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sábado, 5 de octubre de 2024

Cuatro… y con esperanzas

La nueva cita de Astaná logra un modesto avance hacia la paz...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 06/05/2017
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Reunión en Astaná
conferencia de prensa tras las conversaciones de paz en Siria en la capital de Kazajistán, Astaná.

El conflicto en Siria requiere de tenacidad, inteligencia y temple entre aquellos que aprecian de verdad un final equilibrado, justo y, sobre todo, provechoso para la autodeterminación y la integridad de un país víctima de los intereses hegemonistas, capaces incluso de coaligarse con el terrorismo más feroz en el intento de imponer sus dictados.

Por demás, ese esfuerzo pacificador, en toda la extensión y profundidad de la palabra, tiene la gigantesca tarea de crecer en un clima totalmente adverso, toda vez que resulta claro que la geopolítica imperial —más allá de figuras, retórica y apariencias— desemboca siempre en el intento de aplicar en el escenario sirio las fórmulas más destructivas ejecutadas con anterioridad en Afganistán, Iraq y Libia.

De ahí que las cuatro conferencias por la paz realizadas hasta hoy en Astaná, la capital de Kazajistán, a instancias de Rusia, Irán, y últimamente de Turquía, y con la invariable cooperación de las autoridades de Damasco, se erijan como un valedero mecanismo con personería muy propia, de manera que para cumplir con sus intenciones no requiere de tutelajes o autorizaciones ajenas.

Desde luego, como se infiere y vale reiterarlo, es un proceso complejo pero no imposible, a juicio de sus impulsores, y aun cuando la llamada oposición armada siria y hasta la propia Ankara hayan intentado frenar o abortar proyectos de los revisados en las cuatro citas de Astaná con el fin de restarles legitimidad, finalmente los giros en el escenario político y militar favorables a Damasco y sus aliados permiten ir construyendo espacios para intentar garantizar la integridad de Siria y el empoderamiento de la voluntad mayoritaria de su población.

Así, en la denominada Astaná 4, acabada de realizar a inicios de este mayo, los participantes, por encima de pareceres adversos, lograron suscribir un acuerdo que establece cuatro zonas de seguridad, en las cuales deberá garantizarse el cese del fuego mediante la estricta prohibición del uso de armas, y a las que se les suministrará toda la ayuda humanitaria necesaria.

Según las informaciones de prensa, las áreas en cuestión estarán constituidas desde este seis de mayo “en la provincia de Idlib (noroeste), en Guta Oriental (situado en los alrededores de Damasco), al norte de la ciudad de Homs (oeste), así como en las sureñas provincias de Deraa y Al-Quneitra.

Bolsones de paz que, aunque aún expuestas a la actividad de los grupos terroristas pagados, asesorados y armados por Occidente, el sionismo israelí y los regímenes absolutistas árabes, sin dudas pueden convertirse en importantes referentes para el establecimiento de concordia, entendimiento y resolución pacífica de todo diferendo, sin contar su trascendente significado como garantía de vida y seguridad para la población civil.

Por demás, las inminentes áreas de seguridad recortan físicamente el escenario bélico y apuntalan seriamente la aspiración, muchas veces manifestada por Moscú y Teherán, de lograr un efectivo cese del fuego general, de manera que las partes en conflicto puedan negociar de manera civilizada y constructiva.

Todo, desde luego, ratificando el compromiso inalterable de Damasco y sus aliados de no dar cuartel a los grupos extremistas que han invadido la nación a cuenta de los intereses hegemónicos externos, y cuya extirpación de raíz es condición indispensable para la vigencia de un estable universo mesoriental y centroasiático.

Queda por ver entonces la implementación de los acuerdos de Astaná 4, y con cuanto éxito o no llegará este promisorio proyecto a la quinta cita, programada también para la capital de Kazajistán en los meses por venir.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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