Arabia Saudita más allá del petróleo

Arabia Saudita es la primera potencia económica del Medio Oriente y el país árabe más rico. La política de grandes obras públicas emprendida por el gobierno, la inversión extranjera directa y la solidez del sistema bancario y financiero han permitido al país convertirse en la primera economía regional y una de las mayores del mundo. Sin embargo, la economía saudita depende casi completamente del petróleo.

Hoy Arabia Saudita está sumergida en la transformación más importante de los últimos 70 años, cuando el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo sacudió la vida de los habitantes del reino. Desde que el rey Salman bin Abdulaziz al Saud subió al trono, en 2015, cada día los saudíes son testigos del anuncio de una reforma nueva o de una restricción menos.

Detrás de los vientos de cambio que soplan en el reino árabe está el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, que también ostenta el cargo de ministro de Defensa. El sucesor al trono de los Al Saud está imprimiendo su sello personal en los puestos clave y su Visión 2030, un plan de transformación nacional anunciado en 2016, está ya dando los primeros frutos.

La idea diseñada por MBS —como llaman popularmente al heredero al trono— incluye una política de privatizaciones, la creación de 1,2 millones de puestos de trabajo en el sector privado y la disminución del desempleo hasta el 9 % para 2020, cuando haya concluido su primera fase. El reto es la diversificación de la economía para contrarrestar su alta dependencia del petróleo a través del desarrollo de las infraestructuras, la apertura de Arabia Saudita al turismo y el fomento de la industria del entretenimiento.

Uno de los elementos más importantes de esa metamorfosis económica y social es la incorporación masiva de las mujeres saudíes al mercado laboral, tanto en el sector público como en el privado. Para ello, las autoridades han eliminado obstáculos como la necesidad de obtener un permiso de su guardián (padre, marido, hijo o hermano) para trabajar, abrir una empresa o acceder a la Justicia y han abierto sectores —como el del comercio— hasta ahora vedados para ellas. Entre las mutaciones que serán más visibles en la calle se encuentra el fin de la restricción a que las mujeres conduzcan, que entrará en vigor en junio.

Un país con una cultura patriarcal, machista y autoritaria, vetaba el papel de la mujer en la sociedad y la relegaba a un plano inferior. A lo largo de los años la pregunta de cuándo las mujeres saudíes podrían conducir, quedaba sin la respuesta o venia llena de excusas. Pero recientemente, con un golpe de pluma, el tabú al que los saudíes se aferraron, tan firme y absurdamente, fue destruido. El Rey Salman promulgó un decreto real anunciando que las mujeres podrían conducir a partir de junio de 2018. Dado que Arabia Saudita es el único país del mundo donde las mujeres tienen prohibido realizar esa actividad ordinaria, la decisión recibió una enorme aprobación internacional.

Después de una suspensión de 35 años, el gobierno comenzará a otorgar licencias de cine comercial este año, y espera que los primeros cines abran sus puertas cuanto antes. Las cadenas internacionales y regionales ya están buscando oportunidades en el nuevo mercado de 30 millones de personas.

El príncipe heredero permanece imperturbable en sus esfuerzos por modernizar un reino extremadamente conservador. No solo en términos económicos, ya que pretende liberar al país de la dependencia del petróleo mediante el programa de reformas “Visión 2030”, sino también socialmente.

Se trata de un país bastante cerrado, que hace que las reformas iniciadas pudieran parecer insignificantes a los ojos de occidente, para el público interno son sorprendentes.

El plan y la visión alteran el modelo tradicional del gobierno saudí en varios frentes a la vez, con una disminución gradual de las estrictas restricciones culturales que imperan en el país. Todo ello cambia la vida cotidiana de los saudíes, pero no debilita el ultra conservadurismo tradicional de esa nación.

Es como si Arabia Saudita se reinventara con estas reformas para convertirse en un país diferente, a tono con el desarrollo cultural y social en pleno siglo XXI y le aportara a sus ciudadanos nuevas riquezas espirituales, además del petróleo.

La reciente visita a Cuba del canciller saudí Abdel Al Yubeir, la primera de un alto dignatario de la nación árabe a la Isla, sitúa en un nuevo peldaño a la relación bilateral, prometedora para ambas naciones.