¡Felicidades, Silvestre Cañizo!

Enrique Molina dejó de llamarse así durante años (y puede que aún hoy alguien haya olvidado su verdadero nombre). Parece que al pueblo cubano le va mejor llamarle Silvestre Cañizo, porque su actuación en la telenovela Tierra Brava fue memorable, y a él no le molesta, porque ese es de los personajes que más quiere, porque además, fue construido por él, palmo a palmo. Y cuando camina por las calles de La Habana o de cualquier provincia del país no falta quien le llama por ese apodo, y le pide tomarse una foto juntos, y le felicite.

Siempre que se tenga la posibilidad de tener delante a Silvestre Cañizo, alias Enrique Molina, hay que aprovechar ese momento para felicitarlo; o para aplaudir sin cesar durante varios minutos seguidos, como sucedió en el cine Charles Chaplin el pasado diciembre, durante la presentación de la película La cosa humana, dirigida por Gerardo Chijona. Ahí es El Suave, un mafioso instruido, que castiga sin piedad a quienes le deben dinero al mismo tiempo que cita pasajes de La guerra y la paz, la novela de León Tolstoi.

Cautiva desde la pantalla grande o la chica. Puede hacerlo porque es espontáneo, natural, orgánico, y porque cuando se relaciona con la gente fuera del set, es un hombre jaranero, amable, conversador. Sí, aunque muchos de sus personajes no lo muestren así, pues no pocas veces encarna a tipos rígidos, intolerantes, prejuiciosos.

Tiene el cariño y el reconocimiento de un pueblo entero, y por eso es feliz, me dijo. Pero su júbilo se multiplica cuando en otras latitudes se premia su trabajo y con ello, se le da la oportunidad al cine cubano de ganar espacio en certámenes internacionales.

Fue en el 2014 cuando recibió por primera vez el premio al mejor actor extranjero en el festival de cine El Gallo de Oro y las Cien Flores, de China. Su personaje en el filme Esther en alguna parte, dirigida por Gerardo Chijona, le propició el galardón equivalente al Oscar en el gigante asiático. Dos años después, y gracias a El Suave, Cañizo se lleva el mismo galardón a casa, y pareciera que el dúo Chijona-Molina es garantía de éxito.

Quizás al pueblo chino ya le resulta imposible desprenderse de la admiración por este actor cubano, quien desde El hombre de Maisinicú (Manuel Pérez), allá por la década del 70, Polvo Rojo (Jesús Díaz), suma a su haber del séptimo arte Una novia para David (Orlando Rojas), Hello Hemingway (Fernando Pérez), Un paraíso bajo las estrellas (Gerardo Chijona), Barrio Cuba (Humberto Solás), Páginas del diario de Mauricio (Manuel Pérez), El cuerno de la abundancia (Juan Carlos Tabío), y otras cintas.

¿Quién puede imaginar hoy que este hombre, nacido en 1943, fue de esos niños que dejó la escuela y solo con 10 años vendía aguacates, limpiaba zapatos y vendía maní para ayudar económicamente a su familia? Hay santiagueros que le llaman coterráneo, y no puede andarse con explicaciones para aclararles que nació en Bauta y que luego se fue a vivir a Santiago de Cuba, donde empezó en el teatro y donde creó su primera familia.

Y encarnó a Lenin en teatro y en cine para televisión…y también a Martí, y se enamoró de una profesión que, por fortuna, le ha sido gratificante todo el tiempo. Los actores jóvenes lo  respetan, lo aplauden y añoran compartir la escena con él, aunque sea desde un papel secundario. Y Cañizo, alias Molina, los guía, los aconseja, los empuja.

Enhorabuena se reciben buenas noticias como estas, aunque el pueblo de Cuba vive convencido de que es él uno de sus mejores actores. Y bien que lo sabe, porque es un pueblo exigente con sus artistas, y puede abrazarlos a cada paso. Así sucede con Omar Franco, quien recibió el Premio al Mejor Actor de Reparto, por su desempeño en el filme Pablo, (Yosmani Acosta) en el Festival Internacional de Cine de New York; y con Laura de la Uz, multipremiada en festivales en España y Brasil, además del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

No son pocos los actores y las actrices cubanos, directores, fotógrafos, guionistas, que hoy recogen frutos de su trabajo no solo en esta tierra, sino también en otras en las que se abren bien los ojos y se distingue lo mejor. No trabajan actores y actrices, fotógrafos, guionistas y directores cubanos pensando en galardones, pero sin dudas será siempre la manera en la que otros seres humanos podrán demostrarles su admiración.