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viernes, 4 de octubre de 2024

Carmen, la cubana…y el teatro musical

El dramaturgo cubano Norges Espinosa comenta el éxito de su versión, en Francia, del clásico de Prosper Merimé en el pasado mes de abril...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 07/06/2016
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Se encendían las luces del Teatro del Châtelet  en la capital francesa, a orillas del río Sena y una gigantesca bandera cubana se desplegaba para cubrir el escenario. Treinta corazones empezaban a latir apresuradamente y el ánimo de dejar una huella cubana a través de la música vibraba de los pies a la cabeza y a la inversa.

No era para menos. En casa del trompo se quiso ir a bailar, y por fortuna, se bailó bien.  El elenco multinacional que subió a escena al compás de la música de una orquesta genuinamente cubana se propuso deslumbrar al público, y si fuera posible, a la crítica especializada, que asistió al teatro durante 28 funciones del 6 al 30 de abril para descubrir a Carmen, la cubana.

Basada en una noveleta de Prosper Merimé y llevada a la ópera de Georges Bizet, esa Carmen andaluza ha sido fuente de inspiración para múltiples versiones como el musical afroamericano de Oscar Hammerstein II, Carmen Jones y la variante hollywoodiana de Otto Preminger , de la cinta flamenca de Carlos Saura.

Fue el director británico Christopher Renshaw quien desde el 2013 se dio a la tarea de convocar talentos para hacer una Carmen cubana desde el principio hasta el final, y apostó por Norge Espinosa, dramaturgo cubano y apasionado del teatro musical, con quien pude conversar.

“El personaje de Carmen nació en Francia de la idea de Merimée y tuvo esa especie de manto que le acompañó toda la vida en la ópera de Bizet, no muy bien recibida en aquel momento hasta que él murió y se convirtió en una de las obras del repertorio operístico más representado de todos los tiempos.

“Desde 1875 sigue siendo encarnada por grandes cantantes y se ha versionado al cine, al teatro…Carmen es hoy un personaje con vida propia y hacer algo cubano con esta idea fue un proyecto muy ambicioso. Hicimos un primer taller en Cuba, en el muelle de La Habana, para mostrárselo a algunos productores y desde entonces viene este proyecto que ha demorado tanto tiempo en concretarse, como suele ser en el teatro musical de verdad”.

-Muchos actores, vestuario y escenografía específicos, música arreglada de manera exclusiva…

-Sí, mucho trabajo.  Que el elenco haya estado integrado por cubanos, europeos, cubanoamericanos fue una dicha y dice mucho de los tiempos actuales que vive Cuba, inmersa en nuevos diálogos con el mundo. Aunque se anunció como el primer musical cubano que llega a París, realmente está formando parte de un proyecto más amplio…

“Esto ha sido un gran sueño. En mi caso, soy devoto del teatro musical y quería vivir una experiencia como esta y lamentablemente en nuestro país  razones históricas, culturales, falta de entrenamiento  y de producción, entre otros elementos, impiden que haya podido ser aquí.

“De repente estábamos en ese teatro parisino, donde bailó Anna Pavlova por primera vez en Francia y haciendo este musical de origen francés pero ahora cubano, gracias a la idea de Christopher y a los extraordinarios arreglos musicales de Alex Lecamoire, y hacerlo allí significó una gran experiencia de la que podemos aprender mucho cada uno de nosotros.

“Debutaron como actores Luna Manzanares y Joaquín García, entre otros,  y pudimos conocer a nuevos integrantes con experiencia en otros lugares y reencontrarnos con personas como la reconocida cantante cubana Albita Rodríguez. Fue una alegría inmensa que se creara una química perfecta entre todos porque apostábamos por algo muy complicado y queríamos que saliera bien, lo que se logró siempre gracias a que fuimos un equipo muy unido y en el que se creó una química muy fuerte en poco tiempo”.

-A teatros de otras ciudades llegará también Carmen, la cubana….

-Sí. Después de disfrutar de la acogida del público y de la generosidad de la crítica especializada en París, lo inmediato ahora es hacerlo en Alemania, luego en Londres en el mismo teatro donde baila Carlos Acosta cuando se presenta con el Royal Ballet en esa ciudad y probablemente Broadway sea el otro punto del mapa. Estoy muy feliz de que así sea porque para mí el espectáculo no ha terminado, sigue siendo un proyecto en camino.

-Los especialistas sugieren esperar de tres a cinco años entre un musical y otro… ¿Te tomarás ese tiempo para otra obra?

“No puedo esperar tanto, ya estoy trabajando con varias compañías. Debo volver a Puerto Rico este año porque trabajo en un pequeño musical, de cámara, basado en el cuento El Jardín, del escritor puertorriqueño Luis Negrón, a partir de la temática del Sida; simultáneamente, Nueva York será otro destino para reponer La Gloria: el cabaret latino, un musical en el que se rinde tributo a la gran orquesta cubana que fue la Sonora Matancera, mientras que trabajo en La Habana con el ballet Rakatán, dirigido por la maestra  Nilda Guerra,  para llevar a Londres en el verano otra puesta”.

-Adoras el teatro musical… ¿Crees que solo la carencia de recursos económicos y tecnológicos incide en el poco desarrollo que ha tenido esta vertiente del teatro en nuestro país?

-Sí y no. Ciertamente la infraestructura que demanda la realización del teatro musical debe ser muy sólida y requiere de recursos económicos y tecnológicos de los que no disponemos en Cuba de manera abundante. Pero, ante todo, es la ausencia de un personal entrenado lo que incide en que muy pocos grupos hayan apostado en los últimos tiempos por obras del teatro musical en su repertorio.

“¿Quién puede imaginar que en este país, con tanta tradición musical y bailable, no exista una compañía que se dedique al teatro musical? Pero es que se requiere de  un actor entrenado, virtuoso, capaz de mucho sacrificio. Un musical exige mucho y francamente lleva preparación, dominio y respeto hacia el género, y por desgracia, no tenemos esto en Cuba.

“Erróneamente muchos piensan que el musical es frívolo, decadente, rápido y es una pena, teniendo en cuenta la fabulosa vida nocturna que se vivió aquí en décadas pasadas y de la que aún quedan mitos en pie….”.


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


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