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martes, 24 de diciembre de 2024

Pueblos del camino (+Fotos)

Cuando se define en el filme francés "Libertad" el significado que tiene el término para los gitanos, se extiende no solo a las épocas pasadas sino a las venideras...

Justo Planas Cabreja en Exclusivo 11/05/2012
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Cartel de la pélicula Libertad
El viaje de la película al pasado no es gratuito.

No es simple recordatorio histórico el hecho de que el director francés Tony Gatlif sitúe su historia de gitanos durante la Segunda Guerra Mundial. No podemos leer este filme sin antes observar la situación legal de este pueblo hoy día, y la manera en que las naciones del primer mundo europeos lo reciben en sus territorios.

Las culturas que hacemos nuestra vida en una misma tierra la consideramos propia por el hecho de haber nacido allí. Creemos que cualquier visitante es ajeno. ¿Pero son los gitanos extranjeros por ser nómadas? ¿No han seguido ellos, durante siglos, las mismas rutas por toda Europa?

Y si hoy imprimimos cédulas de identidad y utilizamos pasaportes para distinguir a los nacidos en unos países de los otros, ¿debemos imponérsela a ellos, que son de todos los territorios y de ninguno, porque no se ven ni franceses ni españoles sino gitanos?

Todas esas preguntas van deslizándose sobre nuestro entendimiento mientras vemos Libertad. La definición del término que el filme toma por título, en ese momento en que Francia era un país invadido por Alemania y no la potencia soberana de hoy, era extensible lo mismo al pueblo gitano que al galo.

Por esto, el viaje de la película al pasado no es gratuito. Sirve para que todos recordemos el dolor de que otra cultura nos imponga su estilo de vida. Extienda su mano ancha solo porque es más fuerte y puede, no porque es más justa, y decida dónde debemos estar y qué debemos hacer. ¿No es eso lo que han vivido los gitanos históricamente?

Gatlif, además, estudia caracteres universales en el contexto de su película: el niño, el loco, el revolucionario; y nos hace cuestionarnos el fragmento de mundo que cada uno defiende, la tajada de libertad que pide cada uno a la vida.

El diseño de vestuario y la fotografía son algunos de los elementos del filme que no pasan inadvertidos. Aunque el guión responde con bastante claridad a sus propósitos, uno llega a echar en falta ciertas escenas que desarrollen con mayor profundidad el conflicto de varios personajes.

El final del Libertad también resulta un tanto precipitado dramáticamente, si bien es deducible para la mayoría de los espectadores la suerte que corrieron los gitanos durante la Segunda Guerra Mundial.

Desde que fue realizada, esta película ha ganado múltiples reconocimientos por todo el mundo: el Gran Premio de las Américas, la Mención Especial del Jurado Ecuménico y el Premio del Público en el Festival de Montréal; el Premio del Público en el Festival Internacional del cine de historia de Pessac... Esta es una prueba elocuente de su calidad fílmica, y también de la necesidad de abordar estos conceptos alejándose del tono grandilocuente y épico con que Hollywood los desarrolla.

También la presencia del universo gitanos, de acuerdo al menos con los que se proyecta en Cuba, es un elemento de novedad. De hecho, Libertad recuerda esas películas de Emir Kusturica sobre gitanos que tanto se aplauden por todo el mundo.

Uno termina rindiéndose, no importa el tema de la historia, al atractivo de ese mundo con lógica propia e irreverente (de realismo mágico) que ha construido este pueblo.


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Justo Planas Cabreja

Periodista que aborda temas culturales, especificamente cine y literatura. Recibió el II Premio de Ensayo “José Juan Arrom” por el trabajo “El reverso mítico de Elpidio Valdés”.


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