El lugar donde vivimos suele ser cuna y calma. Puede resultar mejor o peor que otros, más alegre o aburrido, pero casi siempre nos identificamos con él, casi siempre acabamos cortejando sus bondades y hasta sus caras menos jubilosas. Y pasa también que muchas veces lo habitamos sin conocer a fondo lo que allí tenemos, con lo que allí se cuenta.
Justamente, de esa premisa ha de partir el análisis para proyectar las iniciativas de desarrollo local en todos los territorios de Cuba, un tema recogido con énfasis en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. Y es que asumir proyectos decisivos para la comunidad y el país implica un autorreconocimiento que debe concretarse en un clima permanente de creatividad, capaz de hacer posible que las buenas ideas no queden en el marco de los planes solamente.
La misión de los enfoques de desarrollo local no puede ser otra que la de conducir hacia niveles superiores de calidad de vida, teniendo en cuenta los aportes que pueden articularse desde cada municipio. Se trata de generar estrategias endógenas y así zafar el nudo por nosotros mismos, ya que no habría que mirar tanto hacia "arriba" para desatar las fuerzas productivas y proponer soluciones con nuestros propios recursos, sin intervenciones de otro nivel.
Pero todo ello requiere de un pensamiento apegado a la acción que se oriente a acercar los problemas a las soluciones sin que medien tantas personas. Vayamos a un caso: los delegados del Parlamento cubano, reunido en su primer período de sesiones de la VIII Legislatura, hablaron de las posibilidades que se abren, específicamente, en la industria de materiales y la introducción de tipologías constructivas que faciliten el mejoramiento del fondo habitacional, bien por esfuerzo propio o con nuevas formas de gestión no estatal, tomando en consideración aspectos esenciales como el cambio climático y los resultados de los estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo realizados por la Defensa Civil. Pues bien, si en tal sentido existen posibilidades de producir los bloques en una minindustria territorial, para qué involucrar entonces a otras fuerzas externas a ese espacio que han de concentrarse en cuestiones de mayor calado.
Ah, para eso hay que potenciar también, como herramienta de trabajo, una cultura que sustente el diálogo enriquecedor y con visión de futuro a diferentes niveles, partiendo de que los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución confieren a las administraciones municipales la responsabilidad de controlar, verificar y coordinar las acciones de los implicados en las iniciativas de desarrollo local. La acción ha de ser concertada entre los diferentes agentes socioeconómicos locales, bien sean empresas o sectores estatales o formas de gestión no estatal.
No puede haber desarreglos, no puede haber conflicto de intereses en el protagonismo, ni "quítate tú pa ponerme yo". Justamente, porque si algo marca la distribución de los ingresos económicos por concepto de este tipo de iniciativa es que buena parte de lo recogido queda en el territorio, con lo que se pueden solventar paulatinamente problemáticas de beneficio social que incumben a todos.
Ahora nos hace mucho bien desterrar caprichos que dañen o inhiban la integración en los análisis, la comprensión sobre el alcance de cada una de las propuestas y la meridiana claridad en torno a las ventajas y los desafíos de las decisiones por difíciles o complejas que parezcan. Sabido es que durante muchos años la centralización que vertebró el funcionamiento de la economía nacional nos provocó inapetencias para proponer y, por ello, poco a poco nos hicimos deudores del síndrome del "pichón" que espera con la boca abierta a que le pongan el alimento para ingerirlo fácilmente.
Pero ha llegado el momento de ganar autonomía y apostar por un aprovechamiento más eficiente y sustentable de los recursos endógenos con que contamos. ¿Cómo? Mediante el fomento de las capacidades y autogestiones del empresarial local y todas las formas de gestión que le acompañan.
Planificación, ejecución y control con calidad, pensamiento agudo e integrador, sentido de pertenencia y capacidad para prever, valorar las reservas y disponer. Por esos rieles ha de conducirse hoy el desarrollo desde el espacio en que vivimos. Ojalá camine bien, ojalá siga a buen ritmo su marcha.
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