Comunistas y revolucionarios se reúnen en Perú

Un encuentro de especial significación política tiene lugar en Lima, la capital de Perú, desde este viernes hasta el próximo domingo, cuando se reúnen representantes de 20 partidos comunistas y revolucionarios, en aras de encontrar los caminos para evitar la recolonización imperial que se vigoriza en estos momentos en América Latina y el Caribe.

Mientras los delegados al cónclave debaten estrategias y experiencias, en Brasil, una mandataria revolucionaria, Dilma Rousseff, es sometida a un juicio político sin pruebas recriminatorias —léase golpe de estado parlamentario de derecha—; Venezuela es hostigada por esas mismas fuerzas conservadoras para derrocar al presidente Nicolás Maduro. Nada nuevo si se consideran las experiencias similares de los presidentes de Honduras, Manuel Zelaya, y Fernando Lugo de Paraguay, sacados con sucios métodos de sus cargos en 2009 y 2012. La táctica ya es antigua.

En Bolivia, Argentina, Ecuador, los medios de comunicación mediáticos lanzan campañas de desprestigio contra los líderes revolucionarios, sin que la izquierda cuente con la posibilidad de contrarrestarlas desde esos mismos frentes, salvo alguna excepción.

La derecha regional, organizada y muchas veces financiada y dirigida por las embajadas de Estados Unidos, utiliza diversos mecanismos políticos, económicos y sociales para destruir los procesos progresistas e integracionistas del continente suramericano y el Caribe.

La trilogía de naciones integrada por Argentina, Brasil y Paraguay, cuyos gobiernos son de derecha, hace lo imposible por desintegrar la cohesión existente en el Mercado Común del Sur (Mercosur) con el impedimento de que Venezuela asuma la presidencia temporal del bloque y boicoteando cualquier entendimiento con Caracas.

Si se profundiza en lo que ocurre en cada país del hemisferio suramericano podrá observarse que de una u otra manera las fuerzas conservadoras van ganando terreno a pesar de la resistencia popular a las medidas neoliberales impuestas, a la corrupción gubernamental, a la partidocracia tradicional, entre otros males inherentes al sistema capitalista.

La realidad indica que Estados Unidos está dispuesto a recolonizar América Latina y el Caribe, a partir, entre otras consideraciones, de que China y Rusia ganaron un terreno importante en sus relaciones de independencia y solidaridad con los gobiernos integracionistas. Un ejemplo de ello lo constituye la presencia de Brasil, bajo el mandato Rousseff, en el grupo Brics, de gran fuerza económica a nivel mundial.

De ahí que los dirigentes partidistas, según revela la prensa, encuentran un escenario donde es imperativo el trazado de planes globales diferentes a los actuales para alcanzar una unidad que debe tener un carácter irreversible, con instancias movilizadoras —porque caldo popular hay— para enfrentar la arremetida conservadora.

La agenda del encuentro tiende al relato de la experiencia de los partidos presentes en Lima en sus responsabilidades de gobierno y en su lucha política, y un debate sobre el programa para América Latina y el Caribe.

Lo importante de esta cita consiste en que, si estas agrupaciones no toman rápidas decisiones que se apoyen en la voluntad de los pueblos, existe el peligro latente de la desaparición de la integración latinoamericana, soñada por Simón Bolívar y entretejida en los siglos XX y XXI por líderes revolucionarios de talla mundial como Fidel Castro y Hugo Chávez, el extinto presidente venezolano que con una política de nuevo tipo aglutinó a las fuerzas revolucionarias regionales.

La izquierda cuenta aún con importantes mecanismos impulsados por Chávez y otras figuras como el argentino Néstor Kirchner, también fallecido, y el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, ahora también sometido a una persecución política en su país para evitar que gane las elecciones presidenciales de 2018.

De hecho, es necesario fortalecer agrupaciones de diverso tipo, como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); diseñadas para alcanzar la unidad basada en la diversidad, y que tantos logros políticos alcanzaron en la última década, los cuales ahora parecen necesitados de nuevos bríos.

En Lima se evaluará, según voceros, el papel de los partidos presentes en la lucha por la independencia, la transformación social y —lo más importante— se elaborará un programa de la izquierda regional que, dada la combatividad de la derecha, debía ser activado de manera rápida, racional, creíble, y movilizadora de las grandes masas que rechazan el retorno al neoliberalismo.

Existe conciencia en los partidos comunistas y revolucionarios de que el imperialismo actúa de manera global. Por lo tanto, se impone también que las fuerzas partidistas y revolucionarias lo hagan también de manera conjunta, siempre teniendo en cuenta las características de cada país, pues mientras en unos se observan grandes fortalezas en las masas, en otros se impone la creación de mecanismos que creen ideologías políticas revolucionarias y progresistas, en especial entre la juventud, que vayan encaminadas a derrocar en las urnas y en las calles a quienes, siguiendo un bien elaborado plan, intentan por cualquier medio, por vergonzoso que sea, imponer su manera retrógrada de pensamiento.

La reunión, que homenajeará al líder cubano Fidel Castro, uno de los más importantes articuladores de la unidad latinoamericana y caribeña, al cumplirse este mes su 90 aniversario, está organizada por los partidos Comunista Peruano y Comunista-Patria Roja y se realizará en la institución de la Derrama Magisterial en Lima

La actualidad política, y la historia también, convocan a programas políticos comunes de la izquierda comunista y revolucionaria y a crear alternativas sólidas en las que la unión y la solidaridad sean causa común en Latinoamérica y el Caribe.