Verdad como un templo

Ciertamente se impone el enfrentamiento por la verdad, la objetividad y el rescate decente y claro de la memoria, con más razón en estos evidentes instantes de desborde de las pasiones manipuladoras.

Práctica deleznable esta última donde se conjugan “los esfuerzos” oportunistas y canallas del emporio mediático hegemonista, de las más notorias figuras políticas imperiales y, montados en la globalización comunicacional, de aquellos ignorantes y cipayos de menor categoría que les hacen coro en lo que torcidamente identifican como “redes sociales”, vaciando y viciando el amplio y real contenido de esa categoría.

Y es que mentir, distorsionar, omitir, y modelar y martillar imágenes falseadas ha sido y es una tarea sistemática de los aspirantes a emperadores universales, como método de auto ensalzamiento y de demonización y desprestigio de los oponentes.

Y reescribir la historia es uno de los trazos de ese programa embrutecedor. De ahí que a 59 años del primer vuelo cósmico del ser humano, el 12 de abril de 1961, el monstruo divulgativo reaccionario haga mutis de la hazaña, o simplemente lo tome como fugaz asidero para amplificar a seguidas “las glorias y hazañas” de los programas espaciales norteamericanos que —sin restar los legítimos valores personales y técnicos de sus ejecutores— reaparecen ante nuestros ojos como apasionados y turbulentos reality shows televisivos de corte retro.

Es la manera rocambolesca de ganar público —sobre todo mal informado o pésimamente instruido— y de diluir en el tiempo y en la intencional anulación, las verdades de la carrera espacial entre los dos sistemas y potencias contrapuestos en aquellos años del pasado siglo, y que finalmente otorgó la primacía a la Unión Soviética y al modelo socialista que llevaba adelante.

En honor a la verdad, y para que los homenajes justos sigan prevaleciendo, es deber rememorar que fue el Primer Estado de Obreros y Campesinos de la Historia no solo pionero en abrir el espacio exterior al género humano en la figura del admirable y carismático Yuri Gagarin a bordo de la nave Vostok 1, sino también el que colocó en órbita el primer satélite artificial de la Tierra, el Sputnik 1 en 1957; semanas después al primer ser vivo, la perrita Laika a bordo del Sputnik 2; y en junio de 1963 a la primera mujer cosmonauta, Valentina Tereshkova, piloteando la nave Vostok 6, entre otras hazañas de la recién inaugurada “era cósmica”.

El vuelo de Gagarin sentó además un récord excepcional para el primer intento del hombre de navegar por el cosmos, al extenderse por 180 minutos a una altitud de 357 kilómetros por encima de la superficie de nuestro planeta.

No fue hasta semanas después, en mayo del propio 1961, que un astronauta norteamericano, Alan Shepart, ejecutaría un vuelo suborbital a una altura de 180 kilómetros y por quince minutos tripulando la nave Mercury Redstone 3, para ser el primero de su país en intentar circunvalar la Tierra.

Pero Yuri Gagarin no debió solo su extendido reconocimiento global al hecho de convertirse en el humano que abrió la ruta a los vuelos cósmicos tripulados.

A ese imborrable mérito unió además su llaneza, su limpieza humana, su trato afable y sincero, una modestia de altos quilates, y su ancha y franca sonrisa, atributos que no le abandonaron en los días de su duro entrenamiento, en el jubiloso saludo de Vámonos cuando la Vostok 1 se separaba de su lanzadera en el cosmódromo de Baikonur, ni en el retorno riesgoso y sin precedentes al territorio soviético.

La misma jovialidad y sencillez que tanto apreciamos los cubanos durante la visita que realizó a nuestro país en julio de 1961, y que sumó su participación en el acto en La Habana por el Octavo Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, y sus encuentros con nuestro pueblo y con el Comandante en Jefe Fidel Castro a escasos tres meses de la victoria sobre la invasión mercenaria por Playa Girón.

Gagarin se convirtió además, el 11 de noviembre de 1964, en el presidente fundador de la Sociedad de Amistad Soviético Cubana, creada en Moscú, y cuyo segundo fue el Comandante Ernesto Guevara, presente en aquella solidaria ceremonia.