Conquistar la vida desde el arte de narrar (+ audio)

“Soy integrante del proyecto comunitario País Petit, dirigido por la profesora, escritora y narradora oral Loreley Rebull. Una de mis compañeras de la escuela me habló sobre la posibilidad de incorporarme. Desde pequeña sentí una atracción por las letras y la narración, la literatura en general es algo que me apasiona. Yo estoy muy contenta y agradecida de ser miembro de País Petit”.

De forma casual llegó Mabelis al proyecto País Petit hace ocho años, tiempo que le sirvió para restaurarse el alma y las ilusiones. Si en otra época de su vida fue una niña triste por su discapacidad, la joven de hoy mira al futuro con otra cara, con otras esperanzas.

“Los logros de pertenecer a este proyecto son incontables. Lo más importante para mí es el desarrollo personal, la oportunidad de integrarme a la sociedad. A partir de mi discapacidad puedo asegurar que me ha ayudado mucho: me aportó seguridad, confianza.

“Al principio fue difícil enfrentarme a un público, pero poco a poco aprendí a lidiar con la timidez, gané muchos amigos, conocí historias nuevas. Ha sido increíble.

“Loreley es como la segunda madre de todos nosotros. No solo nos ha acercado a la narración, sino que nos educa para la vida. Es una bendición tremenda para mí formar parte de esta familia que es País Petit”.

Su profesora y amiga, la narradora oral Loreley Rebull, también recuerda con emoción la inserción de Mabelis en País Petit. “Hacía dos años que había creado el proyecto en el cine Bahía cuando la abuela de Mabelis me dijo que su nieta tenía problemas en la piernas y creía que sumarse a esta iniciativa podría contribuir a su desarrollo.

“Noté que al principio le daba trabajo caminar, pero se esforzaba y lo lograba. También comunicarse era muy difícil por su timidez. Cuando ella llegó a País Petit era una niña que no podía hacer lo mismo que sus compañeros y eso la hacía sentir frustrada. Pero los demás integrantes la recibieron muy bien, la quieren mucho y la apoyan.

“Ella ha crecido significativamente. La Mabelis penosa que hablaba bajito, gracias a las técnicas y la seguridad que aporta la narración oral, hoy es una joven encantadora y una narradora increíble. Tiene el difícil don de emocionar y esa habilidad la ayudó a vencer las tristezas”.

Mucho agradecen los padres de Mabelis el cambio que notan en ella. Su madre se emociona, siente un nudo en la garganta al verla inmensa frente al público. Según me cuentan participantes en el proyecto siempre llora al hablar de su hija, pero esta vez, con la voz entrecortada, se contiene para agradecer.

“Mabelis es nuestra pequeña niña pero siempre demuestra que es muy grande. Disfruta cada actuación. Cada persona tiene habilidades para algo en la vida, aunque a veces cuesta trabajo descifrar para qué. Felizmente ella descubrió sus aptitudes muy temprano y se siente realizada con esa oportunidad.

“Ella siempre trata de transmitir un mensaje positivo, llegar al corazón de las personas, trasmitirles lo que significa para ella la vida. Cuando muchos de su edad están en la playa, en fiestas, ella se divierte a su manera: desde su sillón, observando, escribiendo, ensayando.

“Su vida no ha sido como la de otros niños porque hemos pasado mucho tiempo en centros hospitalarios. Mabelis ha sabido sobreponerse a todas las dificultades y crecerse ante cada una. Ella es nuestro mayor orgullo”.

Mabelis hoy no puede caminar. Luego de muchas operaciones sus piernas no le responden. Pero ella posee una cualidad especial que la distingue entre las personas a su alrededor: su capacidad para soñar y para hacer soñar a otros.

“Estar frente al público es muy gratificante, regalarle mis narraciones, reflexiones que le servirán para el futuro y observar sus reacciones me fascina. Cuando trabajo para los niños, que es el público más sincero, es doblemente emocionante. Es una alegría imposible de describir.

“Además mis presentaciones llevan un trabajo de base, una preparación. Al concluir cualquier actuación me siento recompensada y pienso que mi esfuerzo no fue en vano porque dejé una huella en el pensamiento de quienes me escucharon”.

Durante las etapas de rehabilitación en los hospitales, Mabelis usa sus aptitudes como narradora innata para alegrar a otros y, casi sin saberlo, sembró esperanza en muchos. Hoy la muchacha mira hacia adelante, siempre hacia adelante y ve un futuro promisorio.

“En lo adelante siempre me veo escribiendo cuentos y narrando porque es lo que más disfruto. En el futuro no planeo separarme de esto. Me siento afortunada por haber descubierto mi verdadera pasión porque no todos alcanzan el sueño de dedicarse a lo que aman.

“Creo que seguiré compartiendo mensajes e historias positivas a las personas… siempre sumergida en la literatura. Quiero que esto forme parte de mi vida”.

Esa posibilidad de sobrevolar el mundo desde las palabras, no la apaga ninguna discapacidad.

“La narración oral para mí significa todo: mis estudios, una actividad a la cual dedicarle mi tiempo y mis deseos, la vida. Gracias a este oficio yo narro y también vivo historias”.

Mabelis conmueve, pero no desde la lástima sino gracias al talento que encontró dentro de sí; esa llama de esperanza le alumbra los caminos y ella, generosa como siempre, ofrece su luminosidad a otros para que descubran la felicidad verdadera, la que nace desde las experiencias de la vida.