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viernes, 4 de octubre de 2024

¡Qué suenen los tambores!

Los valores de la tumba francesa motivan las investigaciones de Manuel Coca Izaguirre...

Iris Leydi Madera Iglesias en Exclusivo 23/06/2016
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Vinieron de aquella tierra insurgente, herederos de los mitos de Mackandal y el coraje de Toussaint Louverture tallados en la piel, negra epidermis confundida después en otras razas por los efectos de la transculturación. No solo sudor y penas trajeron a Cuba los inmigrantes haitianos, entre 1790 y 1868 se asentaron acá y entonces latió en Oriente el sonar de los cantos y la percusión.

“Cada sábado se reúnen a bailar en una de las dos asociaciones que subsisten en la ciudad, entregándose a las danzas genéricamente agrupadas bajo el título de tumba francesa, fiel reflejo de tradiciones créoles del siglo XVIII. Sus tambores son anchos y chatos, de forma abarrilada, adornados con pinturas”, apuntó Alejo Carpentier en 1988, al describir “las fiestas de tumbas y catás en el cabildo de negros franceses”.

Las novedades de la última centuria, con el auge de las tecnologías, han traído otras formas de consumir y apreciar el arte, sin embargo, se mantiene vigente la tumba francesa, como una de las tradiciones más genuinas en la Cuba. Bien lo supo la UNESCO, cuando, en 2008, la inscribió en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, tras su declaración en 2003.

También esta manifestación apasiona al Dr. Cs. Manuel Coca Izaguirre, especialista en Estudios Literarios y Etnográficos, presidente de la Cátedra de Estudios Afrocaribeños (CEA) en Guantánamo.En 2015 defendió su tesis “Los cantos en la Sociedad de tumba francesa Pompadour Santa Catalina de Ricci”.

—A su juicio, ¿cuáles han sido los aportes de la tumba francesa como tradición al desarrollo del arte musical y danzario en Cuba?

—Entre los principales aportes de la tumba francesa se encuentra el conjunto instrumental y sus características, hasta donde sé, único de su tipo y forma a nivel nacional, como la tamborita, catá, bulá, premier y second, estos tres últimos con una cuerda de guitarra sobre el parche, lo que permite un sonido diferente a la hora de ejecutar los toques.

“Los bailes masón, yubá y frenté se practican en grupos folclóricos profesionales, y se pueden apreciar en centros nocturnos de suma importancia para el turismo en la región oriental, como el Tropicana Santiago. El más famoso es el masón, por ser una representación de los bailes de las cortes europeas.

”Igualmente, Fernando Ortiz, al indagar sobre las tumba francesa (décadas del 40 y 50), manifiesta que el guaguancó tiene su origen en el frenté, pues es expresión del enfrentamiento entre uno de los danzantes escogidos por la mayoría de la plaza (quien dirige el baile) y el tocador del premier, quien acuesta el tambor para realizar un toque más fuerte y provocativo en forma de duelo”.

—¿Puede apreciarse en Guantánamo una continuidad consolidada en los nuevos exponentes?

 —En la actualidad, más de la mitad de los miembros de la Sociedad de Tumba Francesa Pompadour Santa Catalina de Ricci tiene menos de 50 años, lo que representa una gran ventaja para la conservación y transmisión de saberes. Además, quienes rebasan esta edad, se han encargado de mostrar a los más jóvenes su sabiduría y empeño. Este grupo permanece muy vital y con muchos deseos de continuar su práctica.

—¿Cuán divulgado ha sido el quehacer de las sociedades practicantes?

—Emilio Bacardí, a inicios de siglo XX, ya los mencionaba en la novela Vía Crucis. Luego vinieron los textos de Fernando Ortiz (años 40 y 50), apoyados, en su mayoría, en las cartas con Regino E. Boti. También tuvo eco en la prensa, en Revolución y Cultura, Bohemia, Verde Olivo, Granma, revista Oralidad, entre otras, hasta los libros de Olavo Alén, Teresa Linares, Martha Esther Esquenazi, Nieves Armas, entre otros, lanzados por editoriales nacionales.

“Sobre la tumba en la actualidad, estamos realizando indagaciones desde nuestra Cátedra de Estudios Afrocaribeños (CEA) en la universidad guantanamera, a través de historias de vida, tesis de diploma, maestrías y doctorados. Ese es el empeño de las instituciones académicas y culturales en el territorio: mantener viva una tradición centenaria”.

—¿Qué enseñanzas le ha aportado el estudio de este tema a partir de los resultados de sus investigaciones?

—Soy originario de Santiago de Cuba. La tumba francesa me ha abierto las puertas a la etnografía y a la cultura de Guantánamo, mi segunda provincia, y me ha permitido establecer lazos de amistad con los integrantes del grupo y otros que se relacionan con ellos. Indagar mucho más en el conocimiento de la oralidad y el patrimonio cultural inmaterial nos ayuda a ser mejores personas.


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Iris Leydi Madera Iglesias


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