martes, 24 de septiembre de 2024

Resonancias de un festival

El XV Festival Internacional de Teatro de La Habana representa el momento culminante en la historia del evento con La Habana como punto de convergencia de las más diversas expresiones de las artes que se multiplican detrás del telón...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 04/11/2013
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Teatro De Arte Popular de Fujian
La tempestad, es un drama épico que dio entrada a ciertos recursos raigales del teatro griego

El estreno en Cuba de Ana Karenina obnubiló de tal modo a los espectadores, especialistas y críticos, que muchos afirmaron que esta fabulosa puesta era el súmmum del evento y que ninguna otra podría acercarse a la envergadura de este espectáculo.

Coincido en las excelencias de aquel montaje, pero he presenciado montajes que merecen un lugar prominente en la memoria, que perviva en los asistentes al evento sin establecer comparaciones innecesarias.

LECTURA ESCÉNICA CON NUEVOS MEDIOS DE SER Y HACER

Pienso que la puesta del Teatro De Arte Popular de Fujian, de la República Popular China, debe considerarse como una de las puestas más originales de cuantas se hayan visto en la escena cubana, desde todo punto de vista, por los recursos de una lectura que busca nuevos modos de ser y hacer.

La tempestad, texto original de Cao Yu, en versión y dirección de Chen Dailan, es un drama épico que dio entrada a ciertos recursos raigales del teatro griego, especialmente de Eurípides, pero los signos que portó en su recontextualización denotaron un lenguaje propio en la escenificación, imponente por aquellos tambores de sonoridad desmesurada, que permitía a los percutores subrayar, compartir o perfilar la tragicidad, con un elenco que sobrecogía por su proyección escénica, muy en especial Huangjin, quien despliega una labor impresionante en la madre de Lu Sifeng, como una gran trágica, mientras Zhang Xiaoyun encarna de un modo impresionante a la joven sirvienta y Liu Zihao caracteriza a Zhou Ping con un ahorro de recursos expresivos que le permite estremecer al auditorio.

Es este tejido de consistencia tan fuerte que no pudieron desgarrarle recursos propios de aquel género, como insectos y el final sobrecogedor del suicidio de la muchacha y la muerte de su amante, en medio de efectos propios del siglo en que vivimos.

TRES MONÓLOGOS AGIGANTARON LA MUJER JUSTA

Y si de virtuosismo puede hablarse, es imprescindible aludir a la Compañía Cooperativa La Mujer Justa, de Argentina, por la excepcionalidad de su labor interpretativa, pues los tres monólogos interpretados agigantaron el alcance de la puesta, con el impecable desdoblamiento de Graciela Dufau, en María, al reafirmar su cualidad de mítica presencia interpretativa, mientras Victoria Onetto mostró sabiduría al utilizar armas efectivas en Judit: Arturo Bonin impuso las contradicciones de Meter y Hugo Urquijo, convirtió en protagonista a Lazar, pese a su brevedad en la escenificación.

El mayor mérito de esta creación escénica radica en el trabajo de las inflexiones vocales de los intérpretes para otorgar visualidad a sus palabras y recrear atmósferas y escenas inscritas en los recuerdos de los personajes que adquieren, forma, color y dramatismo en las narraciones que contempla el público, sin gran esfuerzo de su imaginación, por la magia de sus directores y el conjuro singular que manejan sus cuatro actores.

Un montaje que suscita contradicciones en el espectador, pues exponer las consecuencias de un amor sin diques, plantea una preocupación indudable: ¿Hasta dónde una mujer puede expresar la verdadera dimensión de sus sentimientos? ¿Será necesario fingirla, en cierto modo, sin demostrar los sentimientos en toda su magnitud para preservar el amor?

ARGUMENTO POCO COMÚN EN ESCENA

En el argumento de Goldfish, en el set de un programa de televisión, La hora de Gloria, cuya presentadora dedica la transmisión de ese día a la historia de Pablo, un hombre esquizofrénico incendia los lugares donde ha trabajado y siempre se evade días antes de cumplir su condena.

