El Hombre de Hielo

El 19 de septiembre de 1991 mi mamá y mi tía Mara me llevaron al Estudio de Fotografías de El Naranjito, en lo que se conoce como el límite entre Arroyo Naranjo y 10 de Octubre, para tomarme la que sería mi primera foto de bebé. Ese mismo día y año, al otro lado del Atlántico, también en una frontera, la pareja de alpinistas, Helmut y Erika Simon encontraron, de casualidad, a la momia más antigua de hombre europeo.

Ötzi, como se le conoce, fue llamado así pues el macizo montañoso donde fue encontrado lleva el nombre de Alpes de Öztal, que resulta la frontera entre Austria e Italia. Los esposos Simon reportaron el hallazgo a las autoridades austriacas pues pensaron que era un cadáver de nuestro tiempo, pero resultó ser que Ötzi llevaba muerto 5300 años y se conservó óptimo gracias a las bajas temperaturas del lugar donde fue encontrado, a unos 3200 metros de altitud. Debido a su estado de conservación, gracias al nivel de congelación, se le llama El Hombre de Hielo.

A partir de entonces el cuerpo ha sido sometido a profundos estudios. Se conoce gracias a las investigaciones de su genoma que medía aproximadamente 1,60 metros de alto, que su grupo sanguíneo era O+, que tenía los ojos castaños y el pelo de ese mismo color.

En 2012, científicos anunciaron que las células sanguíneas de Ötzi se encontraban intactas y que son las células humanas vivas más antiguas que se conocen hasta hoy.

Antropólogos del Museo de Soprintendenza Archeologia, Belle Arti e Paesaggio de Florencia y del Museo de Arqueología de Tirol del Sur, ambos en Italia, llegaron a diversas conclusiones de la vida del hombre de la Edad del Cobre, luego de numerosos estudios.

Gracias a esos estudios podemos conocer hoy que Ötzi era una calamidad de hombre: tenía problemas en las articulaciones, las arterias endurecidas, las encías enfermas, varias caries y era intolerante a la lactosa. ¡Si cuando yo lo digo! Tener tiempo libre es lo más grande… ¡Descubrir que un hombre de la comunidad primitiva era alérgico a la leche…!

Pero estos eran sus menores problemas, todo parece indicar que Ötzi era un chico conflictivo, los científicos descubrieron que, además de todos sus padecimientos, el Hombre de Hielo murió asesinado y estaba acabadito de comer. Esto último lo corrobora la profesora de antropología biológica de la Universidad Nacional de Australia quien realizó un exhaustivo análisis junto a un grupo de expertos sobre lo que traía el estómago de nuestro personaje. Tenía 30 tipos distintos de polen, lo que ayudó a descubrir que murió a finales de la primavera; también estaba digiriendo una especie de carne salvaje, probablemente ciervo o cabra; cereales y algún que otro rastro de un helecho tóxico. Cabe la posibilidad de que hubiese utilizado ese tipo de helecho para envolver o conservar sus alimentos y no comerlo directamente, aunque la profesora no asegura esta hipótesis.

Las ropas que llevaba Ötzi eran hechas fundamentalmente de piel de oso. Los zapatos eran impermeables debido a la nieve por la que debía atravesar para cazar y abastecerse de agua. Además de usar una capa, un gorro y una especie de chaleco, todo esto también de piel.

Un dato curioso es que el cuerpo se encontraba lleno de tatuajes, pero no hechos con agujas, sino con pequeños cortes frotados con carbón, por eso quedaron las casi 60 marcas que hoy se consideran tatuajes. Aunque en realidad hacía este procedimiento para calmar la artritis que también padecía. Algunos expertos consideran a esta técnica del Hombre de Hielo la primera terapia de acupuntura que existió.

El cuerpo de la momia se encuentra en el Museo de Arqueología de Tirol del Sur, donde además puede apreciarse una réplica de cómo sería este Hombre de Hielo, gracias a la obra de los artistas neerlandeses Alfons y Adrie Kennis; inaugurada en 2011, cuando se cumplieron los 20 años del descubrimiento del cuerpo.

Asimismo, usted puede ver a Ötzi en 3D desde cualquier lugar del mundo, pues el proyecto Iceman Photoscan permite explorar on-line el cuerpo momificado a una gran resolución. Para lograr este cometido se creó un laboratorio fotográfico especial que tomó 150 mil imágenes a seis grados bajo cero desde 12 ángulos diferentes para hacer la “visita” lo más real posible.