El capitalismo convierte en mercancía todo lo que toca, incluso las tradiciones más espirituales. Así, trastocó los orígenes cristianos de la Navidad, las celebraciones por la natividad (nacimiento) de Jesús de Nazaret, en una fiesta de compra de regalos, en compulsión consumista para aumentar la velocidad de circulación del capital comercial y en consecuencia incrementar el volumen y la tasa de ganancia de las élites burguesas.
Para lo que han suplantado una narratividad por otra, una serie de íconos y actos de significación religiosa por una vitrina de marcas y actos de consumo; el pesebre por un mall y el “te quiero” por un “te regalo”. Una operatoria que tiene entre sus síntomas la conversión del San Nicolás medieval en el Santa Claus, un icono comercial logrado a la perfección por la Coca-Cola.
La historia real Nicolás de Bari, un religioso de origen griego dio pie a un mito inventado durante el feudalismo, el de San Nicolás (presentada originalmente vestido en trajes de obispo), que se trasfigura en el personaje Santa Claus. Símbolo de masas co-creado por el escritor Washington Irving (1809), el poeta Clement Clarke Moore (1823) y el dibujante Thomas Nast (1863), quien lo diseñó en tiras para editar en el semanario Harper’s Weekly en las fiestas navideñas.
Primero fue representado como un hombre enjuto, de escasa estatura, que repartía regalos ataviado con una chaqueta de piel. Luego se le mostró de forma contraria: orondo y con un tocado de plumas. Pero ninguna de estas imágenes se consolidó. Fue Thomas Nast, el que le confirió su representación más redonda, como “un gnomo barbudo, de talla gruesa, vestido con pieles de un tono rojizo, que procedía del Polo Norte”. Los últimos retoques se los dio el dibujante de EEUU Habdom Sundblom, trabajador de Coca Cola quien forjó, en 1931, la imagen contemporánea de Santa Claus para una campaña de esta marca. Esta y las sucesivas campañas masivas de la transnacional, fueron factores determinantes no sólo para conservar los colores rojo y blanco de su vestimenta, sino también para la globalización y masificación del mito de Santa Claus. Así, termino de cuajar uno de los iconos más populares del relato navideño, relacionado al mercadeo la más importante Marca de refrescos, a la venta de mercancías.
No debe parecer casual, ni neutral, las características de Santa; el hecho de que sea un hombre, blanco, europeo, virtuoso, bondadoso, rico, mágico, donador. Simboliza un individuo que está arriba y afuera de la historia humana, que tiene el poder de solucionar las contradicciones y los conflictos humanos, es decir abstraído de la lucha de clases. Expresión de los ideologemas dominantes y funcional a los relatos que les interesa naturalizar a las élites capitalistas. Otro elemento de la parafernalia del imperialismo cultural usado para debilitar las tradiciones locales y abrir las sociedades a las mercancías de las transnacionales estadounidenses.
El discurso dominante se explicita en la valoración de estos símbolos y relatos, manifiesta en los actos de consumo. Los subordinados son víctimas de una marejada discursiva que los somete a la representación de los relatos dominantes, mediante manipulación psicológica, la violencia simbólica y su amaestramiento a los caprichos del mercado.
Para MacIntyre, las experiencias, acciones y conversaciones pueden denominarse narrativas representadas porque “vivimos narrativamente nuestras vidas, y porque entendemos nuestras vidas en términos narrativos, la forma narrativa es la apropiada para entender las formas de los demás”. Toda acción, al decir de Ricoeur, “deja un trazo, una marca; se inscribe en el curso de las cosas y se vuelve archivo y documento”. Textos que se inscriben en un mundo de significaciones sociales específicas que le atribuyen sentido a estas acciones.
