Mota que solo el recuerdo de su novia le hizo aguantar la presión del agua, el frío y las heridas. Parece que no exageraba en relación con la grandeza de su amor, pues se casó con la muchacha y vivieron juntos toda la vida, como en los cuentos de hadas. Siempre su princesa se preguntaría de que manera su héroe saldría vivo del fondo de las aguas, en el medio del océano.

UN BARCO SOBREEXPLOTADO

El carguero Mambí tenía demasiadas horas de travesía mucho antes de la catástrofe; incluso estuvo inactivo durante más de una década en los astilleros cienfuegueros. Pero las necesidades de incrementar los equipos de la flota mercante cubana para continuar los negocios de las empresas consolidadas en el territorio —cuyas ganancias por lo general paraban en el exterior—, determinaron la recirculación de la nave.

Ya botado al agua, había evadido con anterioridad al siniestro golpe definitivo, otro torpedazo de los nazis, cuyos submarinos merodeaban esta zona.

Algunos especialistas aseguran, entre ellos el historiador Andrés García Suárez, que el hundimiento del Mambí fue una suerte de ajuste de cuentas hitleriano al dictador cubano Fulgencio Batista.

Según estas fuentes, nunca desmentidas hasta ahora, el sátrapa caribeño estableció negocios con el mando fascista, pero en un momento equis, ante el cambio del curso de la guerra, hizo más visible su apoyo a los norteamericanos, de quienes en la práctica tampoco nunca había renegado, para hacer un doble juego político típico de estos pillos de la neocolonia.

Muy poco tiempo antes de mandar al fondo de los mares para siempre la vetusta anatomía del Mambí, el submarino alemán arremetió contra otro con torpedo: el estadounidense Linken Lykes, que transportaba amoníaco hacia la industria niquelífera de Lengua de Pájaro, en el oriente cubano.

LOS ALEMANES PAGARON LA AFRENTA

Dos días después del ataque, el 15 de mayo, el cazasubmarinos cubano CS-13 y una torpedera cuyo operador de ecosonda era nada más y menos que el célebre Norberto Collado Abreu, futuro timonel del yate Granma, detectaron al artefacto germano.

La tercera bomba de la torpedera lo sacó de combate, para pagar así el crimen del Mambí.

Con la acción, Cuba se convirtió junto con Brasil, en uno de los dos países latinoamericanos que hundían submarinos nazis durante la II Guerra Mundial.

El importante escultor Mateo Torriente perpetuó la memoria de los mártires del Mambí, en una obra fundida en bronce prieto que en estos momentos está enclavada a un costado del malecón cienfueguero, en lo que en la actualidad se conoce como Parque de Los Pinitos.

Dicho monumento, nombrado Caracolas con cuernos y estrella, fue originalmente develado para 1959, cuando se cumplía el decimosexto aniversario de este hecho histórico que vinculó a los destinos de la isla con la conflagración bélica mundial que se vivía en Europa, y en la cual, a la sazón, los Estados Unidos irrumpían con fuerza mayor, a la espera de un buen turno en la repartición del pastel post contienda.


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Julio Martínez Molina

Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual.


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