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miércoles, 2 de octubre de 2024

El Cucalambé: el desaparecido

Cultores de la décima en su vertiente oral y escrita confluyen en Las Tunas para exponer las tendencias de las tradiciones bucólicas de Cuba y el resto de Iberoamérica...

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 26/06/2015
1 comentarios

Todos los años, desde 1968, cultores de la décima en su vertiente oral y escrita, confluyen en Las Tunas para exponer las tendencias de las tradiciones bucólicas de Cuba y el resto de Iberoamérica. Los invitados al convite tienen como motivo principal el homenaje a una controvertida figura de la historia literaria y artística de la Mayor de las Antillas, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé).

   Precisamente, el evento cultural tiene como nombre Jornada Cucalambeana y se desarrolla en la finca El Cornito, en las afueras de la ciudad de Las Tunas, donde estuvo emplazado el ingenio azucarero que perteneció a la familia Nápoles Fajardo y se convirtió en el principal escenario de la obra decimística del autor de Hatuey y Guarina.

   El Cucalambé es considerado el poeta bucólico cubano más importante del siglo XIX. En su obra los expertos señalan una de las primeras manifestaciones de la identidad cubana, por lo que no fue raro que los mambises recitaran sus décimas y cuartetas. Sin embargo, un halo de misterio y fatalismo rodea al bardo, quien desapareció físicamente a la edad de 32 años, en la ciudad de Santiago de Cuba, dando lugar a una de  las más escabrosas polémicas de la historia literaria del país.

   Nápoles Fajardo se mudó a Santiago en la década de 1850 con su mujer e hijos. El poeta buscaba mejorar su situación económica y aprovechó el reconocimiento que tenía en la región oriental del país para insertarse en el ámbito literario de esa ciudad, donde el gobernador Machuca apoyaba a intelectuales y artistas.

   Allí consiguió un empleo como colaborador del periódico El Redactor y recibió la ayuda de Machuca con un cargo de pagador de obras públicas, puesto que asumió hasta su desaparición.

   Sobre este hecho se basan la mayor parte de las versiones de su muerte. Autores consideran que El Cucalambé fue asesinado por cubanos independentistas quienes consideraron una traición su desempeño como funcionario público. Sin embargo, en la época otras personalidades como Carlos Manuel de Céspedes y Pedro Figueredo también asumieron cargos administrativos, sin que ello representara menoscabo para su integridad.

   No existen documentos que prueben la filiación de El Cucalambé a los ideales separatistas, aunque su obra esté signada por un profundo carácter nacionalista.

   Estos elementos echan por tierra también las hipótesis sobre el suicidio por vergüenza de Nápoles Fajardo o su asesinato por parte de los españoles, quienes lo consideraron un espía mambí. De esta forma ganan importancia los sucesos relacionados con el empleo público del poeta y su presunta implicación en hechos de corrupción.

   Los estudiosos Carlos Tamayo y Olga Portuondo han expuesto sus juicios, diametralmente opuestos, basados en documentos históricos de los archivos de Santiago de Cuba y Madrid.   

   Para el biógrafo de Las Tunas, El Cucalambé fue “hecho desaparecer” por personas influyentes implicadas en el robo del erario público. La doctora santiaguera, sin embargo, considera que el autor de Hatuey y Guarina, se apropió de esta suma y con ella huyó hacia Europa o los Estados Unidos.

   Portuondo se extendió en la explicación de su teoría en un  libro publicado recientemente por ediciones Unión, denominado Un guajiro llamado El Cucalambé. En el texto, la investigadora afirma que existen abundantes documentos que prueban la implicación del bardo tunero en los hechos que se le imputan y especula sobre su huida del país.

   Sobre esos pliegos, Tamayo señala puntos dudosos en un artículo dado a conocer hace poco, en el que presenta pruebas sobre el interés de las autoridades coloniales santiagueras por controlar las actividades de prominentes figuras del oriente de la Isla que pudieran hacer causa común con las ideas separatistas.

   Aparentemente  no existe una  respuesta concluyente para desentrañar la misteriosa desaparición de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo y, como señalara Cintio Vitier, él “tenía que ser esencialmente el desaparecido, aquel cuyas facciones individuales se borran, el que es absorbido y desaparece en lo anónimo, en la tonada rústica, en el pueblo doliente, festivo y humilde y en él reaparece cada día, sin fin”.


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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles

Se han publicado 1 comentarios


Alex
 14/9/22 22:13

Es muy importante esto para nuestra cultura

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