Correa dice adiós este 2016

Para los ecuatorianos, 2016 fue otro año de consolidación de la Revolución Ciudadana –también en la mira de la derecha regional-, pero marca también la decisión del Presidente durante la última década, Rafael Correa, de no presentarse a un nuevo mandato.

Resultaron inútiles las peticiones para hacerle cambiar de idea. Incluso un espontáneo movimiento juvenil recogió de inmediato un millón de firmas de sus seguidores, en un intento para que reconsiderara su postura. En opinión de Correa, líder de un proceso de cambios internos y un ganado prestigio internacional, la Revolución Ciudadana no depende de un hombre, sino de un proyecto que él considera políticamente maduro.

No le falta razón. Una muestra de la fuerza del gobierno bajo el ala del partido Alianza País ocurrió el pasado 16 de abril cuando un terremoto de 7,8 grados en la costa del Pacífico dejó cerca de mil muertos, 12 desaparecidos, 6 274 heridos,  28 678 albergados, y una destrucción absoluta y daños cuantiosos en varias provincias.

El Mandatario se encontraba en Roma en una gira internacional y desde allá tomó las providencias, retornó de inmediato y se trasladó al lugar del desastre. Cuando llegó, parte de su gabinete se encontraba en las localidades afectadas, a pocas horas del sismo. La rápida movilización de fuerzas civiles y militares, la ayuda solidaria de amigos incorporados a la búsqueda y rescate de las víctimas, los sanitarios en acción. El terremoto permitió medir el nivel organizativo existente en esa nación de 16 144 363 millones de habitantes.

En la última década, Alianza País y su líder lograron que el país situado en el meridiano del planeta dejara atrás la inestabilidad política causada por siete presidentes precedentes, de ellos tres de derecha sustituidos por la presión popular: Abdala Bucaram (1997), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005).

DIFICULTADES AL ANDAR

El camino político de Ecuador no está exento de dificultades, al igual que otros países de economías dependientes de Estados Unidos, en su mayoría arrasados por el neoliberalismo implantado por mandatarios asociados al capitalismo internacional.

Bajo el liderazgo de Correa, Ecuador derivó de un país conocido por su desigualdad social en otro en el que los ciudadanos recobraron su autoestima en correspondencia con la capacidad gubernamental demostrada en un crecimiento económico mantenido, la estabilidad interna, los logros en rubros sociales, la digna postura frente a Estados Unidos –la base de Mantua fue sacada por decisión presidencial-, y la confianza depositada en este declarado antiimperialista.

Lo que ocurre ahora en la política interna ecuatoriana, cuando ya están en marcha los preparativos de las elecciones del 18 de febrero del próximo año, se enmarca en los logros alcanzados por Ecuador a partir del 2006, año en el joven economista, catedrático universitario y líder del Movimiento Alianza País ganó la Primera Magistratura con 56.67% de los votos.

El Dignatario dotó al país de una nueva Carta Magna que reconoce al ser humano como eje fundamental de la Revolución Ciudadana, nombre que designa su proyecto político. Al parecer, y teniendo en cuenta las bases organizativas y el apoyo popular a su gestión, Correa está convencido de que el futuro del país está garantizado, sin importar que sea él su conductor.

REVOLUCIÓN CIUDADANA

Que Correa no volverá al Palacio de Carondelet es un hecho, y su sustituto, si gana en las elecciones, será Lenin Moreno, figura prominente de Alianza País, quien fuera además su vicepresidente en el anterior mandato. Un político muy preocupado por los más vulnerables, que recibirá un Estado sin tormentas internas y con planes concretos ya aprobados por los miembros del partido oficialista.

En la chapa de Moreno aparece como vice Jorge Glass, quien ocupa igual cargo en la actual administración. Los dos candidatos  conocen a la perfección los postulados partidistas y gubernamentales y aunque haya algún movimiento lógico en un nuevo Ejecutivo, analistas coinciden en que se mantendrán las conquistas logradas por Alianza País, e incluso se avanzará más en algunos renglones.

