El peso de la obesidad

La obesidad es sumamente costosa si no se trata y se resuelve. No se trata solo de la estética y la apariencia, nos estamos refiriendo a la seria afectación de la salud y a los elevados costos generados por esos enfermos con excesivo peso corporal.

La obesidad es un factor de riesgo importantísimo en la aparición de enfermedades crónicas como la diabetes mellitus tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer, por solo citar algunas de las más devastadoras en cuanto a salud, dinero y felicidad.

A causa de la obesidad se aumentan los presupuestos de los servicios de salud de todo el mundo, incluido el nuestro. Pero también aumentan en las personas afectadas y sus familiares. Esa cifra del dinero estatal incluye la atención médica directa a las personas por enfermedades relacionadas con la obesidad, junto con la productividad perdida por la discapacidad; pero también por las licencias del trabajo y la reducción de las entradas monetarias en el caso de los propios enfermos obesos.

Lo anterior es una vista panorámica de cómo la obesidad afecta a la sociedad en su conjunto por generar gastos enormes en los servicios de salud, pero también a los individuos de manera individual. Cuando las personas tienen obesidad, acaban afectando a todo el mundo.

Un adulto “sano” pero obeso podría costarle a la sociedad, con el paso de los años y la aparición de enfermedades derivadas de su excesivo peso corporal, decenas de miles de pesos en atención médica, en productividad perdida y en pago de certificados o subsidios médicos. Pero cuando la productividad se reduce también se afectan los bolsillos. Todo lo anterior sería posible de revertir, por lo menos parcialmente, en el caso de tomarse las medidas adecuadas con estas y por estas propias personas.

PERDER PESO ES GANAR PESOS

Perder peso conlleva socialmente a grandes ahorros. Si una persona obesa de 20 años perdiera suficiente peso para pasar a la categoría de sobrepeso, se podrían evitar casi dos tercios de sus costos de por vida para la sociedad, según estimaciones realizadas.

Pero reducir libras sobrantes ofrece beneficios mucho más allá de la edad de 20 años. Si un adulto de 70 años sano pero obeso pasa a la categoría también de sobrepeso, sus costos de por vida se reducirían en más o menos un 40 %. Disminuir el peso corporal ahorra dinero a cualquier edad.

UNA IMPORTANTE INVESTIGACIÓN

En un estudio llevado a cabo en la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore, y publicado en la revista Obesity, se utilizó un sistema computarizado para calcular los costos médicos y la productividad perdida de por vida en los individuos obesos a edades diferentes. Se obtuvieron los datos de varios grandes estudios sobre la salud en Estados Unidos para medir las probabilidades de los afectados de desarrollar varias enfermedades a lo largo de la vida.

En este importante estudio se encontró cómo las personas con un buen estado de salud en el momento de la investigación, pero con obesidad, podrían al final costarle a la sociedad entre 17 000 y 36 000 dólares, dependiendo de su edad. Las personas de 50 años eran aquellas mayores consumidoras de recursos monetarios, mientras las de 80 eran las menos costosas.

A modo de ejemplo, una persona obesa de 50 años con una presión arterial y unos niveles de colesterol normales, a la larga y de mantenerse obesa costaría a la sociedad más de 36 000 dólares.

¿HAY SOLUCIÓN?

El tratamiento de las complicaciones del obeso se convierte en una carga considerable sobre los hombros de cualquier sociedad, y más teniendo en cuenta la creciente aparición de estos enfermos.

Los obesos sin un tratamiento efectivo para la reducción del peso corporal son habituales en cualquier país. En las variadas consultas médicas visitadas por ellos, generalmente solo reciben consejos sobre la necesidad de bajar de peso, hacer una dieta saludable y la práctica, casi siempre sin especificar, de ejercicios físicos. Y esta vía del consejo eventual y superficial no funciona casi nunca.

SÍ, HAY SOLUCIÓN

Se necesitan programas generalizados de seguimiento y educación intensiva y prolongada sobre cambios paulatinos de los estilos de vida en relación con la alimentación; un plan detallado, fácil y realizable de ejercicios físicos según peso, edad y estado de salud; así como enseñarles trasformaciones progresivas pero irreversibles de la conducta diaria. Sería una ayuda imprescindible para variar los malos hábitos profundamente arraigados en las costumbres y la mente de estas personas.

Perder peso de manera sistemática, constante y permanente no es fácil, pero tampoco difícil, ni imposible de lograr. Aunque la solución no es rápida pues se trata de un nuevo aprendizaje en conocimientos y costumbres para aplicarlos en la vida diaria, la recompensa final amerita el empeño.