//

jueves, 3 de octubre de 2024

Juan Gelman, el poeta del dolor

La poesía de uno de los más grandes escritores latinoamericanos con lento y cristalino ritmo penetra en los más profundos rincones del sufrimiento humano...

Mario Luis Reyes Betancourt en Exclusivo 14/01/2016
1 comentarios

Juan Gelman, uno de los más grandes escritores latinoamericanos, mencionaba en su discurso de aceptación del premio Cervantes que “…Marina Tsvetaeva, la gran poeta rusa aniquilada por el estalinismo, recordó alguna vez que el poeta no vive para escribir. Escribe para vivir”.

Esta máxima la cumplió toda su vida el poeta de la mirada triste, como muchos llamaban al argentino, al cual la dictadura militar de Videla le secuestró a sus hijos y su nieta en el año 1976. Por eso antes de adentrarnos en la obra de Gelman es preciso conocer algunos detalles de su vida, marcada para siempre por este trágico suceso.

Gelman nació en Argentina en el año 1930, hijo de emigrantes judío-ucranianos. Se cuenta que desde los tres años aprendió a leer y que este fue su mayor entretenimiento durante la infancia, junto al fútbol y los paseos en bicicleta. Desde los ocho comenzó a escribir poemas, y a la temprana edad de once años vio impresos sus versos por primera vez en una publicación, la revista Rojo y Negro.

A los 15 años, mientras estudiaba en el Colegio Nacional de Buenos Aires, ingresó a la Federación Juvenil Comunista, lo que evidencia su rápida inclinación por las ideas de izquierda, que estarán presentes en toda la vida y obra del poeta. En la Universidad de Buenos Aires comenzó los estudios de Química en el año 1948, pero los abandonó rápidamente para dedicarse por completo a su mayor pasión, la poesía.

Iniciándose dentro del movimiento de la “nueva poesía”, que se extendería entre los años 1955 y 1967, pasa a fundar el grupo El pan duro, que estaba integrado por jóvenes escritores de tendencia izquierdista, los cuales se proponían una poesía vinculada a la acción política, eminentemente popular, usando un lenguaje coloquial relacionado con temas urbanos y que siguiera la cadencia tanguera. En 1956, como parte de este grupo, publica su primer libro: Violín y otras cuestiones.

Posteriormente, Gelman comenzó a tener contradicciones con las posturas predominantes en el Partido Comunista Argentino de la época, por lo que ya en la década de los 60 decide desligarse completamente de este y funda junto a otros intelectuales la editorial La Rosa Blindada, que se centraba en la publicación y difusión de textos de izquierda rechazados por el marxismo ortodoxo de aquellos años.

Una faceta de la vida del poeta argentino que no debe ser pasada por alto es la de periodista, que ejerció con más o menos constancia hasta el final de sus días. Entre sus experiencias en los medios debemos resaltar su papel de secretario de redacción de la revista Crisis, la cual era dirigida por el escritor uruguayo Eduardo Galeano.

También se desempeñó como jefe de redacción del diario Noticias, vinculado a la organización guerrillera Montoneros, y en el cual también escribían Miguel Bonasso, Rodolfo Walsh y Francisco Urondo, entre otros importantes intelectuales de la izquierda argentina. Sobre esta experiencia diría que fueron los mejores momentos de su vida en los medios.

Cuando el golpe de estado de 1976, Juan Gelman se encontraba en Europa realizando denuncias a las múltiples violaciones de los Derechos Humanos que se cometían en Argentina, por lo que se vio impedido de volver a su país. Comenzó así un exilio que duró 13 años.

El 26 de agosto de 1976 ocurriría el suceso que marcó su vida: la desaparición de sus hijos y su nuera, que embarazada de siete meses daría a luz en cautiverio a su nieta. La búsqueda de la niña se convirtió en la principal obsesión del poeta a lo largo de su existencia. En el semanario uruguayo Brecha fue publicado en 1998 el conmovedor texto titulado “Carta abierta a mi nieto”, en el que Gelman expresó:

Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste...
”Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho con vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tu historia, no para apartarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije”.

Finalmente en el año 2000, tras una gran búsqueda y con la ayuda del presidente uruguayo en aquel entonces Jorge Batlle, apareció, en Montevideo, su nieta, María Macarena Gelman. El poeta expresó emocionado: “Podrán imaginarse lo que significa esto para cualquier ser humano. Yo mismo puedo sentirlo; soy abuelo”.

Sobre este suceso comentó el reconocido periodista Juan Cruz en un artículo publicado en el diario El País: “Esa noticia fue para él la emoción más grande de su vida. Su poesía, irónica y secreta, escrita desde la melancolía, vivió momentos más claros; pero él siguió siendo el poeta de los ojos tristes que a veces ocultaba la risa tras el bigote poblado. Alto, desgarbado, Gelman caminaba dejando atrás, siempre, la estela del humo de su cigarrillo. Su voz tenía la cadencia del silencio; podía recitar ante miles, pero jamás levantó la voz”.

Su obra poética ha sido reconocida por la crítica y obtenido importantísimos premios a lo largo de su vida, entre los que destacan el Premio Miguel de Cervantes en 2007, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2005 o el Premio Pablo Neruda que otorga el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, entro otros prestigiosos galardones.

Su poesía, con un ritmo lento y cristalino, penetra en los más profundos rincones del sufrimiento humano, pero siempre marcada por la esperanza que contra todo pronóstico acompañó a Juan a lo largo de su vida. Su amigo, Julio Cortázar, en el prólogo al poemario Interrupciones I expresó:

“…Hombre al que le han segado la familia, que ha visto morir o desaparecer los amigos más queridos, nadie ha podido matar en él la voluntad de subtender esa suma de horror como un contragolpe afirmativo, creador de nueva vida. Acaso lo más admirable en su poesía es su casi impensable ternura allí donde más se justificaría el paroxismo del rechazo y la denuncia, su invocación de tantas sombras desde una voz que sosiega y arrulla, una permanente caricia de palabras sobre tumbas ignotas. Cada diminutivo, cada nombre dicho como quien acuna o tranquiliza, hinca todavía más hondo la irrestañable denuncia de esas innúmeras muertes que tantos de nosotros llevamos como el albatros a todo cuello y sin saber volverlas del lado de la luz…”.

Gelman escribió hasta el último de sus días, aquel aciago 14 de enero de 2014, cuando, desde su casa en México D.F. nos dijo adiós por ultimas vez su persona, porque sus versos suenan cada vez más entre los entre los amantes de la poesía de todo el mundo. Muchos no creyeron nunca en la muerte del poeta, como Eduardo Galeano, quien escribió ese día:

"Hace poquitos días, hablando del gordo Soriano y del negro Fontanarrosa, dije, o más bien comprobé: ‘A veces, la muerte miente’. Y ahora, lo repito: miente la muerte cuando dice que Juan Gelman ya no está. El sigue vivo en todos los que lo quisimos, en todos los que lo leímos, en todos los que en su voz hemos escuchado nuestros más profundos adentros”.


Compartir

Mario Luis Reyes Betancourt

Se han publicado 1 comentarios


olga rodriguez
 14/1/16 16:46

SIEMPRE HABRÁ QUE RECORDAR A GELMAN COMO HOMBRE, COMO POETA.  UN EJEMPLO HUMANO EXTRAORDINARIO.  POR ESO, LO FELICITO POR SU COMENTARIO TAN COMPLETO. 

Deja tu comentario

Condición de protección de datos