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viernes, 11 de octubre de 2024

Asia 2018: Sembrando futuro (I) (+Fotos) (+Videos)

¿Qué ocurrió y cuánto se vaticina en el espacio más dinámico de este tiempo?...

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 17/12/2018
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Asia en la geopolítica
Mientras busca acomodos a las embestidas de un unilateralismo que se resiste a retroceder, Asia gana relevancia geopolítica (Foto: geopolitica.ru)

En Asia Oriental y el Pacífico ocurren el 70 % de todos los desastres naturales del planeta. Pese a terremotos, tsunamis o monzones, el amplio territorio y la gran población que la habita, descontando situaciones episódicas, es un área caracterizada por los más altos ritmos de crecimiento económico mundial hace años.

Dos colosos de la región reúnen, por sí solos, datos de evolución espectaculares. Se vuelve a demostrar este 2018, cuando la República Popular de China mantiene sus condiciones de segunda economía planetaria (la primera en cuanto a paridad de poder adquisitivo, según el FMI). En tanto, otro gigante del área, la India, se eleva hasta el 6.o sitio en cuanto a dinamismo económico, aunque arrastra enormes desbalances sociales pendientes de solventar. Japón conserva sus altas tasas (+6 %) de incremento anual y no parece expuesto a sufrir bajas de envergadura.

A notar, entre los en desarrollo de esta región, el caso de Vietnam, con 6,5 % anual de avance y entre los países asiáticos con mayor aumento sostenido de ingresos medios. Destaca por incorporar nuevas empresas tecnológicas y por la diversificación de sus renglones productivos. A semejanza de China, cada cual según sus propias dimensiones y patrones de acción, existe un equilibrio entre progreso del PIB y mejoras populares, índices conseguidos en parte gracias a la administración del recientemente fallecido Tran Dai Quang.

En las naciones menos desarrolladas de esta amplia geografía se aprecian progresos suficientes para clasificar entre aquellos capaces de disminuir los índices de pobreza. Por encima de 900 millones salieron de las condiciones extremas de existencia en estos territorios, pese a lo cual persisten señaladas desigualdades sociales, pero —es de lamentar— ese no es síntoma exclusivo de esta parte del orbe.

Vietnam cierra el año como uno de los mayores países asiáticos con un aumento sostenido de ingresos medios (Foto: 123rf.com).

Los datos más recientes de los organismos financieros para el 2019 pudieran ser mejores, pues se espera un crecimiento del Producto Interno Bruto global inferior al posible, sobre todo para las economías emergentes, y por igual las vulnerables, (Turquía, Argentina, Brasil). Se incluye a las mayores economías también dentro de ese riesgo anunciado. En específico, los expertos vaticinan una contracción leve —que pudiera llegar a aguda por enfrentamientos sustanciales— para EE.UU. y China, resultante de lo que algunos califican de disputa arancelaria y otros de guerra comercial a secas.

A mediados de año, la administración de Trump impuso aranceles patibularios (alcanzan los 250 000 millones de dólares anuales) a un grupo de producciones chinas. El agredido respondió con medidas similares en menor cuantía (110 000 millones sobre bienes estadounidenses). La preferencia por castigos y exagerados apremios, típicos de la actual administración norteamericana, llevan a una comprometedora situación que dinamita muchas de las fronteras de un correcto hacer, erigidas a lo largo del tiempo para evitar contrariedades.

Entre tantas muestras, y siguiendo el esquema de lanzar acusaciones contra quienes quieren doblegar, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, culpó al gigante asiático de sustraer propiedad intelectual de Estados Unidos. Sin embargo, China viene sufragando de forma creciente por ese concepto a Washington, de modo que creció su aporte en un 14 % en los últimos años. Solo durante 2017 hizo entrega de 28 600 millones de dólares. La cuantía, nada pequeña, indica respeto y cabalidad en los compromisos, no estafa.

Con una especie de tregua por tres meses comenzó diciembre, tras el encuentro en Buenos Aires de los presidentes Xi Jinping y Donald Trump. No obstante, la aparente distención que posponía durante un trimestre la ya decidida aplicación de nuevas y costosas tarifas comerciales por parte de la Casa Blanca y posibles respuestas en consonancia del agredido no permitió muchas sonrisas.

El mismo día de la cita fue arrestada en Canadá, a petición estadounidense, la directora financiera del grupo empresarial Huawei, compañía china dedicada a la informática y telefonía celular, cuyo desarrollo tecnológico deja en planos inferiores a las más afamadas firmas norteamericanas del ramo. Se imputa a la detenida el venderle productos a Irán y otros países sujetos a sanciones norteamericanas.

Para darle mayor estatura al hipotético pecado afirman que los equipos de Huawei y ZTE, otra compañía china, contienen elementos susceptibles de ser empleados para espiar. Por eso EE. UU. circuló una ¿alerta? a sus socios occidentales en la cual insiste en que no adquieran esos aparatos y ni siquiera componentes salidos de esas dos corporaciones.

