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viernes, 12 de septiembre de 2025

Marinera del alba

Elsy Carolina Sarmiento Suárez, tercer oficial de navegación, es una de las dos únicas mujeres en el buque de la ALBA que recientemente tocó puerto cubano…

Laura Mercedes Giraldez Collera en Exclusivo 06/09/2025
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Elsy Carolina Sarmiento Suárez, tercer oficial de navegación, en el barco de la ALBA Manuel Gual. Fotos: Laura Mercedes Giráldez / Cubahora
Elsy Carolina Sarmiento Suárez, tercer oficial de navegación, en el barco de la ALBA Manuel Gual. Fotos: Laura Mercedes Giráldez / Cubahora

Elsy Carolina Sarmiento Suárez, tercer oficial de navegación, en el barco de la ALBA Manuel Gual. Fotos: Laura Mercedes Giráldez / Cubahora

¡Cinco días navegando hasta llegar! ¡Y, oye, Cuba es preciosa!ˮ

La travesía desde La Guaira hasta la Zona Especial de Desarrollo Mariel fue su primer viaje a la Isla. Le habían contado de su belleza —¿quién en Venezuela no habla de los cubanos y de esta tierra?— pero las descripciones no le hacían justicia a la realidad.

Si bien es cierto que saberse partícipe de una meta que podría cambiar la economía regional, le suma emoción al momento, los tripulantes del Manuel Gual, el barco de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), amaron Cuba desde que la vieron en la distancia.

Uno de ellos, que entre tantos marineros formados parece —por su altura—casi imperceptible, es Elsy Carolina Sarmiento Suárez, tercer oficial de navegación. Es una de las dos únicas mujeres en el buque que, con su viaje hacia la mayor de las Antillas, inició la ruta naviera y comercial de los países de la ALBA-TCP, planteada en el marco de la XXIV Cumbre de la alianza, en 2024.     

En el recibimiento a esa carga solidaria, que podría convertirse en una solución de transporte marítimo regional, la tripulación acogió a las autoridades asistentes y a la prensa. En cubierta hubo varios sentimientos encontrados: el agradecimiento de una parte, la formalidad de la otra ante las circunstancias; la compartida emoción del encuentro; la jovialidad desbordante de ambas culturas…

En medio de esa amalgama de sensaciones: todos se sorprenden, y caen así en el tabú. “¡Una mujer a bardo!ˮ, exclaman. “¡Y otra más!ˮ, dicen, unos pasos más adelante, entre saludos y miradas curiosas.

Sarmiento Suárez, joven de 32 años, ya tiene experiencia en la navegación de embarcaciones de carga. De sus habilidades a bordo dan cuenta los demás tripulantes, que ponen en su capacidad la salvaguarda de sus vidas ante posibles incidentes.  

Mis funciones son estar pendiente de todo lo que tiene que ver con seguridad y contra incendiosˮ, explica.

Por ejemplo, en el área de seguridad me ocupo de que todas las balsas, aros, chalecos, estén correctamente estibados en su lugar y que se encuentren en perfectas condiciones, y que tengan certificacionesˮ.

Con respecto al otro ámbito —dice— “me encargo de lo que son los hidrantes, paños contra incendios, extintores, sistemas de CO2. Esto es necesario para que, en caso de cualquier eventualidad, todo esté operativo. Además, velo porque el personal esté adiestrado, para que, a la hora de enfrentar los distintos fenómenos que se puedan presentar, sepan actuar de la manera correctaˮ. La acompaña la certeza de que mantenerlos con vida es su “prioridadˮ. Hay familias esperando del otro lado del mar, insiste.

En ese sentido, para ella la distancia con sus seres queridos es uno de los más grandes desafíos de esta profesión, a la que tanto tiempo dedica.   “Nuestros contratos son de cuatro, seis y hasta ocho meses y se dificulta la comunicación con la familia. Mientras estamos trabajando solo puedes verlos por videollamada, y cuando tenemos señal. Es difícil estar lejosˮ.

No obstante, hay algo en esa noble ruta que ahora sigue, que aminora un poco la nostalgia: “A pesar de todos los acontecimientos a nivel mundial es importante salvar a la humanidad”. Y esta su forma de contribuir a ello.

Más allá de la ayuda económica que representa esta travesía para los pueblos de la ALBA, se trata, sobre todo, de una bomba —la de la integración— cuya onda expansiva es más poderosa que la de aquellos cañones estadounidenses que hoy apuntan a Venezuela desde el sur del Caribe.

Que, aun en esas condiciones, de la nación sudamericana zarpen barcos cargados de solidaridad y no de misiles para agredir a otros países, es la palpable realidad de que la Carta de Jamaica, firmada hace 210 años, por Simón Bolívar, contenía la más firme certeza de la historia de Nuestra América: la unidad, única forma de repeler al enemigo, “no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidosˮ.

Le asistió la razón a El Libertador entonces, y también a Elsy Carolina cuando asegura que “maniobrar el buque y tener la oportunidad de hacer que toque en varios puertos con su mensaje solidarioˮ, es una meta cumplida para el continente. El orgullo va más allá del logro individual, se trata de la soberanía confirmada de pueblos mancillados durante siglos y asediados constantemente después de haber alcanzado su independencia.  

Otro triunfo la satisface también. Junto a ella, solo otra mujer participa en el recorrido marítimo. Lejos del temor y los prejuicios, estas féminas se visten de valor.  

Estar a bordo se siente satisfactorio como mujer, al cumplir una meta profesional, llevar a cabo nuestras funciones, dar lo mejor de nosotras cada día. Y es bastante gratificante ver que podemos dar más y que somos un ejemplo para las mujeres que están en nuestros países, las que vienen detrás de nosotras, las que se están formando ahora. Es una profesión muy completaˮ, remarca.

Cree la joven marinera que solo salva vidas con sus funciones dentro del barco. Quizá no se ha detenido a pensarlo, pero esa voluntad suya de “ayudar siempre a los demásˮ, la ha llevado a una de las aventuras más humanas de estos tiempos. El buque de la ALBA tiene en Elsy Carolina una tripulante capaz. Ella, a su vez, ha encontrado, sin proponérselo, otra forma de hacer el bien: unir pueblos.


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Laura Mercedes Giraldez Collera

Periodista


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