Un cetro Made in China

A juzgar por las más recientes informaciones sobre el tema, los Estados Unidos ya no pueden ser denominados la primera potencia económica del orbe. Y es que la supremacía en esa instancia corresponde ahora a China, aun cuando el más poderoso país capitalista conserve primeros planos en el terreno militar, tecnológico y mediático.

En consecuencia, y siempre a partir de las consideraciones de las fuentes ya citadas, no hubo que esperar al cercano 2016 para que Beijing concretara el desplazamiento de Washington a un segundo plano, tal como inicialmente se vaticinó. Y mucho menos en un contexto donde la crisis generada en territorio norteamericano en 2008 todavía se mantiene irresoluta.

De manera que en el terreno muy preciso de la producción y el comercio, la potencia impe-rialista ha dejado su añejo trono al gigante asiático de manera definitiva. Ello con el riesgo adicional de ir cediendo poco a poco en los restantes campos, porque de la misma forma que “el amor entra por la cocina”, la fuerza, el empuje, la estabilidad, la seguridad y la influencia generales, llegan y se imponen a cuenta del potencial productivo y la ampliación de las relaciones de provecho mutuo.

Así, y según reiterados cálculos de las más diversas instituciones económicas, lo cierto es que el avance de China ha ido acortando los plazos hasta llevarla a la cabeza de la producción y el comercio globales.

El propio y controvertido Fondo Monetario Internacional, FMI, había estimado el año 2017 como el instante en que finalmente China superaría a Estados Unidos como principal potencia económica mundial. Y aunque seguramente esa conclusión no está exenta de manipulaciones, e incluso iba más allá de los estimados mundiales en materia de concreción, no deja de ser llamativo que, al final, el FMI reconozca que todo está perdido para la primera potencia capitalista en materia de hegemonía económica.

De hecho, apuntan algunos a manera de ilustrativa anécdota, si se observa cuánto se oferta en el planeta (incluidos, por supuesto, los grandes supermercados y otros establecimientos comerciales norteamericanos), es una constante la etiqueta que indica el origen chino de la aplastante mayoría de los insumos en venta.
Pero los analistas insisten en que los criterios que permiten asegurar que China ya es la primera potencia económica del orbe por encima de los Estados Unidos, no solo se fundamentan en comparaciones cuantitativas de la producción de ambos polos.

En ese sentido hay que añadir que el gigante asiático ha tenido un respuesta seria y decisiva ante la crisis económica global que estalló en los Estados Unidos hace ya seis años, y es un hecho innegable que sin el dinamismo de China para enfrentar ese cataclismo, la debacle hubiese sido mucho más grave para el resto del planeta, incluso, peor que la del año 1929, también originada en suelo estadounidense.

Por demás, mientras en numerosas regiones del mundo Washington intenta imponer su control económico a punta de pistola y mediante los más atroces artilugios subversivos y agresivos, China, por el contrario, procura un acercamiento respetuoso, amistoso, cooperativo, y basado esencialmente en el mutuo beneficio.

Así, por ejemplo, con respecto al sur de nuestro hemisferio, el Libro Blanco de China, dedicado a sus relaciones con esta parte del orbe, precisa que “la amistad y cooperación con América Latina y el Caribe se corresponden con los intereses fundamentales de sus pueblos. De cara al futuro, los lazos sino-latinoamericanos y sino-caribeños, dotados de enormes potencialidades y promisorias perspectivas de desarrollo, aportarán sin duda mayores contribuciones a la noble causa de la paz y el desarrollo de la humanidad”.

Mientras, con relación a África, expoliada por el colonialismo y convertida hoy en una presa altamente codiciada por los Estados Unidos, que no ha dudado incluso en activar un Comando Militar Especial para esa zona; China se ha trazado la meta de aumentar hasta el 2020 sus intercambios comerciales con aquel continente a 400 mil millones de dólares, y sus inversiones directas a 100 mil millones. Ello implicaría, solo en el terreno comercial, duplicar los montos contratados actualmente por ambas partes, que alcanzan los 200 mil millones de billetes verdes.

De hecho, desde el 2009, es Beijing el principal socio económico de África, y se ubica entre los primeros inversores en la zona, a partir de una relación mutua de igual a igual. Una fórmula que ni Washington ni sus aliados de Occidente suelen ofrecer al continente del cual han saqueado, desde fuerza de trabajo esclava, hasta los recursos naturales de elevado exotismo indispensables para las cada vez más sofisticadas tecnologías.