No pocas veces vemos que individuos corpulentos pretenden imponer su fuerza a los más débiles, y hasta quizás hayamos sido el blanco de alguno de ellos, pero también ante esos casos, conozco que las apariencias engañan.
Durante la niñez conocí a uno guapetón del barrio que pretendió humillar a alguien tan delgado que le decían espina en alusión a que era lo que tenía en vez de hueso, sin embargo, fue el que le puso freno al corpulento personaje.
Resultó que siendo recién llegado el alfeñique al lugar, nadie conocía de su pasado hasta que tanto fue el cántaro a la fuente… que un día agotada la paciencia llegó el reto a una resolver el asunto por la vía de la los puños.
Resultó que el gigantón no pudo siquiera tocar al diminuto adversario que danzaba a su alrededor y burlonamente bailaba el zapateo mientras le daba rápidos golpecitos que hacían torcer y doblar el cuerpo del enemigo.
Si aquello hubiera sido en estos tiempos, seguramente el tumulto de espectadores infantiles hubiera dicho que el grandulón estaba padeciendo de Chikunguña y que su contrincante era un mosquito que lo estaba venciendo picada tras picada.
Este es un caso que viene al recuerdo en este presente de diminutos insectos de apariencia inofensiva que en realidad constituyen un peligro que muchas veces subestimamos, pues transmiten dengue, chikungunya y oropouche en muchas regiones del mundo.
También, como en el caso del niño pequeño frente al grandulón, la solución puede ser simple, sin complicaciones: el de aspecto debilucho resultó que había aprendido boxeo y judo, entretenimientos que le valieron para defenderse del abusador.
Confundidos por la complejidad que puedan aparentar las soluciones, en el caso de los mosquitos, hay quienes esperan por fumigaciones aéreas con avionetas y equipos automotores, así como tratamientos con productos químicos dentro de los hogares.
No solo aguardan el momento de esos controles a escala global, sino que los exigen con angustia creciente al no ver la posibilidad de que en Cuba se puedan hacer esos enfrentamientos con la amplitud necesaria en la actual situación.
Esa fumigación en la casa no llega cuando la pedimos. Y dicho sea de paso, en tiempo anteriores, había algunos que se quejaban de ella con el argumento de que dejaba peste y causaba molestías por tener que salir fuera del hogar y hasta se ocultaban para no abrir las puertas a los fumigadores.
La defensa contra estos pequeños adversarios puede ser sorprendentemente simple y eficaz tomando como base la prevención y el control de sus criaderos que son los lugares donde los mosquitos depositan sus huevos y se multiplican rápidamente.
Por la simplicidad de la solución, generalmente anulamos la importancia de la más pequeña de las soluciones, pero la mejor e insustituible, consistente en cortar el ciclo de vida del mosquito antes de que alcance su capacidad de volar y picar
Una medida más natural económica y accesible que las fumigaciones químicas frecuentes y potencialmente nocivas para el medio ambiente es evitar depósitos de agua estancada, macetas, cubetas o cualquier recipiente que acumule líquido, y tal es el caso de una tapa de botella.
¿Es o no sencilla la solución? ¡Claro que lo complicado es lograr la comprensión colectiva! Hay que acabar de encontrar cómo hacer una educación sanitaria que llegue a todos.

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