Una visita al Planetario de La Habana

Imagínese que tuviera la posibilidad de viajar en una nave espacial, o mejor, en una máquina del tiempo y ser testigo del origen del Universo. No se trata de una novela de ciencia ficción. Es un sábado de diciembre y nos encontramos en el Planetario de la Habana Vieja, sitio ideal para quienes aman los misterios del universo y los secretos de la astronomía.

Emplazado en la Plaza Vieja del Centro Histórico habanero se encuentra este centro científico y cultural  que arriba a su quinto aniversario este 21 de diciembre.

El Planetario de La Habana honra la memoria de la doctora Rosa Elena Simeón Negrín y nació como resultado de un proyecto de colaboración entre el gobierno de Japón, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Dentro del Planetario

Cuando ingresamos al salón principal nos sorprende la presencia de una gran esfera tridimensional que simboliza al astro rey, colocada justo en el centro de una representación del universo.

Mientras aguardamos por la visita guiada, hacemos uso de los llamados módulos interactivos. Unos viven la experiencia de acercarse a un agujero negro; otros, juegan con prismas que refractan y dispersan la luz para dar lugar a los colores del espectro. Los más osados consultan su edad y peso en otro planeta: una mujer de alrededor de 66 años sería una adolescente en Marte por lo que, muy complacida, valora la posibilidad de instalarse, definitivamente, en ese Planeta del Sistema Solar.

Llega el momento tan esperado. Nuestra guía anuncia el recorrido y nos situamos justo debajo de la esfera solar donde se realiza la representación del Big Bang mediante la combinación de luces, gases y sonido. Mi hijo escucha la cifra: 13 mil 700  millones de años y la repite con asombro. Es un número que no cabe en la mente de un escolar de siete años. Lo cierto es que hace 13 mil 700 millones de años se hizo la luz en el Universo.

El hecho tuvo lugar progresivamente y no de forma repentina como ha explicado el prestigioso astrónomo Richard Ellis, titular de la cátedra Steele de Astronomía, en el Instituto de Tecnología de California -Caltech- por sus siglas en inglés.

El Universo comenzó su expansión con un cataclismo cósmico sin igual en la historia: el denominado fenómeno del Big Bang a partir de las tinieblas. Una onda expansiva masiva permitió que toda la energía y materia conocidas del universo nacieran a partir de algún tipo de energía desconocido. Así llegó la claridad. Cientos de miles de años después del Big Bang se formaron las primeras estrellas y galaxias.

Alrededor de la esfera solar se localizan la Galería de las Escalas, con las diferentes escalas del Universo y la Galería de Historia de la Astronomía con los  nombres astrónomos del Renacimiento y de otras personalidades que contribuyeron al desarrollo de esa ciencia.

Luego nos trasladamos a una rampa de forma helicoidal que rodea al Sol y nos conduce hacia la sala del Teatro Espacial, bien climatizado, con diez metros de diámetro y  capacidad para 65 espectadores. Los más cansados agradecen las confortables lunetas, dotadas de una inclinación de 30 grados, lo cual facilita la observación de una imaginaria bóveda celeste.

Con las luces totalmente apagadas observamos la galaxia con más de 6 500 puntos luminosos. Vemos la puesta del sol y la llegada de una noche clara con cielo despejado.

Imagen y sonido se conjugan durante 20 minutos para mostrarnos de cerca constelaciones como la Osa Mayor, Andrómeda, Casiopea, así como los signos zodiacales.

Llega un nuevo día. El sol sale en la ciudad de La Habana. Termina la proyección especializada en el Teatro Espacial y con ella, nuestra visita a este singular sitio habanero.

Salimos complacidos por haber asistido a uno de los planetarios más avanzados en América Latina. El recorrido nos pareció muy breve pero hermoso e intenso. Como dice en su conocida máxima el escritor español del Siglo de Oro, Baltasar Gracián y Morales (Zaragoza, 1601- 1658): “Lo bueno, si breve, dos veces bueno.