Primero me asombré. Una parte de mí, incrédula, leía la explosión de publicaciones y mensajes en distintas redes sociales que comenzaron a inundar constantemente la pantalla de mi teléfono para avisar, mediante todas las vías posibles, que entre los propios cubanos se estaban creando grupos de solidaridad que recogían productos de aseo, alimento, medicinas para hacerlos llegar hasta las provincias más afectadas por la pandemia.
¿Qué cómo transportan esos productos? En carros particulares que otros cubanos ponen a disposición de las necesidades del país en estos tiempos en los que la COVID-19 arrecia con más fuerza sobre nuestro terruño.
Mi reacción inicial duró pocos segundos. La solidaridad es un valor inherente a los nacidos en la Mayor de las Antillas. Nuestro pueblo se precia de extender su mano a cuanta nación lo requiera, en cualquier paraje geográfico, entonces, ¿cómo no tener esa actitud con quienes comparten nuestro día a día?
Este 21 de agosto, cuando se celebra el Día Internacional de la Solidaridad, no sale de mi mente que todos tenemos en el barrio un médico al que a cualquier hora le tocamos a la puerta o lo llamamos por teléfono para que nos consulte. Tampoco olvido que muchas cafeterías del sector no estatal han decidido no cobrar el servicio de entrega a domicilio cuando se trata del personal médico y de pacientes hospitalizados o algo tan sencillo como evitarle la cola en la bodega al médico y al enfermero de acaban de salir del aislamiento.
Precisamente, esta fecha comenzó a celebrarse en todo el mundo en el año 2000, con el fin –ha declarado la ONU- de promover y fortalecer los ideales de solidaridad como valores fundamentales para las relaciones en y entre las naciones, los pueblos y las personas.
De esta manera, las Naciones Unidas asumen la solidaridad no solo como un requisito de carácter moral, sino también como “condición previa para la eficacia de las políticas de los países y los pueblos”, “garantía de la paz mundial”, a la par que reconocen que sin ella no podrá lograrse un verdadero progreso en cuanto al empeño de eliminar la pobreza y la desigualdad imperantes hoy alrededor del planeta y crear “un mundo mucho más pacífico, enriquecedor y próspero”.
En cuanto a Cuba, la vocación solidaria es uno de los principios fundamentales que nos distingue alrededor del orbe. Desde sus primeros años de la Revolución hemos prestado ayuda a numerosos países en ámbitos como la medicina, la educación, el deporte, la cultura y la defensa nacional.
El personal de la salud que combate desde inicios del 2020 la pandemia alrededor del mundo no es la primera vez que asume tareas de riesgo. Nuestros médicos del contingente Henry Reeve han llegado en innumerables ocasiones a la Patria con la satisfacción del deber cumplido y la alegría de haber devuelto a la vida a miles de personas tras luchar contra varias enfermedades o desastres naturales.
Que en nuestros centros educacionales se enseñe a compartir lo que tenemos es un valor que va más allá del escenario escolar. Aquello que como país dedicado a la ciencia hemos podido conseguir con nuestros propios esfuerzos, lo hemos llevado hasta otras latitudes.
A su vez, alrededor de 50 países han hecho cuantiosas donaciones a Cuba en los últimos meses, cuando los índices de casos confirmados han aumentado aceleradamente debido a la presencia de la variante Delta. Vietnam, China. Nicaragua, Venezuela, España, Bolivia, México, India, Emiratos Árabes Unidos, Canadá, Rusia forman parte de esa lista.
Medicamentos, alimentos, material gastable que se utiliza en la atención a pacientes, equipos médicos, ambulancias de la empresa almena mcv Comercial, han arribado a Cuba provenientes de esas y tantas otras naciones.
Además, la comunidad cubana en el exterior y asociaciones de cubanos residentes en otros países han enviado ayuda a través de consulados y embajadas.
La causa común de enfrentar al nuevo coronavirus a aliado en esta batalla a cubanos de todos los sectores de la sociedad para aliviar la compleja situación epidemiológica y económica que vive hoy nuestro país, donde no se ha dejado de atender a un paciente ni se le ha dado la espalda al resto de las naciones.
La retribución del mundo no se ha hecho esperar ahora que esta islita acostumbrada a tender su mano y su corazón, se encuentra en apuros. Mientras escribo estas líneas mi teléfono ha vuelto a sonar: Cuba recibió una donación de la vacuna de virus inactivado Sinopharm, del Instituto de Productos Biológicos de Beijing, China; considerada como una vacuna segura, con eficacia clínica del 79 %, recomendada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y empleada en más de 85 países en la actual epidemia.
Por Laydis Milanés / Cubahora
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.