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martes, 1 de octubre de 2024

¿De quién y para qué nos enamoramos?

La idea del amor está en la mente, en los recuerdos, en los sentimientos y sensaciones que van brotando dentro de las personas...

Diany Castaños González en Exclusivo 21/04/2015
9 comentarios

Her es, más que una película, un experimento social sobre la relación entre humanos y tecnología. Muestra una relación romántica improbable, -pero, en esta cinta, completamente creíble-: una historia de amor entre un hombre y un sistema operativo.

El director Spike Jonze y el guionista Charlie Kaufman son conocidos por su asociación en las inolvidables Cómo ser John Malkovich (1999) y Adaptation (2002; El ladrón de orquídeas es su título en español). Con Her (2013) proponen un filme futurista, que muestra a Theodore (Joaquín Phoenix), un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas de amor y que inicia una relación amorosa con Samantha (Scarlett Johansson), que es -nada más y nada menos- un sistema operativo que está programado para satisfacer todas las necesidades de sus usuarios.

¿Puede un ser humano enamorarse de una voz dentro de una computadora? La película esboza un axioma: la idea del amor está en la mente, en los recuerdos, en los sentimientos y sensaciones que van brotando dentro de las personas.

Y plantea, además, una tremenda interrogante: ¿es real el amor entre un hombre y un sistema operativo, creado por programadores? A lo que, como si de pregunta retórica se tratase, la cinta misma responde: ¿Qué es real y qué no lo es? ¿No es acaso real la felicidad y las ganas de vivir que tiene Theodore tras entablar una relación con Samantha? ¿No es real el sexo –diálogo sensual sobre fondo negro; sublime- que tienen ambos?

Joaquin Phoenix realiza una de las mejores interpretaciones de su carrera. Este actor cambia la cara malvada de Gladiator (2000) y el registro atormentado de En la cuerda floja (2005) y con nimios gestos de inseguridad y miradas tímidas que se esconden detrás de su bigote, logra en Her un arrebato enorme de empatía e intimidad con el espectador.

Amy Adams (La Gran Estafa Americana) luce, como ella acostumbra, virtuosísima. En Her, ella representa ese apoyo humano para Theodore; es, como él, una persona melancólica, solitaria y herida, que se acurruca en lo alto de un rascacielos a mirar el horizonte.

Pero la interpretación más pulcra de la cinta es la de Scarlett Johansson. No sale ni un segundo en pantalla y forja su mejor papel desde Lost in Traslation (2003). Su personaje es -per se- otra metáfora de lo que es real y lo que no; otra manera de coquetear con esa percepción humana de asumir que lo palpable es más verídico que lo incorpóreo. ¿Es indispensable que un actor salga en pantalla para interpretar gloriosamente su papel? Her, sin decir palabra, lo responde por medio de la sugerente y sexy voz de Scarlett Johansson. En la capacidad de la actriz de otorgarle esencia de vida a la voz detrás de la computadora está en gran medida la clave de la credibilidad –y del éxito- del argumento de esta cinta. 

Por si fuera poca la hondura de los conceptos que plantea este filme, los diálogos de Her, repletos de un doloroso realismo, retratan con exactitud la fobia de ciertas personas por asumir sus propias responsabilidades y la dificultad que a menudo tienen para llevar a buen término cualquier relación amorosa que incluya cotidianidad y rutina, por lo que muchas veces prefieren mantener relaciones distantes, que les eviten confrontar los sinsabores de la materialidad cotidiana, donde existen las decepciones y el esfuerzo, donde hay que construir y armar día a día el presente con lo que hay y no con lo que se desea que haya.

Es entonces cuando, tras una fachada amable, de comedia romántica, Her, -llena de sutileza-, nos propone una bizarra reflexión sobre los límites en las relaciones humanas, la necesidad de compromiso, de tomar las riendas de nuestro destino, de afrontar la realidad tal cual es y de dejar de engañarnos con invenciones que nos impidan crecer como individuos.

Her de Spike Jonze es, en resumen, una píldora de fantasía para un mundo en el que lo real y lo ficticio comienzan a ser difíciles de separarse. Su pertinente banda sonora y la fotografía de Hoyte Van Hoytema (Déjame entrar, El topo) terminan por cerrar un círculo de buen gusto y aciertos. Es una película atrevida, que coloca delante del espectador un espejo que distorsiona y aumenta -amparada por los difusos límites de un ambiente de ciencia ficción- nuestros miedos más inconfesables. Para crecer hay que sufrir, por mucho que tratemos de evitarlo.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.

Se han publicado 9 comentarios


Aram Joao Mestre León
 28/3/16 14:57

Una película excelente y conmovedora.

ariel maceo
 4/5/15 11:23

Hola me encantó tu artículo, es sorprendente como Her logra cautivar al espectador de la manera mas sobrecogedora posible. Es genial.

Lorena
 29/4/15 16:11

Pelicula muy interesante , perecia aburrida pero cuando me adentre me ilucione mucho.

yessi
 22/4/15 17:17

vi la pelicula bonita.

lest
 22/4/15 13:32

jajajaa, que manera de pensar una pelicula. para mi fue un rato para pasarla bien y mas nada

mari mar
 22/4/15 13:28

Es una actriz muy hermnosa y de alguna manera se las arreglo para trasmitirle su hermmosura a la voz de la pelicula. le deberian dar el oscar por eso

 

R.R
 22/4/15 13:19

muy buena pelicula, es de las que se guardan y nunca se borran. la he visto dos veces y pienso verla muchas mas

ale
 22/4/15 11:45

me enamoro de todas y de ninguan

el de siempre
 22/4/15 11:17

yo tambien me encamoraria de la voz de scarlett johanson. quien no?

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