Primera casa habanera con una piscina techada

Recientemente se estrenó por el Canal Educativo el documental Cien años de una casa del realizador Boris Iván Crespo. Aunque este audiovisual fue un trabajo por encargo, en ocasión del centenario del inmueble donde actualmente radica la residencia británica en La Habana, constituye un valioso material que recoge parte de la historia de la arquitectura del Vedado en los primeros 25 años del siglo XX.

Sobre el contexto sociocultural e histórico en que se erigió una casa habanera, obra del renombrado arquitecto Leonardo Morales y Pedroso (1887–1965), narra este documental del tipo interactivo donde se entrevista a la destacada historiadora e investigadora cubana de artes visuales, Lillian Llanes; al arquitecto Juan García Prieto y al embajador británico en la Isla, Anthony Stokes.

A través del documental se puede conocer también acerca de la figura del arquitecto Morales y Pedroso quien estudió en la Universidad de Columbia en 1909 y un año más tarde fundó la firma Morales & Mata, con José F. Mata. En 1917 el arquitecto había constituido la firma Morales y Compañía.

Entre las singularidades de la joya arquitectónica, construida en Paseo y 15 para el banquero Pablo González de Mendoza, se encuentra el contar con la primera piscina techada o baño romano, que se hizo dentro de una mansión habanera. La alberca cubierta se adicionó en 1918. Para su ejecución Morales trabajó junto con el arquitecto neoyorkino John H. Duncan.

Para conocer otros detalles acerca del proceso de creación de Cien años de una casa conversamos con el realizador Boris Iván Crespo quien, durante la investigación, tuvo acceso al libro Great Houses of Havana, de Hermes Mallea.

Este audiovisual contó con la fotografía de Roberto Chile, ¿cómo concibieron la idea inicial para su realización?

“Siempre dije que debía durar alrededor de diez minutos, como los documentales de un rollo que hacía antes el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, porque la arquitectura es muy aburrida de filmar ya que no se mueve, no habla, no baila, y hay que buscar la iluminación natural para jugar con las luces y las sombras.

“Desde el guion teníamos concebidos todos los movimientos de cámara. Los planos en movimiento están hacia el final del documental. Movimos mucho la casa. Ese fue el gran reto. Además hicimos muchos tiros aéreos con el empleo de drones (pequeña aeronave con una cámara incorporada que se controla de manera remota)”.

¿Qué fue lo que más le llamó la atención de esta casa?

“Uno de sus aspectos más interesantes es la relación que existe entre los jardines verdes y los interiores del inmueble. No hay una sola habitación de la planta baja – excepto el vestíbulo y la cocina–, donde, a través de una ventana, no se establezca una  relación con la naturaleza.

“Me llamó la atención filmar la jardinería más aún que la piscina con sus techos de maderas preciosas y las ventanas con mamparas de fibra natural. La piscina siempre se mantiene cerrada. Nosotros abrimos todas las ventanas para que se vieran los exteriores verdes y los elementos de la arquitectura colonial cubana presentes en esta suerte de terma romana. Buscamos ángulos de la casa desde donde se pudieran observar los árboles del jardín”.

El documental también se construyó a partir del montaje de fotos fijas.

“Las fotos de época –donde se habla de la casa y posteriormente de la construcción de la piscina techada, en 1918– fueron publicadas en la revista Social. Accedimos a ellas a través de los fondos de la Biblioteca Nacional José Martí.

“Al final del documental introdujimos algunos efectos de animación para darle dinamismo a las fotos más actuales donde se registran todos los eventos de carácter sociocultural que tienen lugar en la residencia con la presencia de artistas de renombre internacional”.