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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Nostalgias de una niña grande (+Video)

Por primera vez en el mundo, se conmemoró el Día Internacional de la Niña, una iniciativa aprobada por la Asamblea General de la ONU...

Mayte María Jiménez
en Exclusivo 12/10/2012
1 comentarios
Niñas maltratadas
Muchas niñas en el mundo son sometidas a la violencia y al abuso sexual.

A veces me gustaría volver a ser una niña… Son tantos los recuerdos y añoranzas que guardamos de aquellos años cuando, sin importar lo que sucediera, teníamos la certeza de que habría un final feliz. En aquellos tiempos la mente era una gran tormenta de ideas y fantasías, no existían los sueños imposibles.

Recuerdo que una vez llegué a pensar que si agitaba los brazos podía volar como las palomas, y si caminaba en un bosque encontraría una casita de chocolate como la de Hansel y Gretel, pero sin la bruja malvada. Teníamos en aquel entonces la capacidad de ser feliz con las cosas pequeñas de la vida, como tener una muñeca nueva, salir al parque a montar columpio, o creer que el ratoncito Pérez traería una sorpresa con el diente caído.

Hoy me invade especialmente la nostalgia. Hace pocas horas se celebró, por primera vez, este 11 de octubre el Día Internacional de la Niña, y me sentí desconcertada al leer uno de los cables donde se aseguraba que más de 32 millones de niñas no asisten a la escuela y muchas son forzadas al matrimonio desde temprana edad, o son sometidas a la violencia y al abuso sexual.

Entonces pienso en esas pequeñas que en algún rincón de África no tienen una mamá que les lea cuentos, porque murió de Sida, y que apenas pueden conciliar el sueño porque llevan el estómago vacío… o que no saben cómo son las muñecas, ni los helados, ni los vestidos de cumpleaños.

Es indignante ver como anualmente, en cambio, se gastan millones de dólares en renovar el último modelo de automóvil, cambiar la marca de ropa, o peor aún, en financiar planes de invasión y guerras que solo siguen los instintos egoístas de unos cuantos en el planeta; mientras cientos de miles de niñas tiene que hacer trabajos pesados para ganar un bocado de comida.

Y no lo digo por hacer catarsis, el más reciente informe de las Naciones Unidas señalaba que cerca de 900 millones de niñas y mujeres viven con menos de un dólar al día en el mundo, y unas 500 millones ven desaprovechado su potencial.

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En los preludios de este 11 de octubre, los reportes de prensa reflejaban las declaraciones la directora ejecutiva de la entidad ONU-Mujeres, Michelle Bachelet, quien señaló que las pequeñas tienen que recibir la atención y el apoyo que requieren, a ser escuchadas y que todos sus derechos sean promovidos y protegidos.

Resulta interesante una de las aseveraciones de la funcionaria cuando explicó que la inversión en las niñas reduce la pobreza, mejora la salud y la educación y permite avanzar en materia de igualdad, pero "cuando desperdiciamos su creatividad y potencial, perdemos como sociedad".

La Bachelet reclamó a los gobiernos y parlamentos la adopción de leyes y programas a favor de la educación, la salud y el bienestar de las niñas; y aseguró sus deseos de lograr un mundo donde cada niña y mujer vivan sin miedo, violencia ni discriminación.

Sin embargo, muchas veces no bastan los deseos para alcanzar los sueños. Aunque organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales destinen cada año financiamiento para mejorar la calidad de vida de las pequeñas, ello no es suficiente sino se logra una conciliación entre las políticas de Estado de las naciones más afectadas, y los mecanismos que intervienen en el funcionamiento de una sociedad.

La situación no es sencilla. A nivel mundial una de cada tres mujeres jóvenes de 20 a 24 años están casadas antes de cumplir los 18 años; mientras que una tercera parte contrajo matrimonio antes de cumplir los 15.

Al suceder a tan temprana edad, se producen embarazos no deseados, que no pocas veces ponen en riesgo la vida de las menores. En los países en desarrollo, el 90 por ciento de las madres adolescentes de 15 a 19 años ya está casado, y las complicaciones relacionadas con la gestación constituyen la principal causa de muerte.

Las estadísticas indican que las niñas con bajos niveles de escolaridad tienen más probabilidades de contraer matrimonio; y por el contrario, las que han recibido una educación secundaria tienen hasta seis veces menos probabilidades de casarse en la infancia, lo que hace de la educación una de las mejores estrategias para protegerlas.

Justamente a esta problemática estará dedicada la primera edición el Día Internacional de la Niña. El matrimonio en la infancia es una violación fundamental de los derechos humanos y afecta todos los aspectos de la vida de la niña, pues le niega su infancia, interrumpe su educación, limita sus oportunidades, aumenta el riesgo de violencia y abuso, pone en peligro su salud y por lo tanto constituye un obstáculo para la consecución de casi todos los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Cuando las niñas pueden permanecer en la escuela y evitan casarse a una edad demasiado temprana, pueden sentar las bases para una vida mejor para ellas y sus familias, y participar en el progreso de sus naciones.

Por eso los gobiernos, en colaboración con la sociedad civil y la comunidad internacional, están llamados a tomar medidas urgentes para poner fin a esta práctica dañina del matrimonio.

Creo que este también es el reclamo de millones de mujeres jóvenes y adultas que este 11 de octubre tal vez, como yo, recordaron o sintieron alguna nostalgia por aquella edad. Y me atrevo a decir que las cubanas especialmente tuvimos esa sensación, pues aunque los tiempos han cambiado y nuevas problemáticas se suman a la cotidianidad, nunca fuimos testigos de realidades tan tristes en esta Isla.

Tal vez algunas no tuvimos las ropas, ni los juguetes de la moda, pero tampoco lo necesitamos. Sin embargo no nos faltó la maestra esmerada, el sueño de convertirnos en profesionales, la tarde para reír y jugar sin preocupaciones, y la certeza de que no terminaríamos secuestradas o asesinadas, y sobre todo, una familia que nos pudo acompañar en el crecimiento físico y emocional.

Sin duda alguna, hoy puedo regresar en el tiempo y disfrutar de gratos momentos de la niñez, recordar viejas anécdotas y experiencias… y sentir la feliz nostalgia de una niña grande.


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Mayte María Jiménez

Periodista del Diario Juventud Rebelde y editora del Suplemento En Red, dedicado a Ciencia, Salud, Tecnología y Medio Ambiente. Aborda temáticas relacionadas con juventud, sociedad, salud, ciencia, economía y otros tópicos de la actualidad nacional de Cuba. Coautora del libro Periodismo incómodo: la cuadratura del círculo, de la Editora Abril

Se han publicado 1 comentarios


Yolaisy Basulto Cortina
 18/11/13 16:06

Realmente cuando leí el articulo Nostalgia de una niña grande, éste me saco las lágrimas es triste saber que existen tantas niñas en el mundo que no pueden estudiar y que tienen que casarse en edades tan prematuras para poder subsistir y muchas mueren sin haber llegado a los 15 años, niñas que nunca supieron que es una muñeca,una fiesta de 15,ni un inicio de un curso escolar, es muy doloroso que estas niñas no sepan que es tener un corazón feliz como la bella canción de Teresita Fernández.

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