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miércoles, 27 de noviembre de 2024

¿Intimidades llegan a la tercera edad?

Aunque en ocasiones se presupone que la tercera edad constituye el ocaso de la sexualidad, este momento puede ser ideal para el descubrimiento y la vivencia de experiencias placenteras...

Mayte María Jiménez
en Exclusivo 11/01/2013
2 comentarios
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Hay quienes se encuentran en la tercera edad y mantienen una estupenda vida sexual con su pareja.

Más allá del estereotipo de que los ancianos son seres “asexuados” o faltos de imaginación, diversas investigaciones validan la práctica de la actividad sexual en adultos mayores, demostrando que el placer puede llegar también en la tercera edad.

Los estudios señalan que en la actualidad, dependiendo de la cultura y región geográfica, se presume que los factores limitantes para el bienestar erótico en edades extremas son más bien del tipo psicosocial, como la mencionada falta de privacidad, los sentimientos de culpa, la resistencia familiar, la coacción injusta, la incomprensión de necesidades afectivas y la falta de solidaridad; sobre todo cuando estas personas dependen económicamente de otras más jóvenes.

Un estudio realizado en Estados Unidos señaló que definitivamente la búsqueda de placer físico no es garantía solo de los jóvenes, pues una encuesta nacional a adultos mayores de 57 años reveló que en estos años muchos tienen relaciones sexuales, y algunos con frecuencia.

Según se divulgó, aunque pareciera increíble, más de la mitad de las personas del grupo de mayor edad, entre los 75 y los 85 años, que se encontraban sexualmente activos, informó tener relaciones sexuales al menos dos o tres veces al mes, mientras que el 23 % informó tener relaciones sexuales al menos una vez a la semana.

Se observó, además, que la disminución del deseo sexual y de las relaciones obedecía más a los problemas de salud o la falta de un compañero —especialmente en el caso de las mujeres— que a la propia disminución de la libido.

Era menos probable que las mujeres fueran sexualmente activas a que lo sufrieran los hombres en esos grupos de edad, pues más del 78 % de los hombres entre los 75 y 85 tenían cónyuge u otra relación íntima, mientras que solo el 40 % de las mujeres tenía pareja.

Los resultados de estos estudios abren nuevas perspectivas y esperanzas en el espectro sexual de los que atraviesan la tercera edad y demuestra que en todos los momentos de la vida el sexo y el amor están íntimamente ligados.

¿QUÉ SUCEDE EN EL ORGANISMO ANCIANO?

De acuerdo a los estudios, biológicamente la mujer anciana pierde por completo sus capacidades reproductivas, mientras hombres de más de seis décadas han sido padres. Pero en cuanto al deseo y la vivencia íntima, la diferencia estriba en la salud de cada individuo y la liberación que tenga, que le haga sentirse capaz de tener sexo a esta edad.

También inciden elementos tales como que los hombres tienden a tener parejas más jóvenes y las mujeres parejas más viejas, lo que se traduce en menos oportunidades de intimidad sexual para las mujeres.

Según señalan los psicoterapeutas, el coito vaginal puede seguir siendo parte de la intimidad de la pareja anciana, lo que disminuye ligeramente a medida que las personas envejecen, con más caricias y besos como la actividad primaria.

En la tercera edad ocurren cambios en la imagen corporal, como el andar lento, la postura encorvada, se profundizan las arrugas, el pelo se torna escaso y canoso y disminuye la masa muscular en general. Ello condiciona muchas veces que el atractivo sea menor y, por tanto, para algunas personas se torna menos interesante el juego de la seducción.

Normalmente, los cambios fisiológicos en la mujer son la disminución de estrógenos, la vagina se hace más estrecha y disminuye la lubricación; menor congestión del clítoris, los labios y la plataforma vaginal en general durante la respuesta sexual; así como un menor tamaño y turgencia de los senos. Ello condiciona que la intensidad y frecuencia del orgasmo sea menor.

Mientras, en el hombre los cambios fisiológicos varían desde la disminución en la producción de esperma, los niveles de testosterona, la erección se hace más lenta, las contracciones orgásmicas disminuyen en número e intensidad y el período refractario se alarga.

Además, se originan cambios psicosociales para ambos sexos, dados porque aparecen fenómenos de tipo amnésicos, sobre todo para los procesos de retención, lo que limita en muchos casos el aprendizaje y la comprensión; afectivamente, son frecuentes los sentimientos de abandono y soledad reforzados por las pérdidas de personas más queridas, así como el temor obsesivo de presenciar la muerte del cónyuge.

