Las dos caras de enero (+Video)

En la mitología romana, Jano era un dios que tenía dos caras. Cada una de ellas miraba hacia los lados de su perfil. Esa dualidad le convirtió en el dios de los umbrales, los comienzos y los finales, y por esta razón gobernaba cuando los tiempos cambiaban: a él se le fue consagrado el primer mes de cada nuevo año.

Jano, pues, es ese enero al que alude el título de Las dos caras de enero, nueva adaptación cinematográfica de una novela de Patricia Highsmith que, pese a tener una referencia constante a la mitología griega, nunca llega a dejar claro qué le aporta esto al desarrollo dramatúrgico del filme.

Dirigida por el guionista y debutante director británico-iraní Hossein Amini, Las dos caras de enero se desarrolla en los años ´60, en el sur de Europa, y cuenta con el tan usado ingrediente del triángulo amoroso, cuyo suspense comienza desde el arranque mismo del filme en una sugerente escena, que sitúa la tensión entre los protagonistas a los pies del Partenón helénico.

Sin apenas florituras y con un talante clásico y elegante, Amini deja que su tríada de estrellas (Viggo Mortensen, Kirsten Dunst y Oscar Isaac) desprenda su mejor fotogenia y talento; virtudes que suplen la incapacidad del largometraje de desarrollar quizá su más interesante arista: un nudo freudiano sobre la ambivalencia del ser humano.

Viggo Mortensen, (Chester) y Kirsten Dunst (Colette) son dos norteamericanos que están de vacaciones en Grecia. Mientras pasean por el Partenón y demás sitios turísticos, bajo una música muy apropiada, que entreteje la trama tan bien como este matrimonio -Amini ha pedido prestado un compositor, Alberto Iglesias, de Pedro Almodóvar- conocen a un joven turista, bello como un fauno, con el que Mortens entabla una relación que recuerda, a ratos, el mito de Teseo.

A partir de entonces se sucederán insinuaciones eróticas, asesinatos, intrigas, y competencias de testosterona —en las que cada personaje masculino toma su tiempo para luchar contra el Minotauro— para terminar, literalmente, dando vueltas por el laberinto de Cnosos.

El triángulo amoroso, la ambición, la venganza, el deseo de conquista y ese rey viejo que es el dinero son algunos de los motivos que sientan las bases de esta película, e incluso la llevan al clímax. No obstante estas explícitas premisas, pareciera que hay cierta diligencia en su asentamiento: el filme adolece de una credibilidad visceral.

Aunque Amini es conocido por una nominación a los Oscar en la categoría de Mejor Guión Adaptado,con Las alas de la paloma (1997), su habilidad como guionista tiene una negligencia fatal en Las dos caras de enero: no subraya lo suficiente las motivaciones del personaje del joven estafador con el que se encuentra su matrimonio protagonista. Aunque la cinta es una delicia para mirar y escuchar, es este un detalle que toma prominencia con el transcurso de la película.

Es por esto que, a pesar de las muchas partes atractivas de este thriller —no se puede menospreciar a los dos actores, hombres exuberantemente atractivos ¡qué delicia!, y a la luz del sol mediterráneo sobre el trajes de lino color crema de Viggo Mortensen—, el filme no es mucho más que la suma de sus virtudes. Y hubiera podido serlo.