Expectativas de cambio en Costa Rica

El abstencionismo puede convertirse en el gran enemigo de las elecciones presidenciales de este domingo en Costa Rica, una pequeña nación centroamericana donde el futuro político  parecía estar decidido, hasta la irrupción en la escena política del  abogado de 36 años José María Villalta, diputado del izquierdista Frente Amplio.

Son 13 los aspirantes a ocupar el sillón presidencial, un número alto, pero común allí, para una población de cuatro millones 700 mil habitantes, de los cuales poco más de tres millones están convocados a las urnas, y una tercera parte de ellos está indecisa o no votará. Serán las primeras en las cuales los 20 mil costarricenses residentes en el extranjero podrán votar y también casi 50 mil inmigrantes naturalizados, alrededor de 10 mil más que en las elecciones anteriores.

A pesar del alto número de postulados, son cuatro los que poseen mayores posibilidades de votos, algo impensable hace dos meses, cuando se consideraba que el  oficialista y tradicional Partido de Liberación Nacional (PLN), que convirtió a Laura Chinchilla Miranda en la primera dignataria en la historia nacional, volvería a retener el mando por tercera vez consecutiva.  

Los candidatos con eventuales opciones de pasar a una segunda vuelta, si ninguno obtiene el 40 por ciento establecido para la victoria, son, además de Villalta, el oficialista Johnny Araya, ex alcalde de San José, la capital; Luis Guillermo Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC) y Otto Guevara, del Movimiento Libertario.

Recientes encuestas indican que el dirigente del Frente Amplio podría ganar en primera vuelta, o pasar a la segunda, situación que sorprendió al tradicionalista PLN, que implantó en el 2006 el neoliberalismo bajo el mandato de Óscar Arias y lo afianzó durante el de Chinchilla.

Las ya habituales campañas mediáticas contra dirigentes izquierdistas latinoamericanos califican a Villalta de “chavista”, tratando de crear una atmósfera de miedo que la ciudadanía en general ignora, pues se conocen los logros de la nación suramericana.

Los planes del PLN  contra Villalta lo llevaron a crear un grupo denominado Alianza Costa Rica –del que intenta desligarse públicamente- que envió cartas al empresariado para que sus empleados no votaran por el representante del Frente Amplio, debido a las  “amenazas” que representan sus propuestas.

Los sectores oligárquicos lo consideran una intimidación a sus privilegios, al ofrecer a la población un discurso novedoso, concreto, opuesto a las promesas electorales de los últimos ocho años.

La población de Costa Rica exige – y así lo ha manifestado en grandes movilizaciones- un cambio que satisfaga sus reclamos, necesidades y expectativas sociales, los cuales abarcan un amplio espectro, entre ellas la negativa al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, mayor número de empleo y la disminución de la pobreza (en torno al 20,7 por ciento y la extrema se sitúa en el 6,4 en el 2013), así como un equitativo reparto de las riquezas nacionales, pues la exclusión social está profundamente arraigada entre los llamados “ticos”.

En opinión del líder izquierdista, las consecuencias negativas del modelo neoliberal solo podrán ser contrarrestadas con una nueva visión política que devuelva sus poderes al debilitado Estado costarricense.

Villalta, quien ha participado desde el 2006 en las protestas públicas, es considerado un representante de los sectores juveniles que protestan contra el TLC, y su carga de desempleo y precarización laboral. Las y los jóvenes se le han unido con la expectativa del cambio político hacia una sociedad más justa que la dejada por la dirección del PLN. Su parlamento lo inserta entre las corrientes políticas más progresistas de América Latina y El Caribe, por lo que deviene en una referencia alternativa y sólida a los partidos tradicionales y sus cantos de sirena.  

Entre las propuestas de Villalta aparecen “un país de oportunidades para todas y todos”, algo vedado ahora a las grandes masas, la reivindicación del Estado como factor relevante para alcanzar una igualdad social y la regulación económica para lograr la construcción de viviendas y créditos a pequeños y medianos empresarios.

A escasas horas de los comicios, la mayor preocupación del sector político es la abstención de una relevante cantidad de votantes, quizás incrédulos ante los ocho años de gobierno del PLN, o amenazados con perder el sustento si favorecen al joven dirigente de izquierda.