Mi generación conoció poco de los Reyes Magos. De igual forma, fuimos felices con nuestros juguetes “básicos” y “adicionales” normados por la libreta, los juegos pintados con tiza en las aceras, la tranquilidad continua de los parques.
La primera y única vez que recibí un regalo de los Reyes Magos, desperté temprano en la mañana ajena a todas las tradiciones. Lo cierto es que ese día, con nueve años, supe de su existencia.
Ocurrió, como siempre, como en toda la historia latinoamericana y cubana, de forma sincrética y casi surreal. Surrealismo para con las costumbres del viejo continente, porque, más bien, fue realismo puro y duro mirado desde el contexto criollo.
Mi madre no estaba nerviosa o presa de excitación porque no encontraría yo un regalo metido en mis zapatos al pie de la cama, en una cajita con restos de hierba en la ventana, o en una bota de tela.
La ficción heredada, combinada con la vida cotidiana, y filtrada por una madre materialista dialéctica, dio lugar a lo que fue la perfecta introducción del fenómeno para una infante en el adiós del siglo XX cubano: “Tu papá salió en la bicicleta por la mañana a buscarte el regalo de los Reyes Magos.”
Nada de que se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar.
Nada de camellos ansiosos de grama.
Nada de cartas justificadoras para demandar un regalo, tal vez, inalcanzable para mi familia.
Nada de mentirillas tiernas que generaran falsas creencias. (Es curioso cómo muchos de mis mayores recuerdan con claridad el día en que supieron que los Reyes Magos no existían, o que tampoco era cierto Papá Noel; al parecer, evidencia del trauma causado).
El trauma feliz que conservo, todavía hoy, es el recuerdo de un padre flaco que subió los cinco pisos del edificio multifamiliar con su bicicleta a cuestas.
Un flaco de barba descuidada que llegó sonriente para extenderme una barbie de plástico con tres pelucas (¡otra vez el sincretismo!) y decirme: “Mira lo que te compraron los Reyes Magos”.
Sí, los Reyes Magos: mis padres en el año 1996.
Entonces el país comenzaba lentamente a despejar el Período Especial en Tiempos de Paz.
Nosotros acabábamos de llegar a La Habana procedentes de la Ciudad Nuclear, un poblado cercano a la electronuclear que se comenzó a construir en Cienfuegos, y que se vio luego paralizada con la caída del campo socialista.
Llegamos para sumar seis en la libreta de abastecimientos, y dormíamos los tres ositos en un cuarto con mi abuelo. De día, mi papá se movía como un espectro en una bicicleta prestada por toda La Habana.
Los Reyes Magos llegaron, por esa única vez, un 6 de enero. Y aunque mis padres quizá valoraron que merecía un regalo, la barbie nunca fue interpretada por mí como un presente “merecido”.
¡Ni falta que hizo que los susodichos reyes volvieran en fecha señalada!
JL_VILLALON
6/1/14 12:46
Me gustó mucho tu escrito sobre Los Reyes Magos. En mi caso como muchos otros jóvenes que contamos con más de 20 años y que venimos de padres dialécticos materialistas formados dentro de la Revolución no sabemos ni disfrutamos de esta tradición, que si bien no pueden disfrutar muchosa niños no deja de ser maravillosa. Yo la verdad tampoco la creía necesaria, pero voy entendiendo que es una ilusión que bien utilizada puede motivar a nuestros hijos a ser mejores cada día y a nosotros como padres no perder la ternura de los niños aunque sea una vez al año.
Carol (autora)
12/1/12 9:15
Gracias a todos por compartir sus experiencias; me encanta este nuevo diseño 2.0 para conocer a los lectores y lo que piensan... saludos miles!
Randdy
11/1/12 10:24
"Mentirillas tienas, que generan falsas creencias..." No creo que falsas, ingenuas talvez. Yo, si creí en los reyes magos, y les escribí cartas, algunas veces no me traían lo que pedía pero era muy feliz cuando bajo el arbolito de navidad encotraba un regalo con mi nombre. Cuando me enteré que no existían en realidad sino y que habían sido mis padres todo ese tiempo... Bueno realmente no me acuerdo cuando fue... Que vivan los reyes magos (aunque en realidad sean los padres). Es injusto privar a los niños de esa temprana ilusión.
Dayana
10/1/12 15:32
Primero lo primero: la felicitaci'on por el excelente comentario a mi colega de profesi'on aunque aun estoy en formaci'on. Y ya entrando en materia...si... resulta admirable como algunas familias insisten en conservar esta tradici'on a pesar de las limitaciones econ'omicas que vivimos hoy. En mi caso, nunca tuve regalos de reyes, pero escucho a mi madre como hace sus historias de aquellos tiempos y de los BUENOS REGALOS que recib'ia, que por cierto... no s'e si todav'ia sean los que reciben los muchachos de hoy.... Nada, muy buen momento para recordar que a'un estoy a tiempo aunque pasadita de edad...
Janet
9/1/12 10:54
A mi me pasó como a Maite, nunca recibí regalos de los Reyes Magos o Papá Noel, tampoco era tradición en la familia, mis juguetes más espectaculares los hacía mi tío en su carpintería, con un trocito de esto y un pedazo de aquello hacía trenes preciosos y unas claves y maracas que siempre nos animaban las tardes, si alguna vez debí hacerle una carta a alguien debió ser a mi tío...
Maite
6/1/12 14:45
Este comentario me trae muchos recuerdos de mi infancia.... que también fue muy sana, en mi caso nunca recibí nada de los Reyes Magos pues no era una tradición vigente en la familia. Pero si recuerdo que nunca tuve una barbie, jejje, la primera que vi se la compraron a mi hermana que es más pequeña, pero realmente tampoco la necesité. Nunca fui una niña de jugar con juguetes lo mío era la socialización y hablar y hablar y hablar, sola o acompañada... Realmente los reyes no me dan ninguna nostalgia, mi infancia si :( Carol escribe más!!!!
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