lunes, 23 de septiembre de 2024

Que las costas “no se echen para atrás”

Los daños al medio ambiente causan el aumento del nivel del mar. Las construcciones inadecuadas en zonas costeras se afectan y arruinan los ecosistemas...

Susana Gomes Bugallo en Exclusivo 04/06/2015
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Instalaciones costeras de las playas Puerto Rico y El guayabal y tres hoteles de los 22 kilómetros que abarca la península de Icacos, en Matanzas, fueron derribados por el efecto que causaban en la zona en la que se hallaban enclavados. El hotel Internacional estaba construido sobre la duna, Villa Caribe afectaba la formación de estas y el de Herradura se hallaba dañado por las aguas, que llegaban hasta los cimientos de esta edificación. En El guayabal, las edificaciones se encontraban incluso por debajo del nivel del mar, con las consecuentes afectaciones contaminantes que ello trae para la playa.

El costo económico de estos derrumbes es menor al que hubiera acarreado esta situación de haberse mantenido unos años más. Así lo aseguraron autoridades del Instituto de Planificación Física (IPF) en una Mesa Redonda efectuada recientemente, donde comentaron la decisión de esta institución de continuar siendo activos en exigir el cumplimiento de las normativas relacionadas con las zonas costeras.

Esta intensidad de trabajo de la inspección estatal en las costas está dirigida igualmente a las personas naturales que incumplen la ley de protección a esta parte del medio ambiente. Sin embargo, debe ser más efectiva en aspectos que trasciendan a la construcción en estas áreas, y velen también por la contaminación irresponsable de las playas, problema que no desaparece de cada verano. Solo el caso de Guanabo, puesto en la Mesa también como ejemplo de degradación y despreocupación, es una muestra de cuánto se deteriora un entorno con la acción humana inconsecuente. Según los directivos, “su cuidado y conservación está entre las prioridades del plan de reordenamiento de la capital”.

Más allá de lo que hombres y mujeres desechan de primera mano, están los efectos indirectos de las industrias y emisiones de gases tóxicos a la atmósfera, fenómeno preocupante en los países del mundo desarrollado, pero que llega a todas las playas. Mientras que a nivel mundial la temperatura promedio ha ascendido 1,5 grados Celsius en los últimos 100 años, en Cuba el aumento es de 0,90 en los últimos 60 años de observación.

A este paso, reflejan los datos oficiales que el nivel medio del mar subirá en 0,27 metros para el 2050 y 0,85 para el 2100. Por ahora, en este archipiélago hay localidades costeras que pierden tres metros de tierra firme por año, y de las 414 playas cubanas registradas, 122 asentamientos costeros son afectables por cambios climáticos; 21 desaparecerán totalmente entre 2050 y 2100.

Más allá de las viviendas e instalaciones que se pierden con estos errores ilegales construidos, un efecto totalmente irreversible queda en los ecosistemas desplazados por las edificaciones que los humanos emplean para invadir territorio ajeno a quien no puede discutirlo: la naturaleza. Para echar esta pelea a favor de todos están las leyes, las encargadas de que las costas “no se echen para atrás”. El resto es charla a favor de la conciencia medioambiental, estrategia no tan efectiva ante otros intereses “más mundanos”en juego.

Con la hoja del 5 de junio a punto de exhibirse en el almanaque, muchos en el planeta reflexionan en torno a ese medio ambiente que está a punto de volverse una mitad del medio. Como ironizan algunos humoristas, al paso que vamos, en unos años, hablaríamos de un cuarto (1/4) de ambiente. Las playas podrán ser solo una pequeña fracción del problema en muchas partes del mundo. Pero, en Cuba se trata de un asunto vital y trascendente, que no puede descansar en normativas sin cumplir y leyes que duerman un sueño eterno en el blanco y negro del papel.


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Susana Gomes Bugallo


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