La elección o la reescritura, casi todos el tiempo, por casi todo el mundo, hace hegemónicos ciertas narrativas y viceversa, el orden social se reproduce, como habitus, con la representación de las narrativas valorizadas como correctas y glamourosas por las clases dominantes; a través de sus “trabajadores orgánicos”, de los profesionales de la comunicación, del marketing, y, sobre todo, de los “famosos”. Se es “débil”, “cheo”, “aburrido”, “perdedor”, “tacaño” si uno no se suma a la vorágine mercantil que se apodera de todos los espacios y de todas las mentes en Navidad, si celebra de una manera distinta a la que está de moda o se desmarca de la nueva “tradición”.
Sobre la narrativa de la Navidad, se desata una ofensiva de publicidad, que usa como gancho a la música, y como agentes para la inyección de significados, a los fetiches prefabricados por las imperialistas industrias culturales. Los villancicos, canciones o cantos alusivos al nacimiento de Cristo o a la Sagrada Familia, se escuchan en los supermercados, en las ferias comerciales, en la radio y en la TV, entre jingles y spots comerciales. Las mismas melodías y las mismas letras, traducidas en varios idiomas, versionadas en varios ritmos (“White Christmas”, “Jingle Bells”, “We Wish You a Merry Christmas”, “I’ll Be Home for Christmas”). Se reproducen años tras las interpretaciones ya clásicas de Frank Sinatra, Nat King Cole, Elvis Presley, Bing Crosby, pero también se entrenan nuevos temas y hasta se lanzan discos.
Es el caso de Memoria de Navidad (2019), un álbum con doce villancicos que lanzó el salsero puertorriqueño Víctor Manuelle. Este, el segundo disco de música navideña de “El sonero de la juventud”, incluyó el tema “Ya se ven las bombillitas”, de la autoría de Víctor Manuelle y del cantautor cubano residente en Puerto Rico Juan José Hernández. La canción describe vivencias típicas de la decoración de los hogares: “el vecino sacó el árbol y lo puso en el balcón, y como todos los años, me pidió la extensión”.
Otro ejemplo, fue la versión del clásico “Santa Claus Is Comin' To Town” del cantante colombiano Sebastián Yatra. El tema fui incluido en Feliz Christmas, el proyecto de Universal Music, que reunió a diversos artistas latinos que interpretaron los villancicos más conocidos en su idioma. Danna Paola, Morat, Luis Fonsi, Greeicy y Cali y el Dandee son otros de los que participaron.
Todo para sostener el relato de que en navidad todos somos iguales y para apaciguar el sentimiento de culpa de la clase dominante. Como dice unos de los versos de la canción “Blue Xmas” (To Whom It May Concern), con letra y música de Miles Davis, Gil Evans y Bob Dorough: “It’s a time when the greedy give a dime to the needy.” (“Es un momento en que los avariciosos dan unos centavos a los pobres”. Aunque el mismo tema recuerda en otro de sus versos: “Muchos niños hambrientos sin casa están en su propio patio de atrás mientras ustedes están muy muy ocupados escribiendo veinte millones de tarjetas navideñas”.
Un mensaje equivalente al de “Do they know it's Christmas”, considerado el primer gran villancico benéfico de la historia y el más cercano antecedente del USA for Africa.
La canción surgió en octubre 1984, por iniciativa del cantante irlandés Bob Geldof, después de conocer un informe de Michael Buerk para la BBC que mostraba la hambruna que azotaba al pueblo etíope, y que entre 1983 y 1985, acabó con la vida de 1,2 millones de personas. Se dice que el músico viajo al norte de Etiopía, para ver con sus propios ojos las secuelas de una terrible sequía que se denominó por aquel entonces como “un infierno en la tierra”.
"Es Navidad, no hay que tener miedo. En época navideña, dejamos pasar la luz y desterramos la sombra. Y en nuestro mundo de abundancia, podemos difundir una sonrisa de alegría. Lanza tus brazos alrededor del mundo en Navidad. Pero di una oración, ora por los demás. En Navidad, es difícil, pero cuando te diviertes, hay un mundo fuera de tu ventana. Y es un mundo de miedo donde la única agua que fluye es la salpicadura amarga de las lágrimas. Y las campanas navideñas que suenan allí son las campanas de la fatalidad. Bueno, esta noche, gracias a Dios, son ellos en lugar de ti. Y no habrá nieve en África esta Navidad. El mejor regalo que recibirán este año es la vida, donde nada nunca crece, no llueve ni fluyen ríos ¿Saben que es Navidad? Levanta un vaso para todos. Para ellos, debajo de ese sol ardiente. ¿Saben que es Navidad?"- escribió ya en Londres, el líder del grupo Boomtown Rats.
