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sábado, 23 de noviembre de 2024

El Capitalismo, Farruko y la “Pepa” de los pueblos (iii) (+Video)

La adoración del dinero y la alienación narcisista que predican estos “famosos” se constituyen en la peor de las “pepas”...

José Ángel Téllez Villalón
en Exclusivo 04/03/2022
2 comentarios
Farruko III
Farruko recurre a la religión para exculparse, se niega a cantar el estribillo de “Pepa”, pero ¿renunciará a su vida ostentosa, a sus joyas de Tajia Diamonds?

Durante su “misa” en el estadio de Miami, al disculparse por su “Pepa”,  Farruko reconoció su gran  poder de influencia (“Sabe Dios a cuántos de sus hijos les hice daño…”). Un poder que le confiere la fama y la ostentación de símbolos de “éxitos”, asociados con acumular dinero.

Vale apuntar que este  “famoso” cobra 300 mil dólares por presentación y su fortuna está estimada  entre 15 y 18 millones de dólares. Tiene  canciones que tan solo en YouTube generan cientos de miles de dólares anualmente.   El video de “Calma” junto a Pedro Capó,  alcanzó 1872 millones de vistas, generando una ganancia aproximada de 1.3 millones de dólares; el  “Krippy Kush’, con  Bad Bunny, tiene 706 millones de vistas, lo que se traduce en un estimado de 494 mil dólares de ganancias. De igual forma, su colaboración con Ky-Many Marley del tema ‘Chillax’, cuenta con 703 millones de reproducciones, dejando unos ingresos similares, de 490 mil dólares. Vale destacar su canal de YouTube cuenta con 11.5 millones de suscriptores.

Es el pago por sus cotizados servicios a las élites en el poder, entre ellos socializar una felicidad ilusoria, conseguida mediante el escapismo hedonista y la autoalienación.  El éxito de “Pepa”, responde en gran medida a esa necesidad de ilusiones y de escapatoria ante una realidad  precarizada, por la injusta distribución de las riquezas y las imposiciones de aislamiento  motivadas por  la pandemia de la Covid 19. Fue  “expresión de la miseria real y la protesta contra ella”, reacción   ante un “mundo sin corazón”,  de criaturas oprimidas  que tienen necesidad de ilusiones y “apetitos sensuales" que satisfacer.

Para Marx, el fetichismo es "la religión de los apetitos sensuales", y la fantasía de los apetitos engaña al adorador del fetiche haciéndole creer que un objeto inanimado cederá su carácter natural para satisfacer sus deseos. De modo que el apetito crudo del adorador del fetiche aplasta al fetiche cuando este deja de serle útil. Eso explica las reacciones del público ante la conversión de Farruko en Carlos, ante el posible despojo de los significados que lo convirtieron en “famoso”.

Frente a estas, el ídolo urbano  respondió: “Dios es un Dios de orden y un ser justo, me permitió lo bueno y lo malo y quiere utilizarme como instrumento para todo aquel que quizás tiene muchas dudas en la vida de por qué pasan tantas cosas, no se trata de religión se trata de un testimonio real de vida”.

En agosto pasado, “enamorado del dinero” había  arremetido  contra sus seguidores  por el nulo éxito del  “Incompleto”. Fue a raíz  de  una versión cristiana de “Pepa”, con este otro  coro: “Reza y baja pa’ la iglesia porque en Jesucristo está la pureza. Glorifica’o”. Lo criticaron por la  contradicción de declararse devoto de Dios  y a la vez defender su apología a las drogas. Entonces,  el Farru sacó a relucir su colaboración con el también boricua  Onell Díaz, hijo del  conocido productor DJ Nelson y que ha redirigido su carrera hacia el  género urbano cristiano.

“Señor te necesito/ Aunque con mis actos yo no lo expreso/ Pero el disfraz que traigo carga demasiado peso/ Quisiera volver a ser aquel que no tenía un peso/ Antes todo estoy libre pero por dentro estoy preso”, es parte de la letra de la canción.  Otra declaración de culpa y de angustia, de “los descorazonados”, de “los abatidos” por la crueldad capitalista. Aunque, según ellos,  sea  por la falta de Dios en su alma. Como antes reconocieron otros ídolos del género urbano como El General, Héctor “El Father”,  Tito “El Bambino” y Almighty.

“¿Y esta por qué no la pegaron igual que Pepas? Porque son ustedes quienes pegan las canciones no yo!!”, dijo Farruko, quien agregó “aquí es donde los mato con la doble moral, yo di el paso y le canté a papá Dios!! Me alegra que Dios me use como instrumento para dar lecciones de vida!! Ve y escúchala como mismo apoyaron pepas; #incompleto se llama”, reclamó en sus redes sociales, víctima como sus seguidores de la “reificación” de un hit.

