Mamá, cuéntame de Pippa Mediaslargas

Al parecer, Astrid Lindgren -Premio Hans Christian Andersen, la creadora de la famosa Pipa Medias largas, cuyos libros han sido traducidos a más de ochenta idiomas- tuvo una niñez feliz. En cierta ocasión comentó: “si alguien me preguntara cómo fue mi infancia, diría que estuvo llena de amor, de seguridad y de libertad para jugar”.

Astrid Ericsson –su nombre de soltera- nació en la granja Näs, cerca de Vimmerby (Småland), al sur de Suecia, el 14 de noviembre de 1907. Aunque en su infancia tenía mucho espacio para jugar y sus padres no le exigían demasiado, nunca descuidó los deberes del colegio: siempre fue una de las mejores alumnas del curso. Era tan buena en las letras que apenas con 16 años empezó a trabajar como correctora de un periódico de su ciudad natal. Es entonces cuando comenzó una relación con el dueño del periódico, un hombre casado y 30 años mayor que ella, del que quedó embarazada. Justo ahí terminó su infancia.

Era otra época. Tiempos de juicios acusadores y de una moral ultraconservadora. El dueño del periódico estaba en proceso de divorcio, y su esposa lo acusaba por infidelidad conyugal. En ese tiempo, este hecho era penado por ley, así que Astrid huyó a Estocolmo. Estaba embarazada: “Era joven, pobre y me sentía muy sola. Venía de una pequeña población, y en Estocolmo no conocía a nadie. De lunes a viernes trabajaba en una oficina, pero los fines de semana eran tristes y aburridos. Mataba el tiempo leyendo libros”.

A pesar de las adversidades de la vida, empezó a estudiar taquigrafía. Con ocho meses de embarazo viajó a Copenhague, Dinamarca, para internarse en un hospital en donde las madres solteras podían dar a luz, sin necesidad de confesar, ante las autoridades, la identidad del padre. Una vez que su hijo nació, lo dejó en este local, bajo la protección de una familia. (Quizás tomó esa decisión para proteger al padre del niño, quien estaba en pleno juicio de separación. En caso de probarse la relación extramatrimonial, debería pagar a su mujer una cantidad considerable por actos de infidelidad).

Fue tan solo tres años después, cuando la sentencia de divorcio había finalizado y ya su pequeño hijo no era una prueba de infidelidad, que Astrid fue a buscarlo y se lo llevó con ella a Estocolmo.

Todavía no era Astrid Lindgren, pero ya pronto lo sería. En 1931 se casó con quien sería el padre de Karin, su hija. Fue de él de quien tomó el apellido. Mientras crecía la niña, Astrid se dedicó a ser ama de casa. Mas, un día, cuando Karin tenía 7 años, se enfermó. Para mimarla, Astrid la complacía en todo. “Mamá, cuéntame de PippaMediaslargas”, pidió la niña. “Quién es esa”, preguntó Astrid. Y así nació, de la imaginación de una niña y de la pluma de su madre, uno de los más logrados personajes para niños de todos los tiempos:

Pippa Mediaslargas

Pippa surgió como una niña díscola, que rompía con todas las reglas impuestas por la sociedad. Era una huérfana… feliz de serlo. Una niña traviesa, que no temía a nadie. Vivía sola con su mono y su caballo, y nadie le obligaba a hacer sus tareas escolares. Era forzuda, capaz de subirse a los techos, de levantar un caballo, de burlarse de la Policía y de la autoridad de los hombres.

Astrid presentó su novela sobre Pippa a numerosas editoriales, pero siempre fue rechazada. Hasta 1945, año en que una editorial le aceptó su libro sobre Pippa. Para bien: el libro fue un rotundo éxito. Les gustó tanto a los niños, que la autora se dedicó en exclusiva a la escritura, lo que provocó la aparición de dos historias más sobre Pippa.

Pero aun después de su demostrado éxito, costó bastante para que los adultos digirieran la irreverencia de Pippa ante las leyes de la sociedad. Tanto es así que la primera editorial francesa que quiso publicar Pippa, no aceptó que esta fuera una niña tan fuerte capaz de levantar un caballo. Alegó que los niños franceses eran muy realistas, y que nunca lo creerían. Le propusieron a Astrid que en lugar de un caballo levantara un pony. Astrid respondió que ella accedería a su propuesta si le enviaban una fotografía con una niña francesa levantando un pony.

En nuestros días, Pippa Mediaslargas es referente universal en la literatura infantil. Lo que Lindgren propuso con este libro fue una nueva forma de mirar la infancia: una defensa contra los métodos autoritarios; una creación fresca, original, e irreverente, que le da protagonismo a la infancia y que sigue hoy teniendo la misma fuerza que cuando surgió.