Para la producción musical, Geldof llamó al escocés Midge Ure de Ultravox y para promocionar su idea, de un sencillo de caridad para ayudar a las víctimas de Etiopía afectadas por el hambre, aprovechó una cita que tenía con el DJ de BBC Radio Richard Skinner, consiguiendo un intenso interés mediático y de las voces más grandes de Gran Bretaña e Irlanda.
El 25 de noviembre de 1984, fue grabada “Do they know it's Christmas?”, en los estudios Sarm West Studios, en Notting Hill, Londres. Los medios de comunicación del mundo estaban presentes cuando, a partir de las 9:00 a.m,, comenzaron a llegar los artistas: Paul Young, Boy George que ascendía como frontman de Culture Club, George Michael, Simon Le Bon con sus compañeros del exitoso Duran Duran, Spandau Ballet; Sting, que ya estaba como solista; Bono, Paul Weller, Chris Cross, el grupo Bananarama y Phil Collins, que alternaba su carrera en solitario con su actividad de más de una década con el grupo Genesis, entre otros que se sumaron a la iniciativa.
Ure trabajó intensamente en la mezcla durante toda la noche y logró completar la mezcla a las 8:00 de la mañana del lunes. La canción fue enviada rápidamente a las plantas de impresión que habían prometido tener el sencillo impreso y listo para el martes.
La mañana siguiente, Geldof apareció en el Show del Desayuno de Mike Read en BBC Radio para presentar el disco y prometió que todo lo recaudado iría a la causa. Con el anunció, comenzó un enfrentamiento con el gobierno británico, que se negó a renunciar al IVA de las ventas del sencillo. Entonces, Geldof retó públicamente a la primera ministra Margaret Thatcher, la que sintiendo la fuerza del sentimiento público, dio marcha atrás y donó el impuesto de nuevo a la caridad.
Luego de la publicidad y los detalles legales finales, el sencillo llegó a las tiendas el jueves 29 de noviembre. La funda del disco diseñada por Peter Blake, recordado en la historia de la música por haber realizado el trabajo de fotografía para la carátula del album de The Beatles, ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
De inmediato, se colocó en el número uno en las listas de éxitos del Reino Unido, superando a todos los demás registros de la lista en conjunto. En la víspera de Año Nuevo de 1985, se habían vendido tres millones de copias. En un año, se habían recaudado alrededor de 8 millones de libras para las víctimas etíopes, mucho más allá de la meta original de 70.000 libras establecida por Bob Geldof.
También por iniciativa de Geldof, el 13 de julio de 1985, se realizó de manera simultánea dos históricos conciertos, uno en el Estadio Wembley de Londres y el otro en el JFK de Filadelfia para reunir fondos para Etiopía y Somalia, con un cartel que incluía a muchas de las estrellas que participaron en la grabación británica y en el futuro proyecto estadunidense USA For Africa. Se recaudaron sesenta millones de dólares (unos 50,3 millones de euros al cambio actual) para combatir el hambre en Etiopía.
Hasta la fecha, ha habido tres repeticiones de la canción, en 1989, 2004 y 2014, que también contó con grandes nombres en la escena anglosajona y cuyas ganancias de la venta fueron donadas a organizaciones benéficas. Sin embargo, aún persiste la pregunta, y peor que eso la realidad que aluden las canciones “Blue Xmas” y “Do they know it's Christmas?”. Mientras algunos millones representan, con actos de consumo, los relatos dictados por las elites burguesas, muchos millones de africanos y excluidos en otras tierras, solo escuchan las campanas de la fatalidad.
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