Turquía intenta en Siria el 'rescate' de las nostalgias otomanas

A 75 años de la escisión de la provincia siria de Alejandreta o Iskanderun, "cedida" por el colonialismo francés a Turquía en el curso de los estertores del Imperio Otomano, el tema adquiere nueva y peligrosa actualidad

En ese sentido, la presidenta del Parlamento, Hadiya Abbas, afirmó a inicios de esta semana que ese crimen de usurpación del territorio nacional se mantiene en la mente del pueblo sirio y volverá a la madre patria igual que el Golán ocupado por el régimen sionista de Israel.

La política del Gobierno turco, las prácticas asfixiantes y la represión aplicadas por las autoridades a los vecinos sirios en Iskanderun, no han logrado borrar su apego a su identidad nacional y esa nunca se perderá, precisó en la última sesión parlamentaria.

Al respecto, Abbas indicó que desde hace cinco años Siria combate la guerra terrorista a cuyas organizaciones respalda el régimen turco con financiamiento, abastecimiento en armas y hombres y una feroz campaña mediática de tergiversación.

A esta peligroso panorama político y en el terreno se unen la irrupción de tropas turcas con más de 50 tanques y vehículos blindados en la región norte de las provincias de Alepo y Hasaka, la toma de poblaciones como Jarablus y ataques contra civiles sirios que han ocasionado no menos de 50 muertos y centenares de heridos.

Tales hechos ocurren en la práctica desde fines de agosto del presente año, denunciados sistemáticamente por el Gobierno sirio y que ahora, públicamente el presidente turco Recep Tayyib Erdogan confirma porque el objetivo es derrocar a Bashar al Assad.

El jefe del régimen de Ankara, sometido a fuertes presiones internas, emplea cada vez más el rejuego político enseñado por las potencias occidentales y casi nunca alude a sus presuntos enfrentamientos al Estado Islámico, Daesh, al que sus tropas apenas han combatido en estos meses.

La situación actual en Siria y en especial en las regiones mencionadas de Alepo y Hasaka, es imprevisible por sus consecuencias políticas y militares en territorios donde las distancias resultan bien cortas e implican a efectivos terroristas, tropas de las Fuerzas Armadas sirias y milicias aliadas y de los llamados grupos de Autodefensas kurdas,entre otras.

Si en 1939 el imperio colonial francés cedió sin justificaciones territoriales y en absoluto irrespeto a la soberanía siria, la región de Iskanderun, Erdogan y sus aliados pretenden ahora revivir las nostalgias del imperio otomano.

Esa pretensión tiene, sin embargo, numerosos obstáculos, entre ellos el activo y sensato respaldo de Rusia a Siria y sus autoridades legítimas y por otro lado, la firmeza del Gobierno de Al Assad para defender la soberanía de esta nación del Levante.

El mundo árabe, que sufre como nunca antes las presiones internas y en particular externas para provocar su total desvanecimiento, necesita una unión pocas veces lograda y respaldar, sin subterfugios, a Siria, al movimiento palestino y a quienes se niegan a morir frente a una agresión meditada con largueza y de afanes destructivos implacables.

Intentar revivir políticas coloniales y engendros como el imperio otomano no parece lógico ni sensato, pero estas llevan en sí mismas el triste y dramático seudoprincipio de desconocer el derecho de los pueblos a su independencia.