Para un país que tiene el planeta y hasta el espacio exterior lleno de dispositivos capaces de fiscalizar incluso a sus mayores socios, atribuirle a otros cuanto es praxis habitual de ellos resulta ridículo y tan contraproducente como imputarle (también sin pruebas) a Rusia intervenir en el criterio público estadounidense de influir sobre las decisiones electorales, cuando desde hace tanto los gobiernos norteamericanos se tomaron la atribución de quitar o poner presidentes a través de prácticas soterradas o a viva fuerza, con destructivas intervenciones militares. Ese yo sí pero tú no, caso llegado, subyace en la súper consigna “América primero” y se expresa en numerosas acciones actuales.

Pese a las medidas arancelarias norteamericana, china se mantiene con un ritmo de crecimiento estable (Foto: Reuters).

Como la Huawei Technologies lanzó un avanzado chip para smartphones con un circuito integrado capaz de duplicar la potencia de procesamiento en aplicaciones de inteligencia artificial, superando así a Apple y Samsung, distintos expertos consideran que la ofensiva arancelaria de Trump y la detención de la heredera de ese conglomerado chino obedecen a la alevosa competencia norteamericana para no perder la supremacía hasta ahora lograda.

En general, la política de confrontación se rechaza por otros bloques hasta ahora afectados pero en inferior magnitud. Opiniones tímidas e insuficientes no ocultan los temores subyacentes. El presidente del Consejo de Europa, Donald Tusk, estimó: “Es un deber común de Europa, China, EE. UU. y Rusia no destruir el orden comercial internacional, sino mejorarlo. No iniciar guerras comerciales, que tan a menudo en nuestra historia han dado lugar a conflictos militares, sino reformar con valentía y responsabilidad el orden comercial basado en normas”.

Criterios de ese tenor no fueron considerados en Washington cuando decidieron emplazar, en condición de enemigos, a Beijing y Moscú. Así figura en los documentos oficiales sobre “seguridad” nacional estadounidense.

El uso de la hostilidad, como elemento para suplir deficiencias, no elimina los desperfectos y casi siempre lleva a malos corolarios. China se deshace de los bonos del tesoro de EE. UU. y de sus reservas en dólares, comercia con yuanes y en su moneda también lo hacen Japón, la India (el valor de la rupia fue perjudicada por las medidas coercitivas norteamericanas). Rusia y varios países árabes evaden por igual el empleo de la divisa norteamericana debido a sus cambiantes tasas de interés o para evitar sanciones indirectas y riesgos inopinados.

Mientras busca acomodos a las embestidas de un unilateralismo que se resiste a retroceder, Asia gana relevancia geopolítica. Contra sus opciones de avance conspiran el fraccionamiento y las disputas (cerca del 40 % de las pugnas marítimo-territoriales actuales), consecuencia del coloniaje y las arbitrarias divisiones geofísicas que dejaron tras de sí las metrópolis.

En contraste con su dinamismo económico, los tigres asiáticos (Tailandia, Singapur o Indonesia, por ejemplo) no concuerdan en el trazado de sus fronteras, hecho que provoca rencillas y diferencias donde es preferible conciliación y suma. Otro tanto ha ocurrido o sucede en espacios subregionales.

Entre las querellas serias y de difícil solución está el resurgimiento del rechazo a los rohinyá, grupo nativo de Myanmar asentado en los límites con Bangladesh desde hace siglos. Pues cuando los ingleses dividen el que antes fue un enclave compacto en territorio hindú, esta etnia queda en una especie de limbo. El gobierno birmano no los considera entre sus aborígenes sino como emigrantes bengalíes. Les impiden salir de Rakáin, uno de los estados más pobres del país. El brote de violencia iniciado en el 2017 provocó quema de aldeas y asesinatos, así como la huida en masa del asentamiento. La ONU intervino para apaciguar durante parte del 2018, un conflicto todavía por zanjar convenientemente.

Puede considerarse una contradicción la existencia de anomalías como las citadas en países que se desarrollan y ascienden en las escalas de valor con que se mide el avance. Lejos todavía de contextos equilibrados, semejantes a los que caracterizan a las potencias del área, son Estados con capacidad para seguir mejorando y por eso se suman a espacios gradualmente crecientes en los vínculos internacionales.

En medios académicos y dentro de esferas políticas diversas se plantea que Asia, vista en su tremenda variedad y potencialidades, puede desplazar a occidente a no tan largo plazo, dentro de un nuevo orden mundial que le tenga en su centro. Sitio merecido, en función del dinamismo y alcance en el ascenso tecnológico logrado por países como China. Algunas de las porfías actuales parecen estimuladas por el miedo a esa probable contingencia, pues Estados Unidos se niega a perder poder hegemónico. Sería uno de los motivos que les anima a incrementar conflictos en lugar de aplacarlos.

La virulencia hacia Rusia y la propia China, mal manejada, promete situaciones peligrosas y tiene en la península coreana un exponente de riesgos capaces de impedir la conservación o provocar la pérdida de cualquier cetro.


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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