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viernes, 11 de octubre de 2024

¿Y bueno, en qué quedamos…? (+Fotos)

Trump parece empeñado en parecerse a los que USA tilda de “dictadores”...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 04/01/2019
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Donald Trump
En pocas palabras, la colegiatura no es el fuerte de un presidente que engulle hamburguesas y refrescos de cola al por mayor.

La interrogación del título está abierta, porque si uno de los más sonados epítetos Made in USA contra sus oponentes globales es el de “totalitarios”, parecería que la personalidad y desempeño de Donald Trump también encajan de maravilla en ese perfil.

Al menos eso se desprende de la cadena de renuncias y despidos que caracterizan su administración a punto de iniciar su tercer año de ejercicio, y de los comentarios de algunos de los funcionarios que han dejado sus puestos o han sido expulsados a caja destemplada.

Rex Tillerson, que se desempeñó como jefe del Departamento de Estado, no vaciló en comentar luego de su democión que Trump es un personaje “más bien indisciplinado, a quien no le gusta leer, a quien no le gusta entrar en detalles, sino que dice "eso es lo que creo"”… y punto.

En pocas palabras, la colegiatura no es el fuerte de un presidente que engulle hamburguesas y refrescos de cola al por mayor, es fanático de la TV, y privilegia la brevedad de Twitter para no dar mayores explicaciones de lo que le pasa por la mente.

De igual manera, la insolencia con la cual proyecta una imagen de “guapo global” es evidente que prima en sus lances internos dentro de la Casa Blanca, una nota que evidentemente no agrada a personajes que se autovaloran también como gente “experimentada y sabia”.

Es el caso del secretario de defensa James Mattis, quien dejará su responsabilidad el primer día del cercano enero por serias desavenencias con el presidente en torno a las tareas y proyecciones militares e internacionales de la primera potencia capitalista.


Secretario de Defensa de los Estados Unidos (Foto: Reuters).

Para Mattis su salida “dará la oportunidad” al ocupante de la Oficina Oval de encajar a alguien “cuyas visiones sean más semejantes” a las del mandatario estadounidense. Alguien que, por ejemplo, subvalore las alianzas externas de los Estados Unidos y desdeñe y recrimine a sus socios tildándolos de oportunistas y mantenidos, según ha proyectado en su despedida el saliente secretario de Defensa.

Lo cierto es que Mattis no es el único oficial de alta graduación que deja atrás la administración de Donald Trump. Con anterioridad, y evidentemente también por incompatibilidad de opiniones, lo había hecho el ex general de infantería H.R. McMaster.


Brett McGurk, enviado especial norteamericano en la  coalición occidental destinada a “contrarrestar al Estado Islámico” (Foto: AP).

La lista de “salientes” se engrosa además con el abandono de su puesto por Brett McGurk, enviado especial norteamericano en la coalición occidental destinada a “contrarrestar al Estado Islámico”, todo a cuenta de su “fuerte desacuerdo con las políticas de Trump respecto a Oriente Medio”.

Otras deserciones en lista son la de Nicky Halley, exrepresentante de los Estados Unidos ante la ONU, y la del jefe de personal de la Casa Blanca, John Kelly, próximo a colgar los guantes.


Nicky Halley, exrepresentante de los Estados Unidos ante la ONU (Foto: AFP).

Un nuevo candidato a dejar el escenario podría ser el titular de la Reserva Federal, Fed, Jerome Powell, a quien Trump no concede crédito luego de haber elevado las tasas de interés, lo que apunta “a que los préstamos sean más costosos para los consumidores y las empresas, y a que puedan caer los precios de las acciones”, episodios que dañarían la imagen de un presidente que ha propagado a los cuatro vientos que restaurará a los Estados Unidos en su antiguo trono económico global.

La creciente inquietud que todo este escenario genera, según medios de prensa tan afines a Trump como Fox News, tiene su base en el hecho de que las decisiones en la Casa Blanca resultan cada vez más unipersonales, y la intransigencia con los criterios ajenos se va tornando una inamovible y cotidiana metodología del presidente.

Y bien se sabe lo inoperante y simiesco que se torna todo gobierno donde todas las mentes no trabajen, creen, e intercambien, y solo se limiten a acatar sin razonar, aportar y hasta disentir.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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