El fetichismo de la merca-música parece enajenar al intérprete y productor de la “mecánica” real de los éxitos musicales en la industria de la que sí ha  fungido  como “instrumento”. La música aparenta tener una voluntad fantasmagórica,  independiente de quienes las distribuyen y le asignan un valor de cambio. Se oculta que su valor de uso, no está determinado por su calidad  estética, ni por las sensibilidades que activa, ni por los gustos del público.

Así como a los diminutos diamantes que  adornan los relojes de Farruko se les reconoce mayor valor que a los pomitos de agua que en el video de “Pepa”  se lanzan al suelo, teniendo menos valor de uso, sirviendo menos para satisfacer una necesidad biológica,  así el valor de un tema se cotiza por su potencialidad de desplazar, de distraer y de enganchar  en círculos viciosos,  de insaciabilidad. Se le asigna un valor, por el  valor de cambio asignado a las marcas con que se asocia, del músico, del productor, de la disquera y de los canales de distribución…,  y por las métricas  que informan de la mayor interacción con otras marcas/mercancías, mediante la publicidad que acompaña su distribución.

Y los premian  los mismos beneficiarios de esta asignación de valor,  los dueños de las disqueras y de los canales de distribución,  con el poder de sobreestimar el proceso de intercambio sobre el proceso de producción, de creación musical.  Por esta oscura jerarquía  o cualidad mágica de la merca-música, el Farru culpa a la gente por pegar  “Pepa”  y no “Incompleto”.

Por  el fetichismo  de las mercancías el   dinero  se constituye en el único signo de poder y el  objeto de todos los deseos. En consecuencia, la adoración de este “famoso”urbano, es un síntoma  del deseo de ser ricos, de acumular dinero. Fantasía que enferma también a nuestra gente.

Uno de los jóvenes enjuiciados por su participación en los disturbios del 11 de julio pasado se ha confesado en una carta adorador de Farruko.  No  ha de ser un dato intrascendente, porque no ha de ser el único.  Como no lo es que el reguetonero se sumó a la campaña  ·#SOSCuba y que apareciera su post  en un video que circuló entre los móviles de  nuestros jóvenes horas antes  de aquellas acciones colectivas. Ni que fuera elogiado  por  Agustin Antonetti , uno de los articuladores de la campaña comunicacional que prendió la chispa de aquellos sucesos, cuando se presentó el 22 de julio en los Premios Juventud con un pulóver manchado con una frase  ofensiva al presidente cubano, esa que se disputan entre los más groseros de los odiadores  y los  más odiadores de los groseros.

Esos son los significados que porta esta marca/fetiche. Y no debió subestimarlos el director de una de nuestras bandas municipales de conciertos que decidió incluir  a “Pepa” en su repertorio.

Como apuntara  Marx,  el fetichismo de la mercancía falsea la naturaleza de las relaciones entre los que “mueven las fichas” en la dictadura del Mercado  y los que se asumen como  tales, al significar sus relaciones comerciales como  “relaciones propias de cosas entre las personas  y relaciones sociales entre las cosas”.

La religión consumista y la alienación narcisista que predican estos “famosos” se constituyen  en la peor de las “pepas”. El “opio” actual, resume Jon E. Illescas, es “el presente imperialista alargado artificialmente  por el hedonismo, la búsqueda del placer más interno  y más inmediato posible: el sexo, las drogas las fiestas.  Todo lo que ofrece el videoclip  mainstream. El placer más extremo que sirva  de escapatoria para el dolor del presente”.

Farruko recurre a la religión para  exculparse, se niega a cantar el estribillo de “Pepa”, pero ¿renunciará  a su anterior vida ostentosa, a sus joyas  de Tajia Diamonds, a los relojes con diamantes que mostró en unos de los capítulos de On The Rocks de la plataforma GQ  y a su colección de  carros de lujo?  ¿Se enfrentará de hecho y de palabra  a la sobrecosificación de la felicidad y el éxito?  ¿Se lo permitirá la industria?

 

 


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José Ángel Téllez Villalón

Periodista cultural

Se han publicado 2 comentarios


carlosvaradero
 4/3/22 15:29

Yo realmente no consumo esa musica....si se le puede llamar musica a eso...es una pena que una gran parte de los mas jovenes consuman esa porqueria, creo la culpa de la difusion de todo esa mediocridad de genero la tienen las mismas casas disqueras y productores que se llenan los bolsillos a costa de ensuciar el cerebro sobre todo de la gente mas joven.

Es una pena que esos millones que reciben por hacer lo que hacen, no lo utilicen luego en comprarse un cerebro o al menos instruirse un poco.

Téllez
 8/3/22 13:56

Carlos, gracias por comentar.

Ese es el proposito de Candil del clip, aportar con algunas luces, contribuir a la alfabetizacion audiovisual de nuestros jovenes, con una intencion descolonizadora, Porque creemos,  con Marti,  que ser cultos es el único modo de ser libres. 

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