viernes, 27 de septiembre de 2024

Mi hermano va a saber…

Ante un aniversario más del Contingente Internacionalista Henry Reeve, le presentamos el testimonio de una de esas tantas que aquí quedan… con la vela prendida...

Mario Ernesto Almeida Bacallao en Exclusivo 18/09/2021
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Dr. Alain Crespo Rodríguez  en Guatemala
Dr. Alain Crespo Rodríguez en cumplimiento de sus funciones, en Guatemala. (Foto cortesía del doctor)

Es la una de la mañana y estoy mandando todo esto ahora porque no tengo casi tiempo; trabajo en el día y, cuando regreso, es en la casa con las niñas...

Solo el tiempo que va pasando hace que cada día sea más llevadero. El saber que es un día más que se deja atrás y que él pronto estará de regreso.

Mi nombre es Alennis Crespo Rodríguez y por gracia y obra de Dios vine a este mundos siendo hermana melliza de este hombre maravilloso, excepcional, formidable, bueno y único para mí: el doctor Alain Crespo Rodríguez. Nos llevamos siete minutos de diferencia y por eso siempre digo que es mi otra mitad.

Todo hombre o mujer que se enrola en el viaje de la medicina lo hace porque su principal objetivo es salvar vidas, pero con mi hermano es más que eso, lleva la medicina en el corazón, es algo que corre por sus venas. Tiene 34 años, es clínico… En 2020 trabajó seis meses en Perú como miembro del Contingente Internacionalista Henry Reeve y, desde hace unos meses, se encuentra de misión en Guatemala, también luchando contra la Covid-19.

Cuando vamos a despedir a Alain, antes de subir a la guagua que lo transportará a la capital, de donde más tarde volará al país de destino, experimentamos todo tipo de sentimientos: la alegría de saber que va a aportar su granito de arena en otros países que necesitan de su ayuda, y a la vez la tristeza de pensar que va a ser un largo tiempo sin poder abrazarlo y tenerlo presente en nuestra vida, ya sea para cuando tengamos problemas o cuando estemos de celebración.

Es un nudo que se nos hace en la garganta… Es muy difícil controlarlo para evitar las lágrimas.

Tenerlo fuera por tanto tiempo es difícil, muy difícil; tener que decirle que todo está bien cuando en verdad quisiera halarlo por una soga y traerlo de vuelta a nuestros brazos. Pero también sé que en este tiempo va a crecer como persona y que de una manera u otra va a saber cumplir con su trabajo.

Mi hermano va a saber, sabe, quedarse en el corazón de quienes son atendidos por él, o de quienes comparten el día a día de trabajo, de alegrías o incertidumbres.

Las preocupaciones y miedos son muchos, cómo no haberlos con esta terrible enfermedad que está consumiendo al mundo y que es el enemigo principal con el que se enfrenta mi hermano. Pero con estos miedos viene la fe, la confianza y la seguridad de que mi herma va a hacer todo, todo, va a vencer cualquier obstáculo y va a volver con su familia.

No solamente está Alain fuera. Somos tres. Nuestro hermano mayor también se encuentra de misión pero en otra línea de combate. Se llama Alexander y también estoy muy orgullosa de llevarlo como hermano y guía.

Así que al tener a los dos hermanos fuera, las cargas y responsabilidades para mí son mayores; la tranquilidad de ellos dos es saber que toda su familia en Cuba va a estar bien y ello hace que nos cuidemos al máximo, por ellos y por nosotros.

La comunicación es diaria; no a todas horas del día, porque cuando Alain entra en la sala evitamos llamarlo para que esté lo más concentrado posible y no se distraiga, pero a inicio y a final del día nos saludamos y hacemos video-llamadas, para verlo y que él nos vea a nosotros.

Cuando vino de Perú fue una sensación de calma, de saber que ya estaba en casa, en su hogar, con su familia. En aquel momento, todo era alegría y felicidad, ¿qué te voy a decir? Fue un momento de: ¡ya está aquí!, así que podemos relajarnos por él y también por nosotros. Claro, yo también pensé: bueno, si hay un problema ya tengo a mi herma y no voy a estar sola.

Es difícil, muy difícil, tener a una de las personas que más quieres en la vida lejos, pero sé que solo es por un tiempo y que el Alain que se fue va a regresar más humano, más sensible y más altruista. Él va a saber traerse esas experiencias vividas, ya sean buenas o malas, y transformarlas para su desarrollo.

Cuando regrese de Guatemala, creo que me voy a pasar todo el tiempo abrazándolo, lo voy a apretar muy fuerte y lo voy a pellizcar y lo voy a morder… Le hecho tanto de menos que me voy a pasar un buen rato abrazándolo, créeme.


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Mario Ernesto Almeida Bacallao

Periodista y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana


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