Los ingleses no se incorporan, ¿y los cubanos?

Hace ya muchas semanas leí aquella noticia... y todavía estoy en shock. Un ministro británico tenía una reunión a las 3:00 de la tarde, todos los implicados programaron sus agendas para la cita, porque como es lógico fueron citados con antelación. Por cuestiones ajenas a su voluntad el lord inglés tuvo un retraso de ¡DOS MINUTOS!, y en un país donde la gente crece con la puntualidad como premisa eso es grave. Fin del asunto: el señor renunció por vergüenza, pues si él era la máxima autoridad era inconcebible .la tardanza; afortunadamente su petición fue denegada y lo convencieron de retomar sus responsabilidades.

Lo repito, no salgo de mi asombro, ¿cómo es posible que los ingleses no “se incorporen” a los actos, reuniones, galas y un sinfín de etcéteras? Simple, eso se llama respeto, una palabra que algunos cubanos parecemos haber olvidado, un valor gracias al cual asumimos conductas responsables hacia los demás.

Aquí el virus creo que ataca desde las primeras edades, cuando se aprende a través del ejemplo de los mayores y comienza a ser normal. La impuntualidad se convierte en un rasgo personal, digamos, es parte de nuestra idiosincrasia.

Estamos en un punto en el cual si te dicen a las 9:00, el cubano analiza en segundos: “…en lo que llega el resto son las 9 y 30, mientras se acomodan el reloj avanza a las y 45, yo llego a las 10: 00, ¡perfecto!... y luego, pues, la presidencia se incorpora.

Mucha gente ha hablado sobre el tema y el resultado es nulo, mchos siguen esperando que alguien más dé el ejemplo; ¿y el primer paso? Quien llega en hora a los lugares termina por decepcionarse y contagiarse.

Tal vez solo sea descuido, pero en una sociedad que defiende tanto los valores, todavía no nos damos cuenta de lo que implica llegar “unos minutos tarde”. Es disponer del tiempo ajeno, porque cada persona se planifica con el objetivo de cumplir los horarios.

Por ejemplo, para ser puntuales en un acto citado para las 8:00 de la mañana, los trabajadores se levantan muy temprano, realizan sus labores domésticas, llevan los niños a la escuela, se enfrentan al transporte público —que es otra historia— y corren, literalmente; pero a las 7 y 50 am están en el sitio de encuentro, media hora después siguen allí pero las flores de la tarima no estaban listas, el locutor no ha llegado y el resto... más o menos a las 9:00 se incorpora.

Y hasta cuándo la falta de respeto, esa manía de malgastar las horas de los demás, de irrespetar a nuestros semejantes, de ser reconocidos mundialmente como irresponsables e impuntuales.

Paremos ya la bromita que parece convertirse en un refrán de que “los cubanos se incorporan”. ¿Por qué mejor no cambiar la imagen globalizada? Seamos reconocidos no solo por la solidaridad y el humanismo de nuestro pueblo, agreguemos la puntualidad, el buen gusto y respeto que representan llegar en hora.