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lunes, 19 de mayo de 2025

Sembrar el futuro (+Fotos)

El día amenaza con toda su intensidad. La camisa del campesino es un trozo de mar y le veo correr, por sobre la frente húmeda, la tradición de nuestra raza...

Reynaldo Zaldívar en Exclusivo 17/05/2025
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Sembrar el futuro
Sembrar el futuro (Reynaldo Zaldívar / Cubahora)

El campesino hunde en la mañana el arado de soñar. Forma surcos rectos que se acomodan uno bien cerca del otro, cicatrices sobre la tierra que más parecen un meticuloso bordado que la acción mecánica de un hombre y sus bueyes. “Este pedazo de madera no es para dormirse, sino para soñar el verde de las plantas”, explica, mientras da golpecitos suaves sobre la mancera. “Cuando el arado deja de ser un pedazo de tu cuerpo, se retrasa la cosecha.
Un día se rompe y has de meterte en el monte a buscar dos trozos de ti. Uno firme como torre milenaria, el otro con joroba suave en uno de los extremos: allí se acomodarán tus manos y descansará el fuete de pala ancha para desembotar la reja en días lluviosos”.

Al fondo del paisaje pastan silenciosas las vacas que ordeñó en alguna hora sin sol para el desayuno. Vacas nacidas en esta finca, que fueron creciendo despacio y que, por esas bromas amistosas del campo, tienen por nombres el de las vecinas más cercanas: Martha, Elena, Cachita… Eleonor, que ha dado a luz un ternero amarillo, de vez en cuando deja oír su bramido apacible para decirle a su cría que no ha escapado lejos, que ha ido solo un rato a por la hierba más fresca.

El día amenaza con toda su intensidad. La camisa del campesino es un trozo de mar y le veo correr, por sobre la frente húmeda, la tradición de nuestra raza. De esta tierra han escapado muchos hombres, escapado hacia el comercio, hacia las oficinas, escapado hacia las pasiones y los discursos, hacia lugares donde creen encontrar a Dios más dispuesto a bendecirlos. Otros, más valientes quizás, o más enamorados de la tierra, permanecen y se multiplican, sabedores de que si un tiempo fue bueno para el hombre es aquel donde más cerca estuvo de la naturaleza.

A la hora del almuerzo mezcla sin piedad la harina de maíz y la leche tibia. Yo estoy mirándolo comer. Sentado al extremo de la mesa reconozco al guerrillero. Este hombre pudo llamarse Ernesto Guevara y descarrilar los trenes del imperio para hacer posible la patria. Ser maestro, arquitecto, atender a enfermos en algún consultorio cercano a la casa, sin embargo lasmanos que aran y siembran son las mismas que curan y enseñan, en las que se juntan todos nuestros antepasados para dibujar el futuro de una isla a la que le harán falta muchas manos como las suyas para hacer posible mejores cosechas.

 

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Reynaldo Zaldívar

Escritor y martiano. Papá de Salma.


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