Ante la cercanía de los comicios, el Mandatario llamó a la unidad de Alianza País para evitar las consecuencias de las arremetidas de la derecha que, dijo, intentará crear matrices de opinión para evitar la victoria de Moreno. En 2010, Correa sufrió un golpe de estado policial, que duró solo horas gracias a fuerzas leales, por la confusión de ese cuerpo sobre un aumento de salarios.

Ecuador dio un salto cualitativo en sus proyecciones políticas al incorporarse a  organizaciones integracionistas de visión solidaria surgidas en la primera década del 2000, con principios de inclusión social y el respeto a las asimetrías económicas y las diferencias ideológicas.

En ese contexto, desde hace años Correa denuncia en foros internacionales la necesidad de una renovación de la Organización de Estados Americanos (OEA), brazo político-militar, de carácter injerencista, de Estados Unidos para América Latina y el Caribe.

En su opinión, ese bloque, que calificó de anacrónico a principios de este año, solo podría actuar como un intermediario entre el poder capitalista y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que agrupa a 34 Estados de esas regiones, pero sin presencia estadounidense.

EL PLAN 2017-2021

La política interna del Presidente y su gabinete tuvo como objetivo mantenido el impulso de garantías sociales a la ciudadanía.

En reconocimiento a la protección y avances obtenidos por Ecuador en la última década en materia de justicia y derechos humanos, el presidente Correa recibió este lunes la Orden Iberoamericana de la Justicia.

En el entorno del Día Internacional de los Derechos Humanos, el galardón otorgado por los Ministros de Justicia de Iberoamérica, recuerda los logros alcanzados en materia social por la gobernación de Alianza País, entre ellos que la tasa de matricula en educación básica esté en el 96%, estadística que engloba a niñas y niños de distintos estratos sociales.

La importancia que el gobierno concede a la calidad de vida de la ciudadanía se refleja en la aprobación desde el 2006 de más de 190 leyes, que en un 27% responden a modelos de desarrollo.

Este año, el Estado sancionó otras seis, entre ellas las de Presentación y Control de las Declaraciones patrimoniales juradas, Equilibrio de las finanzas públicas, y la de Solidaridad y Corresponsabilidad Ciudadana para la reconstrucción y reactivación de las zonas afectadas por el terremoto de abril último.

Esas regulaciones apoyan el Plan Nacional del Buen Vivir 2017- 2021, tercero de su tipo  en 10 años, el cual contempla 12 revoluciones dirigidas a continuar la histórica transformación ecuatoriana y que deberá ser aplicado por Moreno, de resultar victorioso.

El programa, considerado una hoja de ruta política, permitirá la plena satisfacción absoluta de los ecuatorianos en seis rubros: la equidad, desarrollo integral, Revolución Cultural, Revolución Urbana, Revolución Agraria y Revolución del Conocimiento.

LA POBLACIÓN A SALVO

El 2016, como para otros gobiernos petroleros, obligó a la toma de medidas económicas internas. El ejecutivo ecuatoriano reajustó el presupuesto cuando el barril de petróleo se cotizaba a 35 dólares, pero sin desproteger a la población mediante medidas que resguardan el empleo local, la salud y la educación.

Aunque todavía no hay cifras oficiales del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de este año, Ecuador se mantiene con un crecimiento sostenido de 3,9% entre 2007 y 2015, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Tal cifra significa casi un punto porcentual más con relación al resto de América Latina (2,9%). Tal firmeza permitió al Gobierno destinar un 9,0% de su PIB a la inversión pública.

Una economía sostenible,  inclusión social con índices entre los mejores de América Latina y El Caribe en temas de salud, educación, empleo y estabilidad política, son algunos de los resultados que este 2016 Correa y su gabinete le entregan a Ecuador, con las previsiones adoptadas para que la Revolución siga adelante a pesar de los embates de una derecha fortalecida por sus socios del Norte.