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sábado, 30 de noviembre de 2024

Predecible

¿En qué momento de la vida la gente aprende a conocerte?...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 10/03/2022
5 comentarios
Mujer en malecón
No podemos dejar de ser espontáneas, atrevidas, ocurrentes… (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

Esta mañana, mientras cumplíamos el ritual de cargar a Luna y mimarnos todos, intenté devolverle a Jorge una trastada que me había hecho la noche antes, empañándome los espejuelos de un lenguazo. Creí que era el momento perfecto, pero antes de intentarlo siquiera se quitó los suyos, muerto de la risa, y yo quedé embromada otra vez, sin oportunidad para el desquite.

“Es que eres muy predecible”, dijo sonriente, y eso me picó mucho más. ¿En qué momento dejé de ser una loca espontánea para convertirme en alguien de quien se pueden presuponer todos los pasos, los buenos y los malos?

“¿Tú crees? —respondí de inmediato— ¿Y si te dijera que anoche al bajar de la lancha me quité la blusa en el nuevo malecón de Regla y le pedí a un amigo que me hiciera una foto de espaldas para subirla al grupo de Whatsapp?”.

Mi desafiante confesión cayó en saco roto. Su sonrisa no se movió ni un ápice, ni siquiera cuando le mostré la evidencia publicada. Resulta que tratándose de mis compinches de Senti2, tampoco le sorprende nada de lo que pueda hacer: fotos provocativas, piropos, requiebros a MariD, sexting tántrico…

Dispuesta a ver alguna reacción más picante, le conté que mi demora nocturna también respondía a que pasé media hora de charla con un ex, justamente aquel hiperceloso que no hubiera perdonado jamás un minuto dedicado a un extraño o conocido.

“Me dijo que estaba muy linda…”, solté zalamera, y Jorge amplió su sonrisa, en gesto de confirmación. ¿Acaso era orgullo el dejito que sentí en sus labios mientras rozaban mi mejilla murmurando “Porque es verdad”?

¡Predecible! No recuerdo un epíteto que me inquietara más en el último lustro. Y debería tomarlo como un cumplido, eh, porque significa que estoy madurando… Pero ahora mismo mi espíritu está dando una perreta mientras tecleo para calmar al ego, golpeado como gong tibetano en un ritual de iniciación.

Minutos antes del abrazo, le recordábamos a mi mamá que esa tarde, Jorge viajaría a Villa Clara y luego a Oriente, así que por diez días nadie haría café de este lado de la casa. “Ta bien”, dijo ella, saboreando la última tacita del buen néctar, lista para volver a su poco aromático cafunga, al que Jorge llama “raspa de culo de caldero con uranio empobrecido”.

“¡Yo tampoco vengo esta noche!”, dije feliz. Aún no tenía claro dónde quedarme a dormir, pero no me apetecía cruzar otra vez la rada habanera después de reiniciar las prácticas de yoga, respiración y meditación con mis amigas de El Arte de Vivir, con quienes casi no he compartido en dos años.

“Vas a celebrar tu libertad”, dijo mi madre con el mismo tono que usaría para describir una hoja cayendo del árbol. Nada de reclamos, suspicacias o escándalo: “Era de esperar”, remató.

O sea, que sí, que me he vuelto predecible para mi familia. Que ya mis arrebatos no son tales ni mis aventuras preocupan. Que ya no hay en mi vida advertencias juiciosas o preguntas suspicaces… Y por alguna loca razón ¡eso me molesta!

¿Será que tras cinco años de relación ya pueden modelar un pronóstico de mis devaneos, como hacen los cerebritos de meteorología con una serie estadística de lluvias, vientos y temperaturas? ¿Cuándo se vuelve peligrosa esa rutina?

De pronto caigo en cuenta que después de mi primer matrimonio, al que faltaron cuatro meses para nueve años (contando un corto noviazgo), jamás había permanecido tanto tiempo con la misma persona. Y eso ocurrió el siglo pasado, ¡literalmente!

Con decir que recuperé mi condición de “disponible” un lustro antes de iniciar el milenio en que aterrizaron en Cuba las libertades sexuales (que en Europa ya eran rutina, me consta). Pero en menos de diez años me casé dos veces más, y me uní otras cuantas. Nunca por más de dos años y diez meses. Nunca con hombres que aceptaran modelos de pareja no convencionales, en los que yo sí creo fervientemente.

¿Será que ser predecibles es nuestro destino de mujeres? ¡No me parece! Está bien que tu pareja te conozca, que espere cosas, que pacten límites y confíen mutuamente en que los respetarán. Pero no podemos dejar de ser espontáneas, atrevidas, ocurrentes, innovadoras…

No puedo dejar que la vida sea totalmente esperable. O que se parezca al listado de compromisos de trabajo semanales que colgué sobre mi PC esta mañana, en grande y con colores, a ver si logro no atrasarme en las entregas porque ser impuntual es otro de mis rasgos predecibles.

No puede pasar de ningún modo… y no porque mi pareja pierda interés, sino porque yo misma puedo perderlo, y cuando menos lo imagine estoy tomando cafunga por el resto de mis días.

Es más, plan de emergencia: “Jorgeee, ¿recuerdas que dije que la crónica iba sobre el contenido de una cartera de mujer? ¡Pues nooo! ¡Echa pacá que tienes otro tema pa’ dibujar antes de coger el trencito, mi vida!”.

Predicciones a mí… ¡qué se habrá creído!


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...

Se han publicado 5 comentarios


adriana
 14/3/22 13:51

Felicidades en su día, peridodista, a usted y su esposo. Y al resto del equipo de Cubahora, porque a veces leo otros trabajos que también me gustan, aunque no soy de comentar. La crónica de esta semana me ha gustado mucho porque yo también he sido predecible, y peor aún, he creído que podía prever mi vida con mi pareja para siempre y sin embargo me estoy divorciando este año. No "predije" que se enamoraría de la enfermera que lo atendió cuando la covid al punto de perder un matrimonio de 25 años. Pero esa es la vida, ¿no? Por suerte no soy una mujer quejosa ni le tengo miedo a la vida. Gracias por los consejos y esperanzas que nos dan en este espacio, aunque parezca que no, siempre tocan temas profundos y se agradece como nos hacen reflexionar.

margaret
 11/3/22 10:58

Gracias, periodista, su crónica me ha puesto a pensar en mi propia vida predecible. Creo que es  eso lo que hace que nuestras parejas nos pierdan el respeto a la larga, y el interés.

MaryD
 10/3/22 14:06

Para mi aun no eres predecible, pero lo q si es seguro q cada vez q leo una crónica me enamoras mas

LiaVida
 10/3/22 12:20

Jajajaja excelente crónica amiga, yo diría maravillosa, bueno una vez más me complace porque escribes de ti, sobre tus experiencias, que perfectamente encajan con las de cualquier cubana que vibre como nosotras, 0or ejemplo, por momento sentí que lo había escrito yo, gracias por hacerlo, eres muy especial, pero ahora voy corriendo a buscar esa foto jajaja jajaja jajaja, y le mando un beso y abrazo a tu Jorge, que es tu espejo completo perfecto, me encantó y comparto, porque mis amigas tengo 6alertarlas de que no seamos tan predecibles

Magdalena
 10/3/22 9:43

Jjjjj, como me he reído con esto de hoy. De verdad se quitó la blusa la Milo y lo subió al grupo? Ella sí suena. Y Jorge, caballero, no se puede clonar?

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