Nayib Kubele, nuevo presidente de El Salvador

En un ambiente signado por un alto abstencionismo, el candidato del derechista partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), Nayib Kubele, ganó este domingo la presidencia de El Salvador en primera vuelta con un 53,78% de votos con el 87% de los votos escrutados y tendencia irreversible.

Kubele, de ascendencia palestina, 37 años, representa en GANA, según indican medios internacionales, una escisión del ultraderechista partido Alianza República Nacionalista (Arena), que durante décadas gobernó el pequeño país centroamericano hasta que perdió los comicios en 1994 frente al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Datos preliminares de las elecciones, con más del 67% de las actas escrutadas indicaban que GANA obtenía el 52,93%, Arena, el 31,52%, FMLN, 13.773% y Vamos, 0,81 por ciento.

El mandatario electo, quien mantuvo un discurso ambiguo durante su campaña  –de tinte populista aunque gobernará en nombre de la burguesía nacional- procede del FMLN, bajo cuya bandera obtuvo en las urnas las alcaldías de Nuevo Cuscatlán en 2012 y de San Salvador, la capital, en 2015.

En 2017 fue separado del izquierdista partido luego de que su Tribunal de Ética determinara como válida la acusación de que había violentado los principios de la organización política.

Aun sin conocerse los resultados finales, Bukele había sobrepasado el 50% necesario para declararse ganador de estos comicios, en los que no votó siquiera la mitad de los más de cinco millones de salvadoreños convocados.

El triunfo de este joven empresario, que realizó su campaña fundamentalmente en las redes sociales, se corresponde –según analistas de la multinacional Telesur- con el programa imperialista contra los partidos progresistas y el descontento de una mayoría sobre los problemas que afectan al llamado Pulgarcito de América.

Al cierre de esta edición, Bukele, quien ganó en los 14 departamentos del país, declaró poco después de conocerse su virtual victoria que ¨comienza una nueva etapa post conflicto bélico¨, sin que se conozca exactamente cuál es su programa de gobierno.

Para Arena, derrotada en 1994 por el FLMN, que se mantuvo durante los 10 últimos años en el gobierno, la figura del nuevo mandatario no representa peligro alguno. Si la vieja partidocracia gobernó bajo el manto de la oligarquía, el presidente electo lo hará en nombre de la burguesía nacional.

Desde esa fecha, los presidentes del FMLN ganaron con más del 60% del electorado, mientras Bukele lo hizo, sin aun terminarse el conteo total de las boletas, con un 32 por ciento.

La baja asistencia a las urnas hizo que este candidato, violando las leyes electorales, solicitara presencia en los colegios electorales a través de las redes sociales, ya que en la mañana dominical esos espacios permanecieron vacíos de público.

Más de 5 000 observadores internacionales y locales actuaron en distintos departamentos. Entre los invitados estuvieron delegados de la Unión Europea y de la Organización de Estados Americanos.

GRAVES PROBLEMAS PARA NUEVO GOBIERNO

En El Salvador hay graves problemas sociales. Aunque el FMLN consiguió adelantar varios programas para tratar de paliar la pobreza, la criminalidad y el desamparo de la población, los partidos opositores no lo dejaron gobernar poniendo trabas a sus legislaciones, según indicó el diario argentino Página 12.

También incidió en el resultado de este domingo, dijo, la creación de una matriz de opinión de la prensa derechista contra el ex mandatario del Frente Mauricio Funes, a quien trataron de vincularlo con actos de corrupción, sin que haya pruebas que permitan un juicio en su contra. Ello influyó, precisó el diario, en los resultados, pues los salvadoreños olvidaron el cambio que trajo a sus vidas los gobiernos del Frente.

Funes, periodista de profesión, ha sido blanco de calumnias por la prensa, tal como ocurre en otras naciones latinoamericanas donde Estados Unidos usa tal estrategia para evitar que líderes progresistas puedan retornar a los principales liderazgos nacionales.

Uno de los problemas más acuciantes que deberá enfrentar el nuevo mandatario es la criminalidad existente en El Salvador, considerado el país más violento del mundo, además de una creciente pobreza e indigencia.

Se estima que en ese territorio centroamericano hay más de 60 000 miembros de pandillas que siembran el terror en la población, y que inciden en los comicios de distintos niveles a base de amenazas a los eventuales votantes.

"Las pandillas son un poder político, económico y militar. Al sentirse dueños del territorio, todos (empresas a las que extorsionan y partidos políticos) tienen que negociar con ellos, forzosamente", asegura Dagoberto Gutiérrez, analista y excomandante del FMLN durante la guerra civil salvadoreña (1980-1992).

De ahí que ninguno de los postulados a la presidencia hiciera mención a estos grupos en sus campañas, pero toca a Bukele ahora atender el antiguo problema de las pandillas, indicadas como responsables de la mayoría de los 3 340 cometidos en 2018 en El Salvador.

"El nuevo presidente debe ofrecer soluciones atrevidas en el tema de la seguridad", declaró a la AFP el analista y profesor de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) Carlos Carcach, quien recordó que en el pasado, gobiernos de derecha apostaron por la represión o negociaron en secreto con las pandillas.

La violencia es uno de los factores, junto a la pobreza, impulsan a los salvadoreños a emigrar y las remesas familiares constituyen una importante columna de la economía nacional.

Cálculos del Ministerio de Relaciones Exteriores estiman que en Estados Unidos radica el 94% de la población migrante.