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miércoles, 26 de noviembre de 2025

El tiovivo digital y la máscara

El hombre pierde el poder de la atención; no digiere, traga la comida rápida de la imagen; qué estás pensando, nos preguntan, pero pensar es un ejercicio que invita a detenerse y eso es ya difícil...

Julio Cesar Sánchez Guerra en Exclusivo 25/11/2025
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Phubbing
Los smartphones y las redes sociales han contribuido al auge del phobbing. Estos dispositivos brindan gratificaciones instantáneas y notificaciones constantes, reforzando este comportamiento adictivo. ( Daniel Ernesto Burgos Rodríguez / Cubahora)

Abro la pantalla del celular, entro a Facebook, muevo las imágenes y aparecen las más diversas situaciones: comentarios, desastres, críticas sociales. Por acá, una fiesta con una botella en primer plano; por allá, una cancelación, una mordida.

Al inicio espera una pregunta: ¿qué estás pensando? Me encaramo en el tiovivo digital, el nuevo carrusel. Encuentro a viejos amigos. Recuerdo un cumpleaños. Los temas políticos, desatan las polémicas  de las sillas de la izquierda y la derecha, solo que esta vez, el dientazo y la descalificación ya no necesitan de argumentos.  

El like, el “eso me gusta”, el tantas “vistas” y tantas veces compartido, encajan muy bien con la cultura de la confirmación y la cámara de eco. Al like, “no le gustan” los dislike; ni la voz de contrapartida, eso arruina la fiesta, el eco armonioso de pertenecer al mismo grupo de la tribu digital.

Ahora aparece un texto muy largo, como una reunión que no termina; pero se asoma un reel, un video corto, y le aventaja. Solo puedo ver uno, o dos;  tantos desfondarían el breve acumulado de datos móviles.

Sigo la pantalla y dice; Toca para jugar. ¡Es hora de soñar! El pasajero feisbuciano aparece en un hotel de lujo, o sobre un camello, en una  realidad ampliada; hay mucho filtro que desguaza las arrugas del tiempo. Es divertido, jugar.

Una persona sube para el muro digital, la historia de la primera menstruación de su hija, y ya tiene, ¡más de un millón de vistas!  Hay desfile de intimidades, dolores, fracasos, éxitos, primera vez de muchas cosas… Y el aplauso de la “vistas”. Hay videos que se venden, y que exponen a personas mayores en la intimidad de un baño en su propia casa.

El saludo para entrar es, ¿qué estás pensando? Pero en el viaje de imágenes veloces, se destapan más emociones que pensamientos. El cerebro límbico se adueña de la escena. No se piensa que hemos dejado de pensar.

Un poco de filosofía no viene mal para intentar entender el mundo digital. Ya se habla de la generación Alfa como la sustituta de la generación Z, Milennials, y X; cada vez se aleja más la generación Baby boomers de las viejas décadas del 40 y el 50. Pero hay algo que no cambia en el hombre, la máscara.

Es curioso que la palabra persona, proviene del griego “prosopon”; y significa “máscara de actor” El hombre tiene mucho de actor: ¿Soy como soy, o como quiero que los otros me vean? ¿Soy yo, o lo que otros hacen de mí? El hombre obedece como el camello, se revela como el león y crea como un niño, nos dice el filósofo Nietzsche, en su obra, Así habló Zaratustra. El asunto es transformar el espíritu.

Esta vez no muevo la pantalla de Facebook, abro La República, el viejo libro de Platón; allí encuentro el mito de la caverna, donde aparecen hombres prisioneros, de espalda a la luz, y que confunden las sombras proyectadas en la pared con la realidad misma.

Esta vez las redes sociales digitales de internet, se nos presentan como la nueva caverna de nuestro tiempo. Toda sociedad se convierte en el espectáculo anunciado por Guy Deboard en 1967. Ya no interesa  ser o tener, sino parecer.

Confundimos la imagen con la realidad; grabo todo con el celular, el concierto, el viaje, la subida a la torre Eiffel, y eso no está mal, lo peligroso es, cuando, ¡la imagen grabada sustituye a la experiencia de lo vivido!

Mientras todo esto sucede, el hombre pierde el poder de la atención; no digiere, traga la comida rápida de la imagen; qué estás pensando, nos preguntan, pero pensar es un ejercicio que invita a detenerse y eso es ya difícil.

Por eso, detenga al tiovivo digital, mucho más de diez minutos de parada, que no esté la opción de dar un, “me gusta”, escuche el viento que silba sobre los techos; una pausa a las fotos, a los comentarios, al desbarranco de la imagen; tan solo la experiencia de existir, como un viejo niño, que juega y crea, la inocencia de la luz que nos alumbra.


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Julio Cesar Sánchez Guerra

Pinero de corazón. Pilonero de nacimiento. Cubano 100 por ciento. También vengo de todas partes y hacia todas partes voy. Practicante ferviente de la fe martiana. Apasionado por la historia, la filosofía y la poesía.


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