Acuden al set televisivo las personas relacionadas con el protagonista, cuyos anecdotarios estructuran la trama, que debe su título al pececito imaginario de Camila, una mujer alucinada cuyo vínculo con Pablo agiganta su imaginación.

Un montaje atractivo por lo novedoso, con el aliento juvenil de un grupo de egresados de la Universidad de las Artes que no llegó a cristalizar. Aquel germen escénico tomó forma de espectáculo interdisciplinario, asumido por los grupos El ingenio, Teatro El Público y Teatro de la Luna, en versión y dirección artística de Reinier Rodríguez Vázquez.

En la concepción de este título resaltan las actuaciones de Léster Martínez, quien asume la interiorización, proyección escénica y acrobacia en las facetas de Pablo, su dislocado personaje: Arianna Delgado al mostrar a Camila en una certera personificación de esta mujer solitaria, cuya única compañía es Godofredo, su goldfish imaginario, ilusión inexistente de su soledad. Yordanka Ariosa ahonda y perfila la sicología de Gloria y Yaikenis Rojas otorga matices precisos al médico. Una escenificación de ritmo muy ágil e intenso que provoca hilaridad y mueve a la reflexión.

EL MÁS DIVERTIDO FUNERAL

Un derroche de alegría transforma en fiesta El funeral. Qua Umplute del abuelo Dimitri, debido a la imaginación y el conocimiento de los mecanismos de la risa de su director Joaquín Murillo. Esta agrupación denominada Producciones Che y Moche, de Zaragoza, España.

Un espectáculo que fascinó al público, desde su aparición en escena, porque constituyó una irrupción de luz y energía, que portaba corrientes de humor imbricadas con las dinámicas de temas musicales, conocidos o inéditos en Cuba, mientras los actores descendían a la platea y propiciaban una total comunicación con el público, bajo la dirección de Joaquín Murillo, excelente actor, director y músico, que contó con el protagonismo de una violinista de primera línea y actriz, la ucraniana Teresa Polyska.

Por la reclamación del público, el espectáculo incorporó una parte adicional, con más canciones y humor que provocó vivas y ovaciones por varios minutos.

UNA PUESTA INTERGENÉRICA A RECORDAR

Intentar definir el género en la puesta de Matrimonio blanco, del autor polaco Tadeuzs Rosewicz, resultaría imposible, por la presencia de elementos de farsa, teatro del absurdo, de la crueldad y tragicomedia, por tan solo señalar los que se abrazan en escena, en este montaje donde las convergencias lo mixtifican.

Los conflictos derivados de un matrimonio por interés y el imperio de los prejuicios que asfixian a la protagonista constituyen pasajes importantes en el argumento de una puesta que sorprende a unos, fascina a otros y satisface a la mayoría.

Esta propuesta de Teatro de la Luna constituye una concepción escénica muy innovadora que desmitifica concepciones ancestrales, en la cual Raúl Martín enriqueció el hecho escénico, y le aportó una visualidad efectiva en el diseño de escenografía y luces hasta completar la atmósfera con una banda sonora que confirió las intencionalidades deseadas.

Interpretaciones a no olvidar aportó el elenco, en primer término Yaité Ruiz, quien mostró facetas antagónicas de Bianca, cantó fragmentos de canciones francesas y bailó en puntas con los requerimientos de la era romántica del ballet, para recrear la arista delicada del personaje.

Olivia Santana denotó maestría al interiorizar dos personajes muy diferentes en su proyección escénica: Paulina y la cocinera; Freddy Maragoto; actor invitado de Teatro El Público, mostró una versatilidad admirable en La tía, en canto y desempeño actoral. Un título que va a repercutir en la escena contemporánea, donde la cubanía irrumpe y reina en la cuarta pared.


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC


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