¿Oportunidad a la paz?

Luego de la sonada derrota del terrorista Estado Islámico, EI, en Siria e Iraq, parece que la controversia será dirimida en la mesa de conversaciones, a la que los hegemonistas y sus aliados e instrumentos en Oriente Medio y Asia Central no han tenido otra alternativa que concurrir.

En efecto, podría considerarse que, por encima de los pareceres omnímodos de Washington, sus aliados, y aquellos que hacen la guerra a su nombre, pesan con especial fuerza los descalabros del EI y otras bandas hostiles frente a las efectivas alianzas antiterroristas surgidas en tan complejo escenario.

Nos referimos en concreto a la legítima colaboración  entre las autoridades de Bagdad y Damasco, y a la determinante presencia en Siria, junto al ejército local, de combatientes iraníes y del Hizbolá libanés, apoyados por los aviones y misiles de Rusia, convergencia que ha dado al traste con los engendros que el hegemonismo creó, entrenó y armó en su afán de aposentarse a la vera del geoestratégico espacio euroasiático.

En consecuencia, por estos días, y obligados por tamaña presión militar opuesta, los titulados rebeldes sirios ha llegado a Ginebra en una nueva ronda de diálogo con una delegación oficial siria, mientras los máximos dirigentes de Irán, Turquía y Rusia determinaban en la ciudad de Sochi convocar próximamente a un gran encuentro nacional sirio que establezca un camino político en favor de la paz, la seguridad y la estabilidad en aquella nación mesoriental.

Y es que, junto a la firmeza y pujanza en el campo de batalla, quienes apoyan la autodeterminación del pueblo sirio desean sinceramente el silencio definitivo de las armas y su sustitución por un entendimiento político amplio, sincero y constructivo al que, dicho sea de paso, es proclive el gobierno que encabeza Bashar el Assad.

No obstante, y a pesar de los buenos augurios en ese sentido, lo cierto es que los enemigos de una Siria independiente que frene de una vez la injerencia hegemonista en el área, no parecen inclinados a actuar de buena fe.

De hecho, los sectores opositores sirios radicados en Arabia Saudita, cómplices directos de los terroristas, intentaron condicionar su presencia en Ginebra al viejo y absurdo precepto de desconocer a las legítimas autoridades de Damasco y no contemplarlas siquiera en el futuro panorama nacional, lo que motivó que la delegación oficial retrasara su presencia en la mesa de diálogo hasta que esa loca pretensión fuese totalmente desestimada.

Y es que resulta absurdo que el derrotado en el campo de batalla reclame que el vencedor no entre siquiera en la sala de conferencias.

Por demás, Washington, cuyos recientes envíos de armas al EI en Siria fueron capturados por el Ejército Nacional al ocupar los últimos reductos terroristas, ha reivindicado la ilegal presencia en ese país de la titulada “Coalición Internacional” que lidera, y ha movilizado a sus aliados kurdos para intentar frenar el avance de las tropas sirias sobre la frontera con Iraq.

Movimientos provocadores a los que Rusia ha respondido con la voluntad de mantener sus bases militares en suelo sirio, junto a los efectivos de Irán y el Hizbolá libanés, “hasta tanto no exista una real garantía de paz, estabilidad y avances políticos que aseguren la integridad territorial de Siria y la autodeterminación de su pueblo”, a tono con todas las disposiciones internacionales acerca del ya prolongado conflicto.

De manera que el camino por recorrer no es plano ni expedito, pero ciertamente, la aplastante victoria sobre el Estado Islámico y la preponderancia en el terreno militar son poderosos argumentos a favor de Siria y de quienes desean su bienestar.