La conquista del tiempo

El tiempo es una magnitud física con la que medir la duración o separación de acontecimientos sujetos a cambio, estableciendo un pasado, un futuro y un presente. Para colocarlo a nuestro favor, y de paso evitar el estrés, primero debemos precisar los objetivos de nuestra vida.

Una persona puede considerarse muy productiva porque hace muchas cosas, pero si ninguna cumple un propósito importante en el logro de sus metas, ninguna le sirve para nada.

Si existe un número limitado de horas en cada día, una vez cumplidas las acciones cotidianas como sueño, comidas o aseo, se debe decidir cuáles otras son importantes para progresar y ser felices en la vida, pues, sencillamente, no se puede hacer todo lo que se nos antoja de buenas a primera.

En primer lugar, cada cual debe fijar sus finalidades en su existencia. Pueden ser económicas, laborales, intelectuales, sociales, religiosas, políticas, deportivas… o, sencillamente, seguir un plan para mantenerse en forma en cuanto a peso y actividad física.

LA CONQUISTA DE LAS METAS

Para conquistar las metas que nos hayamos propuesto hay que trabajarlas a diario, decidiendo lo más importante y los límites de nuestra capacidad de trabajo y de tiempo.

Cuando se intenta hacer demasiadas cosas, no se hará nada bien, nada se terminará, no se progresará y probablemente acabemos frustrados y estresados.

Debemos establecer un orden de prioridades y hacer primero lo que consideremos más importante, sin dejarlo todo a la memoria.

Por eso es recomendable, cada mañana al levantarnos, apuntar todo lo que pensemos realizar según los retos planteados, definiendo lo más y lo menos importante en la consecución de nuestros objetivos.

También, establecer y anotar un horario para cumplir ordenadamente las cosas durante todo el día, garantizando el tiempo suficiente para hacerlas bien.

Si no hay una planificación previa, se puede perder mucho tiempo dudando si hacer una cosa u otra; nuestra atención puede distraerse y el tiempo escapársenos, quedando todo en las buenas intenciones.

LA DIVINA CONSTANCIA

Los pequeños hábitos diarios establecen las grandes diferencias en la vida de cada persona, pues no se trata de hacer mucho cada día, sino de ser constante.

Si preparamos una lista de muchas acciones, cada una de una hora de duración, por ejemplo, provocamos demasiados cambios e interrupciones. Es mejor estar concentrado más tiempo en un asunto y terminarlo, antes de pasar a otro.

Incluso, los asuntos urgentes es bueno apuntarlos en la programación de las próximas horas o días. Solo se debe tener en cuenta la real importancia de cada cosa y el tiempo necesario para resolverla.

Debemos valorar si algo que parece urgente lo es en realidad. Viéndolo en perspectiva, es probable que no lo sea.

A modo de resumen, debemos planificar y hacer lo más productivo para nuestros intereses y eliminar o restarle tiempo a lo de menor importancia, anotando lo que decidamos hacer, con fechas y horarios. Y, por supuesto, cumplir fielmente esa programación.