TODOS TIENEN DERECHO

Al considerar la sexualidad dentro del marco de la libertad individual y no en el de la moral social, las personas pueden evitar las frustraciones en cualquier etapa de la vida adulta, ya que el sexo puede ser un aliado en la madurez, que no solo incrementa la calidad de vida sino que puede llegar a prolongarla.

No se trata de una actividad exclusiva de la juventud o de las hormonas, el sexo es una voluntad de acción, un deseo de descubrir nuevos aspectos de la existencia y un modelo abierto que desmitifica los roles de antaño en la intimidad.

El sexo en la tercera edad puede ser una fuente de gratas sorpresas. Para ello, primero debemos desgenitalizarlo, pues el órgano sexual es todo el cuerpo, junto a la mente, las emociones y la motivación.

De acuerdo con algunos especialistas, es importante en esta etapa mantener la vida sexual activa y no renunciar. No es preciso tener un coito penetrativo para disfrutar sexualmente. Las caricias, maniobras orales, y todo lo que la imaginación le permita puede animar el placer en la intimidad.

Aunque desde tiempos inmemoriales la sociedad ha presupuesto que la tercera edad constituye el ocaso de la sexualidad y el erotismo, amén de los cambios fisiológicos que pueden ocurrir, este momento puede ser ideal para el descubrimiento y la vivencia de experiencias placenteras que den, como nunca, riendas sueltas a la imaginación y, ¿por qué no?, vivir de modos diferentes aquellos amores que tanto nos estremecieron en la juventud.

La realidad evidencia que hay quienes se encuentran en la séptima y octava década de la vida y mantienen una estupenda vida sexual con su pareja, dentro de un marco de ternura y amor.


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Mayte María Jiménez

Periodista del Diario Juventud Rebelde y editora del Suplemento En Red, dedicado a Ciencia, Salud, Tecnología y Medio Ambiente. Aborda temáticas relacionadas con juventud, sociedad, salud, ciencia, economía y otros tópicos de la actualidad nacional de Cuba. Coautora del libro Periodismo incómodo: la cuadratura del círculo, de la Editora Abril

Se han publicado 2 comentarios


temba
 9/2/18 13:03

ya tenemos 5ta y tantos, es sex nos va super...y hasta medio swinguer somos...ja, es poner de nuestra parte, lo demas viene solo.

Anónimo
 15/1/13 13:06

Estimada periodista, muy bello su escrito sobre este tema que pudiera ser muy polémico desde todos los puntos de vista. Pero siendo barón, contando con casi ocho décadas de vida, mis propias experiencias me han enseñado que en la tercera edad, la actividad sexual no es ni parecida a como muestran las estadísticas. Algo que no dudo sean establecidas basadas en las MENTIRAS que al respecto inventamos los mayores para ocultar lo que a simple vista, la mayor parte de las veces, se puede imaginar. Ya tenemos como ejemplo el cuento de aquel padre de un famoso cantante que fue padre a los 82 años con una mujer que casi podía ser su nieta. ¿No le recuerda esa historia aquello de que “con ayuda del vecino mi padre mató un cochino”? No dudo que pudiera existir un mínimo por ciento de nosotros los muy mayores, que si pudieran estar activos sexualmente a pesar de los muchos años que cuenten, pero desgraciadamente, la edad, trae no solo la pérdida de masa muscular y la disminución o pérdida de la testosterona, sino que produce un deterioro progresivo de todo nuestro cuerpo, y si a eso sumamos los males que la edad acarrea, llega el momento, que aunque no hayamos perdido el gusto y la atracción por el sexo opuesto (como yo), nos vemos totalmente “asexuados” y sin remedio posible, incluyendo entre ellos la Viagra o la tan mentada “bombita”. En cuanto a salud se trata, no he sido de los más afortunados. A los 60 me tocó cáncer de próstata (eliminado con radiaciones de cobalto y hormonas), y con el paso de los años, los inevitables años, el aumento del colesterol en la sangre, problemas coronarios (tengo cinco implantes), diabetes, artritis, neuropatía diabética y otros etcéteras. Pero por otro lado si he sido ¿afortunado?. En estos últimos años algunas encantadoras damas de mi entorno se han interesado en mi persona, pero cuando han conocido que yo “ni na ni ná”, han cambiado el rumbo. O sea que: el deseo existe, el lívido no se ha ido, pero ¿qué hago con eso?

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