Rusia y Turquía: intento fallido

La noticia del mortal atentado contra el embajador de Moscú en esa capital, Andréi Kárlov, a manos de un agente del orden ligado a grupos extremistas, ha conmocionado al mundo diplomático global, que sin excepciones ha condenado semejante acto de salvajismo.

Una reacción que se aviene con las declaraciones inmediatas formuladas por el Kremlin y Ankara tras conocerse del parricidio a manos de Mert Altintas, quien servía en la policía turca desde el 2014.

El criminal, de 22 años de edad, era, según el portal digital Haberturk, integrante de la entidad Organización de Terror Gulenista, un grupo violento que Ankara vincula con el clérigo turco residente en territorio norteamericano Fetullah Gulen, a quien se acusa de “orquestar el golpe de Estado en Turquía en julio pasado y cuya extradición ha sido solicitada desde entonces a Washington.”

Testigos parecen haber confirmado la filiación del asesino, muerto a tiros por los agentes de seguridad, al explicar que mientras disparaba contra el diplomático ruso exclamaba: "¡Alá es grande!" y "¡No olviden Alepo! ¡No olviden Siria!".

Vale recordar que el fatal ataque contra el embajador ruso mientras asistía a la inauguración de una exposición fotográfica, se suma a la reciente cadena de atentados dinamiteros ejecutados semanas atrás en Turquía contra un ómnibus público en la provincia de Kayserion con saldo de 13 muertos y 55 heridos, y dos explosiones en Estambul que dejaron 44 víctimas fatales y otros 155 lesionados.

De inmediato el presidente Vladímir Putin, y su par Recep Tayyip Erdo­gan mantuvieron un largo intercambio telefónico, tras el cual coincidieron en afirmar que este asesinato está dirigido a frenar el proceso creciente de entendimiento entre Moscú y Ankara, que se ha acelerado en los últimos tiempos luego del distanciamiento provocado por el derribo de un cazabombardero ruso en noviembre del 2015 a manos de las fuerzas aéreas turcas en las cercanías de la frontera con Siria.

De hecho, en estos días, Moscú y Ankara, junto a Teherán, habían programado un encuentro destinado a analizar la tensa problemática en territorio sirio e intentar establecer pasos destinados a fomentar la paz en ese país víctima de la injerencia hegemonista a través del fomento del terrorismo.

Para Putin y Erdogan, según sus respectivas declaraciones, el lamentable episodio ocurrido con el embajador ruso en Ankara no enturbiará el proceso de normalización de los vínculos bilaterales y refuerza el compromiso mutuo de enfrentar los actos terroristas, labores en las que el asesinado diplomático desempeñaba un papel clave.

Y es que la adopción de una línea pragmática común en materia diplomática ha dado frutos positivos, según apuntaba precisamente a inicios de  este diciembre el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, durante un encuentro con su par turco, Binali Yildirim, en el cual se confirmó la puesta en marcha de dos importantes proyectos bilaterales: la construcción del gasoducto Turkish Stream y de la primera central electronuclear turca.

En el primer caso, los ramales ubicados a través del mar Negro no solo  asumirán el bombeo de gas ruso a los consumidores turcos y a clientes de Europa Occidental, sino que también permitirán a Moscú resolver las dificultades que para sus  ventas supone el paso de energéticos por las líneas de suministro ubicadas hoy en territorio de Ucrania.

Por demás, la primera planta electronuclear turca, edificada a partir de la colaboración con Moscú, deberá poner en marcha su primer bloque en 2023, cuando se cumplirán cien años de la creación de la República de Turquía. La agencia nuclear rusa, Rosatom, es la encargada de ese proyecto en el que participarán también compañías locales.

En pocas palabras, entendimientos y programas que no agradan a ciertos sectores que van, desde quienes han usado a Ankara en la aplicación de sus planes agresivos en una sensible región geoestratégica, hasta aquellos de sus no pocas veces aliados que rinden culto a la violencia alegando retorcidas interpretaciones y “mandatos ineludibles” de su fe.