Si nos trasladamos hacia el año 2020, enseguida pensamos en la pandemia y los efectos provocados por la Covid 19. Pero justo dos meses antes de que empezara todo, La Habana fue testigo y protagonista de uno de los eventos de intercambio cultural más importantes de la historia contemporánea de la música cubana.
Se trata del Getting Funky in Havana, iniciativa de Erick Alejandro Rodíguez, o como todos lo conocemos, Cimafunk, luego de haber confluido en la ciudad de New Orleans con artistas reconocidos del funk. Del 14 al 17 de enero, en el marco del 35 Festival Internacional Jazz Plaza, gracias al patrocinio de Cuba Educational Travel y la Fundación Trombone Shorty, y el apoyo de la Fundación Gia Maione Prima y el grupo Horns to Havana, a Cuba llegaron agrupaciones de la talla de The Soul Rebels,Tank and the Bangas,Trombone Shorty, Anders Osborne y el Big Chief Monk Boudreaux
- Consulta además: Cuba Educational Travel, The Trombone Shorty Foundation and havana jazz plaza Present:
Cuatro años después, cargando casi con los mismos problemas políticos con Estados Unidos que en aquel momento, llegaron nuevamente parte de estos músicos y otras grandes estrellas del funk, directamente de la ciudad de Louis Amstrong. Esta vez: Trombone Shorty y la Academia, PJ Morton, Tarriona “Tank” Ball, Mannie Fresh, Julian Gosin, Deezle, Big Freedia, Big Chief Juan Pardo, Anjelika “Jelly” Joseph, Pete Murano, Ivan Neville, Keyon Harrold, Nik West; acompañados de los cubanos Pedrito Martínez, Yissy García, X Alfonso, Wampi, Eme Alfonso, Samuel Sandoval, Rolando Luna, La Reyna y La Real, Julito Padrón, Brenda Navarrete, Juan Carlos Marin, Alain Pérez, Luis Barbería, Los Datway, Van Van y Los Muñequitos de Matanza.
Getting Funky in Havana volvió a darle vida a una ciudad cada día más apagada, si comparamos el contexto en el que se desarrolló la primera edición. Estudio 50, Fábrica de Arte Cubano, Club 500 y el Anfiteatro de La Habana, fueron los espacios escogidos en esta ocasión para que el público cubano disfrutara de una experiencia única. Y así, lo fue. Las imágenes lo confirman.
Bill Taylor, presidente de la Fundación Trombone Shorty, comentó en el Getting Funky in Havana 2020:
“New Orleans tiene una cultura muy rica y dinámica. Una de las razones por las que es tan poderoso es que mezcla muchas influencias y estilos diversos, como la metáfora del gumbo, y diferentes ingredientes que se combinan para crear un sabor único. Conectarse con Cuba es importante porque Cuba tiene una cultura igualmente profunda y única. La construcción de este puente transformará la visión musical tanto de profesionales como de estudiantes al experimentar una nueva cultura que inspirará sus carreras y sus vidas”
Por mucho que la política trate de interponerse, resulta que la vida es como es y nada puede con los estrechos vínculos culturales que unen a Cuba y EE. UU., más si hay música de por medio.
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