//

miércoles, 2 de octubre de 2024

Carmen: furia de pasión en flamenco

El Ballet Español de Cuba presenta su versión de Carmen en la sala Avellaneda del Teatro Nacional como parte del evento Habanarte...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 10/09/2015
5 comentarios

Con carácter de reestreno, Carmen reinó en el escenario de la sala Avellaneda del Teatro Nacional, con un elenco de de jóvenes bailarines, quienes se arriesgaron a asumir los protagónicos en complicidad con el director de la compañía, de la puesta, el guionista y el diseñador de la coreografía, primer bailarín coreógrafo y profesor Eduardo Veitía.

Protagonista de una novela de Prosper Mérimée que trascendió su época, emergió del libro y llegó a escena en la ópera homónima de Georges Bizet, Carmen es cantada en el mundo entero, en especial su habanera, que identifica esta obra engastada entre tacones y castañuelas.

Pero no bastaba el canto, porque el cuerpo reclamaba el frenesí de los sentimientos que resumen un drama de amor, celos y muerte. Carmen reclamaba la pasión del flamenco en su fragor de energía para reflejar en la escena su poderío, una pasión que duele de tanto querer y engrandece los sentimientos.

Carmen reclama las bulerías en la cigarrería. En la violencia de la pelea su rebeldía arde en llamaradas. Ella fascina a José y queda deslumbrada por las luces del toreador. Carmen aprende a conocer sus emociones. Mientras el matador se enfrenta al toro en una soleá alucinante.

LO GENUINO DEL FLAMENCO

La puesta no es nada parecida a un calco de la novela ni de la ópera, nacida de esta historia que asalta el presente y se lanza al ruido entre tensiones y sombras amenazadoras. En un conflicto donde se debaten Carmen, José y el torero Escamillo, los compases de la música narran en sus imágenes sonoras el decursar de los sentimientos que impulsan las acciones irreflexivas que casi anuncian el desenlace.

La pasión acrececienta su fragor de energía, abrazada por ritmos típicos del flamenco. La coreografía, con simbólica visualidad, acentúa instantes de clímax: las bulerías en la cigarrería por soleá y el enfrentamiento del toro y el torero que marcan la tensión y el dramatismo que anuncia la muerte, y por tanto, es la escena de mayor intensidad de la obra, en un trágico final que estremece y se inscribe en el recuerdo.

TRANSMUTACIONES ESCÉNICO-DANZARIAS

Muy bien delineados en lo orgánico del danzar, los personajes adquieren vida propia y logran una estrecha comunicación con el auditorio, hasta el punto de establecer ese diálogo ideal sin palabras, donde cada gesto, paso, expresión facial o vocablos en el aire son pronunciados por braceo y taconeo.

Carmen, protagonista absoluta de esta obra, quien no admite dudas en cuanto a su primacía en las escenas donde interviene, fue protagonizada por Rachel Escalona, en su debut con tan difícil personaje. Rachel abarca el frenesí cercano a la vulgaridad, pero nunca la roza, desborda energía, carisma y dominio de las claves de lo hispánico, como si tuviera experiencia de años, sin trasponer la adolescencia.

 Marlon Fernández logró un equilibrio admirable en el danzar y la caracterización actoral. Expresó la tragicidad que fue apoderándose de aquel joven embrujado por la temperamental mujer, que desdeñó el amor por las luces de una ilusión. Fueron muy logrados los solos que efectuó, tanto en la escena, con sus fabulosa escobilla, en un taconeo trepidante por tango.

Excelente dominio de la danza española mostró Luis O. Aliaga, al encarnar a un Escamillo poderoso en danza y energía, con una muy depurada gestualidad y fulminante taconeo. Angélica María López Caracterizó al toro con una fuerza que parecía una temp0estad atronadora por su trepidante proyección escénica y bravura.

Tal como la soñó Mérimée, Carmen vibra en emociones, poseída por sentimientos encontrados. Esta mujer no teme a nada ni a nadie, ni al destino ni a la muerte; porque ella es más fuete que la vida.

La escena llamea en la ejecución del baile. El triángulo amoroso, con visos de tragedia, entre Carmen, José y el Espada es simbolizado por el taconeo que hace trepidar el escenario y las cajas resuenan para dar paso a la irrupción de ese fuego que inunda la escena de principio a fin, entre amor, celos y muerte.


Compartir

Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC

Se han publicado 5 comentarios


yohandy
 17/9/15 17:43

Creo que desde hace mucho tiempo el publico no sentia todos esos flujos y sensaciones, gracias a la labor desempeñada de estos bailarines y mis felicitaciones especiales para la intérprete del toro ''Angelica Maria''

Iván
 16/9/15 19:42

Reconocer el excelente desempeño de los bailarines Rachel (Carmen), Marlon (José), Luis Orlando (Escamillo), Linnet (Micaela) y la espectacular Angélica María con sus dos roles protagónicos (Doña Frasquita y el Toro que dejo a los espectadores sin aliento.

Ivan
 16/9/15 19:06

Reconocer el excelente desempeño de los bailarines Rachel (Carmen), Marlon (José), Luis Orlando (Escamillo), Linnet (Micaela) y la espectacular Angélica María con sus dos roles protagónicos (Doña Frasquita y el Toro que dejo a los espectadores sin aliento

Silvia Segredo Pérez
 16/9/15 17:33

Felicidades Angélica el público se quedo fascinado con tu interpretación, estubiste espectacular.

Janet
 10/9/15 14:58

Espectaculares Rachel y Angélica en sus roles, personalmente fueron las que más me gustaron, por su energía y fusión con el rol que representaron. Un bello espectáculo del Ballet Español de Cuba. Sin embargo fue penoso ver un tetaro prácticamente vacío, una lástima que una compañía se esfuerce tanto y den lo mejor de si, para lograr tan bello espectáculo y no se le de la divulgación apropiada, o lo que es más penoso aún que no exista interés de la población en asistir a un espectáculo de verdadero valor cultural.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos