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martes, 1 de octubre de 2024

Mejor reírnos del machismo… en serio

La semana pasada lo convoqué, y aquí está la respuesta del hombre feminista con quien comparto la vida, dentro y fuera de este blog...

Jorge Sánchez Armas
en Exclusivo 01/10/2024
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Machismo
Honores, a quien los merece en igualdad de condición y respeto. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

La sugerencia del título la tomé de la pasada Bienal del Humor de San Antonio de los Baños, una que disfruté además por ganar el Segundo Premio en Humor General con la caricatura que ilustra este trabajo: «Honores».

Cuando salió a las redes, la imagen tuvo miles de lecturas y comentarios, pues nadie a esta altura negaría que el machismo, esa herramienta poderosa del patriarcado, invisibiliza a las mujeres en su aporte cotidiano y en la historia de cualquier sociedad.

La traigo hoy acá para complacer a Mileyda y sumarme al análisis iniciado la pasada semana sobre los consejos del tal Kenji, texto que reproduce, en pleno siglo XXI, los mismos estereotipos de nuestros tatara, bisa y abuelos: «hombre para la calle y mujer para la casa».

Si algo debo decir a su favor es que este asuntico no es de su propia inspiración: sólo es el resultado de una educación arcaica, llena de violencia hacia las mujeres y las niñas, en las que el hombre lleva casi siempre las de ganar desde una posición de obsoleto poder absoluto.

Te cuento, socio, que la vida me dio el enorme privilegio de conocer a una mujer con su «lado masculino» bien desarrollado, que no esconde cuánto le gustan los trabajos con herramientas rústicas, diseñar instalaciones eléctricas, hidráulicas o agrícolas y llevar las cuentas de la casa, algo que no opaca en lo más mínimo su tremendo atractivo femenino, desde su alma llena de amor por el prójimo, que ejerce con tremenda delicadeza y sabiduría, hasta sus atributos físicos, esos que exhibe en el sillín de su bici como un Panda lumínico.

Por otro lado, a ella le ha resultado casi definitivo haber conocido a un hombre con su «lado femenino» floreciente, pues este servidor cocina, lava y limpia, además de hacerse el chivo loco en eso tan masculino de invertir el dinero… Digo, es así, Kenji, ¿no?

Nuestra máxima no ha sido que ninguno mire por encima del otro, sino mirar ambos en la misma dirección, y ahí radica la ruptura con esa sarta de estereotipos, que leí como si se tratara del reglamento mundial para escribir reguetones.

Compadre, los abuelos y abuelas de hace décadas “duraban” toda una vida por la simple razón de que las mujeres tenían bajísimos niveles educacionales. Hacer una carrera era algo casi totalmente vetado por las sociedades machistas, que las criaba con la misión de satisfacer con sexo al marido, parir y criar sus hijos, atender a cuanto familiar se enfermase y quedarse en casa tejiendo su aburrimiento intelectual entre ropa sucia o calderos, además de limitarse a que el hombre la mantuviera económicamente.

En cambio, los hombres sí tenían el “derecho” (gracias al susodicho patriarcado) de andar fuera de casa todo el día, trabajar, proveer de recursos la familia, beber con sus amigos y “amigas” y vivir miles de aventuras de todo tipo, bien vistas y socialmente correctas.

Niñas y niños no nacen machistas: los enseñamos a serlo. Y sí, ahora los hombres usan chancletas y camisetas rosadas sin complejo… pero párate frente a un negocio donde se venden juguetes y verás. Los destinados a las niñas son cocinitas, casitas, cochecitos, bebés, muñecas, jueguitos de limpiar, planchas, lavadoras… y ya saben dónde se realizan esas actividades.

Para los varones la vida tiene más colores, y pueden aspirar a jugar con carros de bomberos, camiones, armas, juegos de construir y set de policías, soldados… (y mejor no sigo porque le voy a echar buena parte de la culpa de las guerras a los juguetes, y algo de razón tendré).

Las niñas tienen “prohibido” manejar una bici sin rueditas de seguridad, y los varones, vestir y desvestir un bebé, cocinar, lavar… hasta el nombre de “jugar a las casitas” implica roles bien diseñados por el estatus patriarcal.

La buena noticia es que se ha hecho mucho para transformar ese imaginario, pero hay mucho más por hacer para que no prevalezcan las “verdades” machistas y hasta misóginas mostradas en las redes y hechas fleco a cada rato en los espacios de la plataforma Senti2Cuba.

Doy gracias a lo aprendido en este blog, en la radio y las páginas de Sexo Sentido, además de los muchos espacios de activismo y academia feminista en Cuba, donde el discurso es diferente porque se habla de educación responsable y equitativa desde las primeras infancias, génesis de esa violencia que tanto daño emocional y físico nos hace. A las mujeres, sí, pero también a los hombres.

El tema da para muchísimo más, pero termino con una idea de Xavi, amigo catalán a quien conocimos en uno de los diplomados de Género y Comunicación del Instituto Internacional de Periodismo José Martí: «Los hombres feministas sólo estamos saldando una deuda con nuestras mujeres». Todas ellas, cabría decir.  


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Jorge Sánchez Armas

Caricaturista


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